Aguacate mexicano, el “oro verde” para el crimen organizado

Una de las frutas más populares del momento podría llegar a desatar una guerra criminal por su control y distribución

Conocido comúnmente como aguacate o palta, la especie arbórea originaria de Mesoamérica y domesticada por los pueblos indígenas de esa zona hace unos 10 mil años se ha convertido en uno de los alimentos tendencia del momento, gracias a sus grasas saludables que favorecen la salud cardíaca y reducen el colesterol.

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La especie que se cultiva en lugares con clima tropical y mediterráneo presenta una variedad de beneficios para la salud, como la protección de los ojos contra la degeneración y la aparición de cataratas, además de ser una gran fuente de vitamina E ideal para mantener la piel suave y flexible. Su alto contenido de ácido fólico repercute especialmente en la salud del corazón y colabora para bajar el colesterol gracias a su alto porcentaje de Beta-sitosterol.

Pero más allá de sus propiedades naturales, el aguacate se ha convertido en verdadero “oro verde” para los productores mexicanos a cargo de su cosecha, y su popularidad en los Estados Unidos y el resto del mundo podría llegar a desatar una verdadera guerra criminal por su control y distribución.

México produce alrededor de un tercio de todo el guacamole del mundo, lo que lo pone al frente de la industria a nivel global. Pero lo que pocos saben es que, debido a las condiciones del terreno de tipo volcánico, la mayoría de las plantaciones se encuentran en Michoacán, estado tristemente conocido por la brutalidad de sus cárteles narco.

La firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 marcó el inicio de una prometedora era para los productores mexicanos de aguacate, dado que les permitió ingresar su producto a los Estados Unidos tras estar prohibido desde 1914 por temor a una infestación de insectos. Desde ese momento, el apetito de los norteamericanos por la fruta no ha mermado. Sin ir más lejos, durante las semanas previas a la última edición del Súper Tazón se consumió en los Estados Unidos un estimado de 135 millones de toneladas de aguacate.

Según consigna un artículo de la revista dominical del periódico The New York Times, solo en 2017 México exportó 1,7 mil millones de libras de aguacates de variedad Haas a los Estados Unidos, lo que hizo que la fruta se convierta en la más ingresada al país del Norte, superando a la banana, su rival clásico. Pero la cifra que más llama la atención es que 9 de cada 10 aguacates importados a los Estados Unidos provienen de Michoacán, en un contexto donde 2017 se consagró tristemente como el año más violento registrado a la fecha en México.

La demanda por el aguacate es tal que ni siquiera la brutal violencia narco que se vive en Michoacán ha logrado que se ajuste el objetivo de crecimiento de producción, estimado en un 15 por ciento para 2018. Pero expertos aseguran que la escalada de tensión entre distintos cárteles y la apertura hacia nuevos mercados como el chino, con la consecuente suba exponencial de la demanda, podría generar que miembros del crimen organizado comiencen a disputarse de forma más violenta el control absoluto de su producción.

El artículo del New York Times destaca que elementos del cártel de los Caballeros Templarios han comenzado a cobrar impuestos a los productores, además de extorsionarlos, secuestrarlos y usurpar sus tierras de cultivo. La Familia Michoacana, por su parte, anunció su interés en el “oro verde” hace ya una década, al decapitar a cinco integrantes de una banda rival para hacer llegar su mensaje intimidatorio.

A pesar de que las autoridades aseguran que han comenzado a tomar medidas para controlar la situación, la disputa criminal por el control del aguacate sigue creciendo y parecería no tener un final cercano. El pasado marzo, un grupo armado, conocido como Los Viagras, causó destrozos al quemar varios vehículos y cortar la circulación en la carretera principal de Michoacán, lo que ocasionó que los productores no pudieran salir a transportar el preciado fruto por miedo a ser secuestrados.

A medida que las prácticas extorsivas del crimen organizado llevan a los productores de aguacate a verse obligados a pagar “una cuota” para evitar que sus familiares sean secuestrados o asesinados, el fruto se seguirá consolidando como una lamentable fuente de financiación paralela al tráfico de drogas.

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