Véritas Liberabit Vos
Y nos referimos a esto, porque precisamente, nunca como hoy la infancia está más expuesta a peligros tanto físicos como espirituales, es en la actualidad cuando de forma por demás evidente se impide a toda costa el nacimiento de un niño, ya sea mediante el uso de anticonceptivos o por medio del aborto, ya sea de tipo quirúrgico o químico.
Unida a esta ya de por su triste e incidente acción, está el trato inhumano de aquellas personas que no merecen el calificativo de madre o padre que con una finalidad egoísta y unipersonal abandonan a sus hijos, creyendo que con ello salvaran su conciencia o podrán triunfar en aquellos negocios o asuntos donde el hijo es para ellos un lastre o un obstáculo que impide su progreso, esto sin recalar en aquellos que sin abandonarlos tácticamente encuentran en sus hijos la oportunidad para que mediante golpe o maltratos se desfoguen los fracasos, problemas, complejos o manías que como adulto no han podido resolver.
En estos días los golpes, los maltratos, los abusos a los niños, el aborto etcétera ven agravados con un ataque que lleva un tono de mala entraña, de una malévola intensidad, es el ataque al alma limpia y noble de un niño, es la perversión de su conciencias y el envenenamiento de su espíritu con una sofisticada e hipócrita apariencia de bondad, de ciencia o incluso de diversión. El ataque sistemático a sus conciencias por medio sobre todo de la televisión donde el mayor porcentaje de los temas son de violencia descarnada y sangrienta, donde los valores son pisoteados al igual que la dignidad humana, donde sin ningún escrúpulo los tema sexuales y las imágenes eróticas están en el menú diario que se recetan en la programación televisiva o en sus juegos de video.
El resultado no se ha hecho esperar, el despertar prematuro al sexo con el consabido embarazo de jovencitas casi niñas que en muchos casos engrosa la lista de prostitución infantil, la violencia escolar, la falta de respeto hacia los padres, maestros o autoridad, las pandillas, los robos, el grafiti, el alto índice de suicidios entre los adolescentes etcétera, no es sino una muestra de este infame accionar sobre los infantes.
No podemos cegarnos ante lo que es evidente, la razón no dice que todos los problemas antes expuestos no es fruto de la casualidad, que no es que en la actualidad los niños nazcan más precoces que en el pasado, al nacer su alma y su inocencia son igual para todos, sin embargo es nuestra responsabilidad como padres y maestros moldear esa alma y encaminar su corazón y su voluntad por el camino del bien, mediante el buen ejemplo, el mejor consejo y el conocimiento de Dios.
La tarea no es fácil y es enorme, pero es nuestro deber, si en la calle o en algún lugar se le pregunta a un padre de familia que para que trabaja, en la mayoría de los casos contestara que para mantener a su familia, a sus hijos y mucho de ellos dirán que trabajan más arduamente para dales a ellos aquello que como niños no tuvieron, y que ahora como pares desearían que sus hijos gozaran. La respuesta es noble, entendible, sin embargo; también es común que en aras de querer dar aquello que nosotros no tuvimos, olvidamos darlos lo que si tuvimos, especialmente tiempo, consejos y cuidados.
En este día del Niño en que con gran jubilo se recuerda a todos aquellos que están en esa edad de la inocencia,, de la mirada limpia y la actitudes tiernas, busquemos y propugnemos por la dignidad de los mismos en contra de tanto ataque indiscriminado que sobre su cuerpo y su espíritu a diario se recibe, pero sobre todo démosle lo poco que tenemos cada uno de los adultos, que para él en su bondad natural será suficiente, pero sobre todo démosle amor, verdadero amor, buen ejemplo y cuidado que serán los mejores escudos que los ayudaran a salir adelante y ser mejores cada vez.