Recordemos a los inocentes

Véritas Liberabit Vos

E
l pasado día 28 de diciembre, la Iglesia Católica recordó a los Santos Inocentes, aquellos infantes que por decisión del Rey Herodes fueron pasados a cuchillo, arrancados de los brazos de sus madres que veían como las huestes del Rey cumplían las ordenes de aquel personaje que clamaba por la eliminación del Niño Jesús por su ambición desmedida a no ser desbancado de su reinado temporal, por ello al enterarse de que los Magos del Oriente seguían un estrella que los conduciría al lugar donde estaba el recién nacido, busco a toda costa obtener la información que lo llevara al sitio exacto. Como los Reyes Magos percibieron que en las palabras de Herodes no había sinceridad, no regresaron con él para informarle, así, al no tener la información ordeno la muerte de todos los niños menores de dos años que vivieran en su reino.

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A todos estos infantes, que en forma inocente derramaron su sangre por la causa de Dios, se le conoce desde la antigüedad como los Santos Inocentes y por la forma tan cruel en que se llevó a cabo este hecho, la sociedad mexicana le ha dado un toque menos trágico, aderezando lo triste de esa fecha con el hecho de caracterizar el día con bromas simpáticas que se realizan a cualquier conocido que se descuide.

Sin embargo, en nuestro tiempo no solo se recordara ya a los niños muertos por la acción de Herodes, sino que a este magnicidio se ha sumado el asesinato de seres humanos que al igual que aquellos son incapaces de defenderse de sus agresores, ya que se hallan en periodo de feto, no obstante la diferencia principal es que  en el caso de los primeros sus madres hicieron hasta lo imposible por evitar su muerte, en los segundos, la mayoría de los casos cuenta con la culposa participación de sus futuros padres.

En efecto, nos referimos a las víctimas del aborto, fundamentado en la cultura de la muerte, que día con día engaña a miles de parejas en el mundo, que influenciados por una filosofía herodiana, donde predominando la comodidad material y los placeres temporales, hacen que las Leyes Divinas tengan un carácter relativo para justificar así la pérdida total del respeto a la vida (no la suya por supuesto) y así caer en esta deplorable acción, creyendo que así se evaden de un serio problema.

Las estadísticas nos revelan que en la última mitad del siglo XX y los recientes años del siglo actual, las muertes por aborto han superado las cifras de decesos por las dos Guerra Mundiales, lo que nos hace ver la enorme influencia negativa que se cierne para nuestra sociedad en este siglo que del cual llevamos ya más de una década.

Explicaciones científicas nos demuestran, aun a costa de todos los proabortistas que luchan denodadamente por evitarlo, que desde el momento de la concepción el ovulo fecundado no es un simple agregado celular, es un ser humano, y si existe vida en un embrión, estamos en posibilidades de tipificar como homicidio el que se prive de su existencia en cualquier mes de su desarrollo.

Por esta razón, el embrión, al ser de la especia humana, es sujeto de derechos y su principal derecho en las condiciones de desarrollo en que se encuentra es el derecho a la vida.

Cuan importantes son las palabras expresadas por  el Papa Francisco en su mensaje de Navidad, haciendo una reflexión profunda sobre la situación de violencia que impera en el mundo al centrar su alocución precisamente a favor de la vida y en contra de todo tipo de prácticas antinaturales.

“Tú, Señor Jesús, que naciste para nosotros en Belén pides respeto para todas las personas, en especial para los pequeños y débiles, Tú pides el cese de todas las formas de violencia, de las guerras, la opresión y los ataques contra la vida”.

Esperemos que estas palabras no solo sean oídas, sino llevadas a la práctica, para que de alguna manera pueda cesar este artero atentado contra seres humanos inocentes que lo único que piden es una oportunidad para vivir.

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