Véritas Liberabit Vos
Dentro de estas historias mágicas y extraordinarias que van creando el carácter de nuestra nacionalidad está la fundación de la Gran Tenochtitlán que de acuerdo a las crónicas se sitúa en el año de 1325, cuando después de un peregrinar de casi doscientos años los mexicas o aztecas que provenían de Aztlán (lugar de las garzas para nosotros como Estado sabemos que ese lugar puede corresponder orgullosamente a Mexcaltitán) habiendo recibido la orden de su dios guía Huitzilopochtli dejaron su hogar y comenzaron ese largo andar en búsqueda de la señal que él les había prometido: un águila devorando una serpiente mientras estaba posada en un nopal, esta imagen sería el indicador de que habrían encontrado el sitio donde deberían fundar una nueva ciudad y un nuevo imperio que estaría por encima de los demás. Fue así cuando después de una gran travesía llegaron a lo que hoy es el Valle de México y ahí vieron con gran asombro la señal prometida, solo que este nopal con tunas rojas se encontraba justo en un islote del lago de Texcoco, menuda labor se requería para cumplir con el mandato de su poderoso Dios, él los había guiado y explicado la señal, no se había equivocado, y ahora tocaba a ellos ingeniárselas para cumplir su pacto, no era tierra firme, pero era una indicación divina. “Asentaos, repartíos, fundad señoríos por los cuatro ámbitos de la tierra, y los aztecas obedecieron”
Estaba dicho; La Gran Tenochtitlán fue fundada y erigida sobre el Lago de Texcoco, para ello los mexicas tuvieron que utilizar todo su ingenio y creatividad y lo encontraron por medio de las chinampas, que consistían en jardines muy fértiles, construidos con un armazón de troncos que sostenían arena, grava, y tierra de siembra, atados con cuerdas, utilizando el material que estaba a su alcance como lo era el tezontle, basalto, andesita, piedra caliza, permitiendo que en esa superficie se sembrara un tipo de sauce para que sus raíces crecieran desde el agua hasta la tierra firme en la ribera de lagunas y arroyos, luego de que el sauce crecía sembraban diferentes cultivos los cuales cosechaban. Se trata de una técnica iniciada en la época de los toltecas y que con los mexicas tuvo su máximo de desarrollo, lo que provocó que se pudiera ocupar casi todo el lago de Xochimilco y que combinado con otras técnicas como fueron la irrigación por canales y la construcción de bancales permitió sustentar lo denso en que se convirtió esta población, donde en pocos años no solo fue una realidad sino que fue el centro neurálgico, político, económico de Mesoamérica, La Gran Tenochtitlán cuna de lo sagrado y lo profano con su plaza principal y los templos, el espacio para nobles y para el pueblo, objeto de lucha cuando el General español dos siglos después reconoce como objetivo base para lograr su Conquista.
No fue tarea fácil la tarea, una obra sin igual de ingeniería e hidráulica que quedo para la posteridad, un pasaje de nuestras raíces donde lo mítico y lo histórico se funden en una amalgama de símbolos que perduran y sustentan nuestra nacionalidad, el águila señorial que vence al mal representada en la serpiente bíblica, el mensaje de fuerza, la bondad de la tierra con un nopal siempre verde y sus frutos rojos que señalan la riqueza del subsuelo, ese subsuelo que alimenta la tierra que legaron nuestros ancestros y que hoy es nuestro compromiso mejorar y enriquecer para los que vienen, un marco precioso que debe mantener vivo el orgullo de ser mexicanos.