Simples Deducciones
Pero esa parte queda de lado rápidamente y sus ojos se iluminan, su voz cambia y se entusiasma, es repartidor en tiendas de una conocida empresa nacional de galletas, ahí desde hace 8 meses conoció a una pizpireta dependienta, Rosa o Rosy, “hasta el nombre se me hace hermoso”.
Dice que desde el primer momento que le hizo un presupuesto de cuántos paquetes de galleta debía surtirle le agradó su dinamismo, blanca su piel y ojos negros que contrastan llamativamente, fue un conjunto que le removió algo así como mariposas en el estómago y dificultad para hablar, además de un evidente nerviosismo.
La noche de ese día, Nancy su pareja lo buscó sexualmente pero Javier no estuvo, “o no quise mejor dicho, sentí no sé qué, pero le dije que estaba cansado”, y en efecto, no le mintió, estaba cansado de la rutina, de ella, de él, de los gritos de ambos, de los celos de ella al verlo arreglarse y ponerse unas gotitas de perfume comprado en pagos en un catálogo de los que ruedan de casa en casa, ella le cuestiona el por qué de su arreglo, Javier responde que debe tener una imagen aceptable ante los clientes y eso detona la revolución casera, que concluye con la salida de él de la casa, sin desayunar y enojado a tomar la combi para llegar puntual a su empresa.
Pero ahora tiene una ilusión, esa que lo hace querer echar el tiempo atrás y volver a sus años mozos, Rosa sonríe más, hasta roza sus manos cuando le paga y así tras 4 meses de sonrisas, él la invita a salir y ella acepta, Javier avisa a Nancy que hay inventario en la empresa y llegará tarde, revisa su cartera y trae 200 pesos para un abono, “después veré como los repongo”, sólo fue una nieve, 3 horas de plática y el sol salió de noche para él, “Rosa es tan diferente a Nancy, huele bien, sus dientes son parejitos y blancos, y si la hubiera besado, no, mejor no a lo mejor se enoja”.
Hubo 3 citas más y terminaron desnudando más que el alma, Javier le dijo la verdad, “vivo en unión libre y tengo 2 hijas”, “soy madre soltera y tengo un niño” respondió ella, no hubo acuerdos sólo perdieron la noción del tiempo, ya de madrugada la llevó a su casa y Rosa le dijo que la había pasado bien y esperaba verlo seguido, así sin compromisos, libres, sólo por vivir fue su palabra.
Extrañamente a Javier no le ha causado remordimientos llevar la doble vida, en su interior dice que no involucrará sus sentimientos, me comenta que aunque es difícil ahora tiene ganas de vivir, incluso anda viendo si puede encontrar un nuevo trabajo, “algo para lo que estudié, mantenimiento de computadoras o no sé, algo que me deje superarme”, le pregunto sí quiere dejar a su familia e iniciar una nueva con Rosa y el hijo de ella, se queda mudo, “no me preguntes eso, porque no sé, ni lo había pensado, y siendo así honesto, ni me importa, soy feliz a mis 42 años, he tenido la mejor navidad y año nuevo en 17 o más años”.
Javier me dice que, qué pienso yo al respecto y la verdad no atino respuesta inmediata, valoro por un lado su pareja y sus hijas, que quizá aunque no sea la mejor vida, es algo que él escogió (creo), y por otra parte, le veo esa amplia sonrisa, esa mirada que sólo tienen los que han conseguido una satisfacción personal y no sé si darle un sermón sobre la fidelidad y la honestidad o dejarlo que su aventura lo lleve hasta donde el destino lo quiera.
Dice que a nadie le había contado y que espera de mí, quizá no el apoyo, pero sí un poco de comprensión y discreción, “me ahoga no compartirlo con nadie”, yo pago los tacos, Javier no tiene ni un peso, incluso está endeudado en su empresa, donde pidió un préstamo para solventar invitaciones a Rosa, “¿sabes?, ahora estoy más recortado de lana pero no me importa, pago pedacitos de felicidad y ahora siento que vivo”. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com