La verdad… sea dicha
Como un homenaje a todos los maestros de vocación, a los “profes” entregados que enaltecen esta noble profesión; que son mentores, amigos y seres humanos en toda la extensión de la palabra, les transcribo, “Mi maestra” algo de Juan José de Soiza Reilly, un escritor argentino que describe en sus relatos la efusiva convivencia entre los alumno y maestros durante los primeros años de la vida educativa:
Me parece verla todavía
Cierro los ojos y la veo. Pero la veo tan bien, que al evocar su imagen, dudo de que haya muerto
La pobre murió tísica. Los chicos a quienes ella idolatraba, fueron sus victimarios. Tanto la hicieron sufrir y tanto la hicieron llorar, que la infeliz no tuvo más remedio que morir. Y murió, os lo juro, santamente. Era pequeñita, rubia, suave
Hablaba con los ojos. Sus ojos eran negros. Además de negros, eran tristes, pero de una tristeza de niño enfermo que no tiene juguetes
¡Pobre maestra! Me dan ganas de llorar cuando me acuerdo de ella
Yo la hice penar mucho. Una vez lloró por mí de tal modo que, todavía, después de veinte años, mi corazón se encoge de vergüenza; Sin embargo, mi culpa no era grave. Su temperamento enfermizo y sus nervios sensibles de violín armonioso, agrandaron mi falta. ¿Qué le hice? Fue sencillo. Aprovechando un instante en que ella salió al patio, escribí en un pizarrón, con tiza, lo siguiente:
“La maestra se parece a un fideo” Cuando volvió al salón y leyó esa grosera mofa a su flacura, no pudo hablar. Se puso pálida. Tuvo un acceso de tos. Se fue a su mesa, y con los codos apoyados en ella y cubriéndose el rostro con las manos, comenzó a llorar y a toser. Lloraba de una manera tan melancólica y tan en silencio, que todos enmudecimos. Aquel llanto y aquella tos nos hicieron ver un poco más el fondo de la vida. Por nuestras inconscientes almas infantiles pasó un helado soplo de miedo. Yo temblé. Quedé inmóvil en mi banco, hasta que oí la voz de la maestra. Habíase quitado las manos de la cara, y a través de las lágrimas, nos dijo: -¿Por qué son ustedes tan crueles?
Estoy flaca, es verdad, muy flaca
Hace quince años que trabajo, enseñando a leer y a escribir. Hace quince años que sufro el placer de educar a los niños. Hace quince años que estudio de noche y de día para sostener a mi familia y para evitar que mis pobres padres viejos se mueran de hambre. De tanto trabajar me he puesto flaca
Sí flaca, como un fideo
¿Y ustedes no me tienen lástima? Cuando la infeliz dejó de hablar, muchos chicos lloraban. Otros oían con la boca abierta. Los demás temblaban. “¿No me tienen lástima?” repetía la señorita. ¡Flaca como un fideo!… ¿Quién escribió eso?
Reinó en el aula un silencio profundo
Nadie se atrevió a denunciarme. Pero, cuando las clases terminaron y todos los alumnos se fueron, yo me quedé el último. Mi maestra en el zaguán presenciaba el desfile. Aguardé hasta el final. Entonces me aproximé tembloroso: -Señorita le dije. -¿Qué? -¿Me quiere hacer un favor? -Con mucho gusto. ¿Qué quieres? -Deme un beso. Tómalo -Ahora pégueme
-¿Qué te pegue? -Sí. Pégueme fuerte. Dème una cachetada. Hágame saltar los dientes
¡Pégueme! -Pero, ¿por qué? ¿Estás loco? -No, señorita soy un asesino. Yo fui quien escribió aquello en el pizarrón. ¿Se acuerda? -¿Tú? -Sí. Yo. Me tomó en sus brazos. ¡Yo tenía nueve años! Me besó. Me besó una vez. Dos veces. Tres veces. Muchas veces
¡Aún me parece estarla besando! Al día siguiente, pedí a mi madre una monedita para comprar bizcochos. Fui a la botica: -Deme diez centavos de pastillas para la tos. Llegué a la escuela. Penetré triunfante. Y ocultamente, sin que los demás chicos me vieran, le regalé a mi maestra las pastillas. “Tome, señorita. Son buenas para la tos. Me acarició con sus manos húmedas y frías. Me besó en la frente y
Pasaron los años. Cuando volví a mi tierra fui a visitar su tumba. No fue, sin duda, la historia de mi buena maestrita lo que empecé a contaros. ¡Pero es tan bello remover penas viejas! Además, no podría nunca evocar en mi memoria el recuerdo de aquella escuela, sin que se filtrara por las rendijas de mi corazón la imagen de quien me enseñó a leer y a presagiar la vida.
La elección 2017 en Nayarit, Cota en la cúspide
Hoy le comento, amable lector, salvo su mejor opinión, que en esta contienda en lo referente a la gubernatura, el candidato con mayores posibilidades de triunfo es Manuel Cota, y le voy a decir por qué: Hay razones de peso para suponer que el candidato de la coalición “Nayarit De Todos” habrá de llevarse el triunfo obteniendo la gubernatura de la tierra Cora. Según algunos analistas políticos, es el número de candidatos que buscan llegar a Palacio lo que favorece al fuerte abanderado del partido tricolor, la dispersión de votos entre todos los contendientes, y también el voto duro con que cuenta el PRI, se asegura le alcanzará a Manuel Cota para ganar la contienda. Otro factor que le beneficia a don Manuel es la extraña alianza del PAN-PRD donde anda gente que muy poco ayuda para la imagen de rectitud que debiera cubrir al proyecto de Toño Echevarría. De cualquier modo, creo, la falta de experiencia y el nulo carisma del Junior le alejan del triunfo. Ciertamente, todos los candidatos le apuestan a obtener el voto indeciso de los electores, pero de igual modo será un sufragio dividido. Entre las sorpresas de la contienda habría que agregar la manera en que el partido MORENA ha crecido, el doctor Miguel Ángel Navarro Quintero está haciendo un buen trabajo electoral y eso desde luego que le cambia la perspectiva al procesos electoral donde, insisto, por su colmillo y experiencia don Manuel Cota podría salir victorioso. Algo que en estos últimos días ha empezado a notarse de manera franca. Insisto, mi humilde opinión. robleslaopinion@hotmail.com