El gobernador Gavin Newsom canceló ayer la pena capital en California, con 40 presos mexicanos condenados a una muerte que se salvaron de una eventual ejecución.
El gobernador firmó una orden ejecutiva que impone de moratoria inmediata a la pena de muerte en California antes de que el estado aprobara una nueva inyección letal, que hubiera conducido a la muerte a decenas de presos con ejecución pendiente.
Newsom en su tercer mes de gobierno declaró que abolir la pena de muerte “es una obligación moral y en honor a la justicia”.
“No puedo aprobar la ejecución de cientos y cientos de seres humanos, sabiendo que entre ellos habrá seres humanos inocentes”, declaró el gobernador.
La medida deja sin ejecución a 737 presos condenados a muerte, entre ellos a 40 de nacionalidad mexicana, de acuerdo con las cifras que proporcionó la cancillería mexicana el año pasado.
California es el estado con más mexicanos hasta ahora condenados a muerte, invariablemente acusados de homicidio con agravantes, o de primer grado.
El gobernador calificó de “un fracaso” el sistema de pena de muerte de California.
Las actividades se suspendieron hace poco más de diez años cuando ONG demostraron que el método causó sufrimientos insoportables a los ejecutados.