Cada década llega con sus afanes, sus desafíos, sus sueños, carcajadas y hasta con sus tristezas. Todas, experiencias invaluables que nos ayudan a ser las que somos hoy en día
La presentadora Mónica Fonseca no le teme a la edad y confiesa vivir al máximo cada momento.
“Empecemos por ¿cómo me imaginaba a las mujeres de 30 para arriba cuando estaba en mis 20? Evidentemente muy diferentes a lo que son hoy en día. Para mí, una mujer de 30 para arriba ya había vivido todo y había hecho lo más divertido en sus 20. Tendría responsabilidades aburridoras y poca proyección a futuro, porque ese ya era el futuro. Por lo menos eso pensaba yo… ¡qué bestia!
Estaba pasando buenísimo en mis 20 y qué pereza tener que subir ese piso que en mi cabeza significaba un ‘hasta aquí fue, porque ahora seré una señora grande’. Pues llegué a los 30 y seguía siendo una mujer muy joven, con un poco más de sabiduría y conocimiento, una ‘Mónica’ más tranquila, la que entiende que se pierde mucho tiempo discutiendo con oídos sordos y la que tiene la calma y la paciencia de oír la contraparte.
Llegué con una ‘lipotusa’ que me recibió delgada de cuerpo, un poco débil físicamente, pero fuerte de espíritu y mente. No sería sino hasta el tercer piso cuando me encontré de frente conmigo misma. Desnuda de alma, con frío en el cuerpo, pero con una luz interior que me iluminaba cada paso. Comencé por entender la importancia de las relaciones humanas. Sencillito. Sin ellas no habría sido capaz de ponerme de pie y caminar hacia el siguiente destino. Era una fémina con una historia personal que me hacía única.
A los 30 y algo conocí para qué servían las cremas hidratantes, las antiarrugas en la noche, el bloqueador para el día y el ejercicio… Porque ahora ‘sí toca’ no comer pesado después de las 6 p. m., y la visita semestral al dermatólogo es obligatoria. A esta edad el sexo es una delicia porque es más tranquilo. Me explico: uno es grande. Todo es más libre. Esta década me invitó a conocer a un maestro como ningún otro: mi hijo. Un jovencito que me recuerda la importancia del respeto por la individualidad y lo sagrado que es tener una infancia sana y bien asesorada. Pero también está Juan Pablo, un gran personaje que forma parte d esta historia. Con él somos alumnos de la vida, todos los días, sin excepción.
Mi invitación a las que llegan a esta década es: ¡pilas, pues: si se adelantan al tema del ejercicio se hacen el favor de la vida! Si le trabajan al amor propio, a perdonar, perdonarse, aprender, crecer en espíritu y conciencia, esta década será más divertida. Los 30 son regios, productivos, lucrativos y la época perfecta para seguir sembrando sueños”.