Siempre he tenido suerte. Cada trabajo por el que he pasado me ha dejado muy buenos amigos y recuerdos, pero he de aceptar que cada experiencia ha sido totalmente diferente. En el primer lugar al que llegué me reía casi todo el tiempo, lo malo, era que, de diez bromas, cinco eran comentarios machistas que para mis compañeros eran ‘inofensivos’.
En el segundo lugar, ni tiempo me daba para platicar, pero nunca había leído tanto como allí y ahora, en mi tercer empleo puedo decir que he encontrado algo muy especial.
Cuando supe que todas mis compañeras eran mujeres, me dio un poquito de miedo, porque… ya saben, dicen que somos ‘difíciles’. Para sorpresa mía, fue algo que fluyó muy lindo desde el primer día y lo mejor de todo, es que no se quedó en la amabilidad forzada del comienzo, sino que cada día descubro cualidades y razones para amar trabajar con ellas.
Nos mueve la curiosidad
Cada platica se convierte en un debate del que muchas veces sales con más preguntas que respuestas y lo que parecía algo totalmente superficial tiene caras que no habían sido vistas.
Nos importan los detalles
Hay detalles que para cualquiera serían irrelevantes, pero ellas saben que al final del día todo suma y tenemos que esforzarnos por hacer lo mejor que podamos.
Compartimos experiencias
Cuando una de nosotras tiene un problema, las demás hacen lo que pueden para apoyarte y aconsejarte. Casi siempre, a alguna le ha pasado algo similar y no dudarán en decirte lo que hicieron para sentirse mejor.
Siempre tendrás en quién confiar
Si un día te levantas sin saber por qué tu cuerpo está actuando de forma extraña, siempre puedes confiárselo primero a ellas. Todas sabemos que cuando eso pasa, morimos por contárselo a alguien y aligerar lo que sentimos en nuestro pecho.
Son buenas estrategas y un verdadero equipo
Cuando vemos que algo no anda bien, hacemos planes para hacer que funcione… y si no funciona, planeamos algo nuevo para probar hasta que pega. También creo que son muy empáticas, cuando alguna se siente sobrepasada por el trabajo, antes de que puedas pedirlo, habrá alguien que se ofrezca a ayudarte.
Comer juntas es una mini-aventura todos los días
Salir a comer se disfruta más cuando lo haces con amigas. Todos los días vivimos experiencias diferentes con solo salir, respirar aire fresco y servirnos el agua de Jamaica, podría parecer lo más cotidiano, pero definitivamente es uno de los momentos más lindos del día. Siempre tenemos muuuchas cosas que platicar.
Estas son algunas de las razones por las que amo trabajar con mujeres, ¿cuáles más se te ocurren?