La formación docente

Véritas Liberabit Vos

Una de las principales aspiraciones de  la reforma del Sistema Educativo es la de formar alumnos capaces de tener un mayor grado de independencia intelectual, que tengan la preparación y la actitud de aprender por sí mismos, de saber qué hacer con el conocimiento aprendido en las aulas, que desarrollen las competencias y que estén dispuestos a seguir estudiando una especialidad o postgrado.

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Mencionarlo así puede resultar sencillo, mas sin embargo la experiencia dice que no es tan fácil llevarlo a la práctica, ya que para ello se requiere entre otras cosas contar con docentes que tengan esos mismos requerimientos, pero en un nivel mucho mayor, haciendo así evidente la enorme necesidad de una formación y orientación pedagógica que lleven el conocimiento a un nivel mucho más elevado que la propia transmisión de información.

Ante esta situación se impone como uno de los principales  reclamos para la formación de docentes lograr que posean, desarrollen o perfeccionen estas características. Ello nos lleva a repensar los diversos programas, estrategias y modalidades de formación docente, para hacer de ellos no solo un medio de trasmisión de contenidos teóricos o conceptuales, que sin dejar de ser valiosos, quedan desarticulados sino poseen también el desarrollo de habilidades, hábitos y actitudes orientadas a los objetivos antes mencionados.

Por supuesto que no bastará con la programación de cursos de métodos y técnicas pedagógicas y didácticas, sino que se requiere de ir mucho más allá. Incluye también el romper con las inercias de algunos profesores que se conforman con ser simples repetidores de una misma asignatura durante años, si no que se debe favorecer una práctica docente innovadora, que provea de información valiosa, pero que también ayude a vincular de una forma natural al alumno con el medio laboral al que pronto tendrá que interesarse, para que estos tengas las capacidades suficientes para intervenir de manera decidida y eficiente en los grandes cambios que la Reforma educativa impone en este tiempo actual donde la tecnología y las técnicas van en un aumento acelerado..

La propuesta  es que los mismos docentes adquieran una sólida madurez intelectual que los faculte en el dominio de su ciencia particular, pero que al mismo tiempo le provea de los principios generales y la teleología del acto educativo, que es, al final de cuentas, la formación integral plena de sus alumnos. Además, que esté dispuesto a una permanente auto educación, teniendo presente que tan importante es la adquisición de nuevos conocimientos como la adecuada integración y organización con los actuales, eliminando los obsoletos, y, como nos advertía el gran educador mexicano  Luis Garibay Gutiérrez en sus “Temas esenciales de la educación” donde establecía que uno de los grandes retos de la Educación era enseñar a los jóvenes a volver a pensar, a desarrollar al máximo todas las potencialidades intelectuales, físicas, espirituales es decir todo su ser de una manera armónica, sin perder nunca el rumbo que da una sana posición ante la vida, marcado por un criterio que permitía informarse, aprender, inquirir, conocer y pensar por sí mismos.

Esta es una de las grandes tareas que conlleva la formación docente que es precisa y clara como una herramienta para preparar a una misión que es trascendente ya que el maestro trata con seres humanos, con almas que buscan una elevación intelectual y que llegará a él como una “tabula rasa” donde el escultor grabara en ella con paciencia y esmero las letras de la ciencia y la sabiduría, no por nada etimológicamente Docente significa (aquel que Da la Ciencia) y discípulo de aquel niño que aprende (discere puelles).

Es por ello que la Reforma Educativa ha trazado estrategias importantes para esta actividad fundamental en el desarrollo de nuestro país, y que conforme se realice con el apoyo de todos los sectores involucrados, los resultados positivos en materia de Educación estarán próximos.

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