Vasconcelos, el gran educador mexicano

Véritas Liberabit Vos

El legado educativo de Don José Vasconcelos Calderón es por demás ilustrativo, el llamado “Maestro de las Juventudes” reafirmo el espíritu propio de nuestra idiosincrasia latina manifestando su conciencia y orgullo por la cultura mestiza hispanohablante con sus raíces propias que quedaron plasmadas en el lema que orgullosamente da marco al escudo de la Universidad Nacional Autónoma de México de la cual fue Rector en 1920: “Por mi raza hablará el espíritu” digna idea que refleja ese sentir hispanoamericano como una nueva expresión de los destinos humanos de un país fuerte que destaca con luz propia en el concierto de las naciones.

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Vasconcelos aparece en un período conformado con el enfrentamiento de las posturas educativas positivistas que tanta influencia tuvieron en el grupo porfirista conocido como Los Científicos que fue confrontado por aquellos jóvenes que junto a Vasconcelos integraban El Ateneo de La Juventud donde se rechazaba el positivismo comtiano y el determinismo spenceriano innovaciones pedagógicas que llevaban en aquellos años a una educación racionalista pasando por los límites del socialismo, posturas que no eran compatibles con el espíritu de nuestra nacionalidad.

Así en aquellos años este ilustre educador plasma en obras como Ulises Criollo y La Raza Cósmica la visión del Ser, Mundo y Vida que corresponde a esa propuesta impregnada de la concepción filosófica de América Latina por un lado heredera de la base europea milenaria y por otro la aportación de una tierra mágica y rica en tradiciones y color como lo era la de los antepasados indígenas y que en conjunto forjados en el crisol del sincretismo  da como resultado un germen de integración sociocultural naciente que ve con temor el avance de las corrientes hegemónicas tanto en lo económico como ideológico de los anglosajones.

Por eso no es de extrañar que Vasconcelos conocedor de las corrientes  educativas de boga en el mundo, y del peligro que para naciones de nueva formación representaban el empirismo de una escuela pragmática donde el alumno era considerado más como un número que como un ser dotado de cuerpo y alma, propusiera un plan aplicable a cualquier país iberoamericano, era preciso asentar nuestro desarrollo en las sólidas raíces que dieron origen a nuestro Continente, una Educación universal centrada en los valores de Occidentales y en la Filosofía Perenne basada en los valores culturales, éticos y estéticos donde el nivel educativo es un elemento básico para el desarrollo integral del individuo y por consecuencia para la Nación.

Desde su ministerio como Primer Secretario de Educación (1 de octubre de 1921 al 27 de julio de 1924) promovió como uno de los puntos principales la lectura de los libros clásicos del mundo europeo occidental, por lo cual impulsó la edición económica de obras como La Ilíada, La Odisea, Las obras de Platón, Esquilo, Lope de Vega Cervantes, Calderón de la Barca, Galdós entre otros los cuales eran llevados a los diferentes rincones del país por los mismos maestros rurales a quienes siempre consideró como verdaderos apóstoles de la pedagogía, conociéndose a esta labor como las Misiones Culturales, y en apoyo a los niños se promovió los desayunos escolares.

El impulso a la lectura vino acompañada de otras manifestaciones del arte estético como lo fue el muralismo donde México destacó con personajes de la talla de David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, José Clemente Orozco, Gerardo Murillo más conocido como Dr. Atl quienes destacaron en el México postrevolucionario dejando una inmensa obra pictórica que engalana muchos de nuestros más preciados edificios y que son motivo de orgullo ante el mundo.  Baluarte para dar un sentido más global a la visión educadora, fue la creación de las embajadas culturales donde se promovía el intercambio de destacados estudiantes mexicanos hacia países de América Latina para la interacción con lo más granado de la intelectualidad de aquellos tiempos en esos lares.

Tal como lo vemos la influencia educativa de Don José Vasconcelos es por demás importante en el desarrollo de nuestro país, sus obras no pierden actualidad, por eso en este ámbito su libro “De Robinson a Odiseo” (1952) donde hace una esmerada comparación del Robinson con las influencias que solo posee el tesoro del conocimiento para él con el Odiseo de la mitología que infundado de impulso y voluntad cruza los mares desafiando todos los obstáculos para lograr su objetivo que en este caso es la Educación.

Hoy se recuerda a este gran Educador que a más de 56 años de distancia de su partida son vigentes aún las bases de su pensamiento académico, renovado lógicamente por las circunstancias contemporáneas. “No somos Robinsones en el seno de la cultura, sino herederos de conocimientos inconmensurables”.

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