Con visión ciudadana
A la fecha algunos bancos y casas de cambio de referencia, ya vendían el billete verde en unos francamente escalofriantes 19 pesos, si pensamos en la pasada crisis económica de 2008 que llevó el tipo de cambio de los 10 pesos a los 13, 14 y casi 15 durante algún tiempo, podremos hacer memoria del fuerte golpe económico que significo la depreciación de nuestra moneda, diversos bienes de consumo vieron incrementos realmente considerables en sus precios de venta, desde electrónicos hasta vehículos siendo estos últimos donde fue más sensible el cambio puesto que algunos vehículos se volvieron hasta un 30 % más costosos, precios por cierto, que nunca volvieron atrás y tomando en cuenta el panorama actual no me extrañaría que pasara algo similar y es que es perfectamente entendible, un vehículo “económico” que en Norteamérica cuesta 12 mil dólares debería tener un precio solo por el tipo de cambio de más de 230 mil pesos, y eso es hablar de vehículos de los más vendidos en el país, subcompactos como Vento, Versa, Aveo y demás.
Desde hace algunos días el discurso siempre “positivo” del Presidente del Banco de México, Agustín Carstens, cambio de una dialéctica positiva, de movimientos acertados, de posición privilegiada para enfrentar una posible crisis a un mucho menos alegre y considerablemente más realista “ debemos prepáranos para una crisis potencialmente severa y de consecuencias violentas” o en palabras más sencillas el tren se dirige directamente a nosotros y no podemos poner ni las manos, empiecen a mentalizarse, ojalá las palabras del peso pesado de la política económica en México tuvieran un sentido diferente, que por alguna cuestión ajena erró en la selección de palabras, pero ante una economía norteamericana que se fortalece, una China que se debilita continuamente y la sensible falta de competitividad de nuestro país, el escenario si pinta desalentador.
Así que efectivamente amigo lector, vienen tiempos de cólera para todos nosotros, tiempo de poner en orden nuestras finanzas y prepararnos para más tiempos difíciles, al parecer no hay otro destino.