A 37 años de haber sido acusado y sentenciado por la muerte de sus abuelos, el político nayarita asegura que no tiene antecedentes penales «y no lo digo yo, lo dice el Estado»
Gilberto Flores Alavés, autor del libro «Beso Negro», vino a la redacción de El Sol de San Luis para dar la primicia: se hará una película de su obra literaria que versa sobre parte de su vida personal y familiar, pero además actuará en ella.
A 37 años de haber sido acusado y sentenciado por la muerte de sus abuelos, el político nayarita Gilberto Flores Muñoz y su esposa la escritora Asunción Izquierdo, por lo que pasó 12 años en el reclusorio Oriente de Santa Martha Acatitla, el hoy empresario y político priísta asegura que no tiene antecedentes penales «y no lo digo yo, lo dice el Estado».
El hombre que a finales de los años setenta fue noticia nacional, cuando apenas tenía 20 años, por el crimen de su abuelo que fue director de la Comisión Nacional de la Industria Azucarera, y que había sido senador de la República, gobernador de su estado natal Nayarit, y secretario de Agricultura, entre otros cargos, y el de su esposa, hoy se siente con la obligación de contar su historia, de honrar a sus abuelos y a sus padres, y desenmascarar a una parte de su familia para demostrar que el infierno también se vive afuera de una cárcel.
Trae consigo las heridas de la prisión, los años en calabozos oscuros, su relación con personajes siniestros como «El Chapo» Guzmán cuando no era el personaje que hoy es, procesado como asaltabancos. «En prisión le conseguí el salvoconducto para que acudiera al gimnasio», recuerda. Porque «los delincuentes en una prisión no vienen de Marte, sino de una sociedad donde no sirven los colegios caros ni la religión, que es mal entendida para encubrirlos».
Recuerda siempre en el diálogo a su padre, el prestigiado médico Gilberto Flores Izquierdo, fallecido recientemente, en el año 2012.
Esta es la segunda visita a El Sol de San Luis, la primera fue en 1992 para entregarle a nuestro director licenciado José Angel Martínez Limón un ejemplar de su libro «Beso Negro», que ha tenido una gran trascendencia, como la primera tesis en la Universidad Iberoamericana reconocida por la Comisión Internacional de Derechos Humanos y el Instituto Nacional de Ciencias Penales, donde se ha valorado su aplicación en readaptación social. Además, en Chile ha servido para las investigaciones académicas como instrumento sociocriminológico y novela testimonial.
SU PADRE LE SALVO LA VIDA A LOPEZ PORTILLO
Flores Alaves asegura que su padre donó las regalías de un aparato que se usa para las hemodiálisis, intervino quirúgicamente a personajes importantes de este país como el ex presidente José López Portillo, le salvó la vida a su propia hija, quien después lo traicionó. «Mi padre estuvo siempre conmigo, me acompañó en mi huelga de hambre en prisión, creyó en mi inocencia, hubiera dado la vida por mí y se hubiera quedado en mi lugar. No quiero que salgas hecho una porquería, en la cárcel no te puedo ayudar, busca los recursos, me dijo».
En la larga charla de casi dos horas narró la vida de un sobreviviente de la prisión, pero asegura que ése no es el episodio más duro de su vida, sino la pérdida de sus abuelos. «Sí, hay un Dios, porque no hubiera podido resistir la muerte y ausencia de mis abuelos si no me meten a cárcel; la celda me dio luz, me llevó a una evasión de la realidad, fue como una aspirina o un anestésico de mi corazón».
Gilberto, ahora de 55 años, afirma que estudió filosofía y letras, tiene varios diplomados en teatrología, dirección de arte, actuación, teatro en movimiento. Y hoy está preparado para actuar en la película sobre su historia, «para eso estudié, la película la producirán empresarios socios míos, y hay carta de intención para la distribución de Imcine y Warner Brothers. «Es el destino, yo no lo escogí, pero además estoy en negociaciones para la publicación mundial de la película cuyos guiones son míos, denominada Sangre de mi Sangre, el caso Flores Muñoz, sobre el doble parricidio».
Destacó que éste será el punto final donde se van a tocar todos los temas, «pero Beso Negro será desde el punto de vista dramático, la extrapolación de los niveles de realidad en una triología, van a ser flashes y solvencias de lo que es Gilberto en la cárcel con ciertos visos de por qué está bien, no es porque sí, somos supervivientes, por eso Gilberto Flores Izquierdo bajo tierra puede estar orgulloso de mi».
Gilberto Flores Alavés es gestor en Nayarit, político de gestoría sin ningún cargo público. Tiene el nombramiento de Delegado Nacional del CEN del PRI que le expidió Luis Donaldo Colosio, a quien llama el «mártir Colosio». «Pero vengo a San Luis en agradecimiento a la familia, en especial a mi tía Gloria Izquierdo de Rosillo, quien fue la segunda madre de mi padre, su formadora profesional, y cuando tuvo la desgracia de perder a sus padres ella lo acompañó en la tragedia, cada ocho días viajaba a la ciudad de México, se encargó de mi defensa, dio la cara por mi, amó a mi padre».
Sin embargo, hace una fotografía de su familia disfuncional, «de lo que llega a provocar el dinero».
ESCRITO VISIONARIO SOBRE UNA FAMILIA DISFUNCIONAL
«Cuando mi padre muere deja un escrito casi visionario sobre lo que iba a ocurrir con su familia disfuncional; en el 2009 ya había desheredado a mi hermano Alfonso Flores Alavés porque le exigía cuentas de sus haberes económicos; mi padre fue generoso, le proporcionó estudios en Mexico y en el extranjero, le dio casa, automóviles, no tiene carrera y se casó muy joven. Mi padre se hizo cargo de esa familia, y como mi hermano no logró sus objetivos, le faltó al respeto al grado de mentarle la madre; mi padre lo desheredó».
«Soy el primero de sus hijos, después mi hermana Alicia Flores de Fernández Alonso, luego Patricia Flores de Olsen, en tercer matrimonio, y Alfonso Flores Alavés, casado con Elvia Pedrón. Es una triste historia de familia, llena de traiciones, engaños y robos».
Asegura que las joyas de su abuela, valuadas en millones de dólares, le fueron heredadas a su padre y éste a su vez se las dejó a él, pero un año cuatro meses antes, cuando su padre todavía estaba vivo, las alhajas fueron robadas por su hermana Patricia en complicidad con Alicia. «Mi madre se dio cuenta y le exigió que las regresara, pero lo único que consiguió es que su propia hija le colgara el teléfono».
El actual director general de los Legionarios de Cristo, Eduardo Robles Gil, «recibió a mi madre con el expediente de despojo, ya que mi hermana y el que se decía mi mejor amigo, Francisco Fernández, se ocultaban en la Legión y le dijo: señora, se tiene que preparar porque la robaron sus hijas. Mi padre siempre le dijo a mi madre: eres una mujer que tamiza con su religión la realidad, no es cuestión de perdón sino de ponerte a salvo, y el único que te puede ayudar es Gilberto».
No hay humanismo cuando hay dinero de por medio. «Esto es una lección y denuncia para las clases adineradas de este país que usan a la religión en contra de lo que dice el Papa Francisco, «el que toque a mi madre le suelto un puñetazo».
Fui amigo del padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios, él no hubiera permitido esto, gracias a la formación irrestricta que recibí de él, porque los hombres somos enteramente buenos o enteramente malos, y hablo de la persona buena, y una gente que está designada y que no me consta de lo que lo acusan -pederastia- que me ayudó, estuvo en la cárcel, me visitó, fue con el Presidente y fue testigo de mi juicio».
En «Beso Negro», cuenta la traición de sus tres hermanos -dos mujeres y un hombre- a sus padres, el abandono de la hija de una de ellas «a quien voy a rescatar de las garras de un stripper»; la agresión y humillación que le hizo su mejor amigo a su madre en el gimnasio de un edificio de departamentos en Acapulco, el intento de despojarla de todo, el abandono porque nunca la fueron a ver en su operación. Todo lo que pasa en una familia como la mía, se verá en Beso Negro, la película».
Gilberto Flores no se guarda nada, habla de cada uno de sus familiares, de los Alavés, de sus primeros hermanos cómplices del despojo, de lo mal agradecidos que han sido sus cercanos. «Tengo una buena salud mental, no niego las heridas de la prisión, los momentos de frustración, pero lo más doloroso es que hayan mancillado a mi madre; si no se sabe respetar las conductas del sentimiento y las fibras sensibles del hombre, se vuelven delincuentes».
También hizo una amplia exposición de la historia que envuelve la Librería Española, en la calle Manuel José Othón, a un costado de Catedral; es la librería mas antigua del país, dice, y y es evidente el cambio por desconocimiento, podrían ganar los actuales dueños más dinero con la historia que con la modernidad mercantilista; «mi abuela decía: yo vine a México a traer cultura, y no le pueden cambiar el nombre por «La Española», eso es despectivo, no es La Comer, con todo respeto.. .y además, pintada con un verde perico…