El mundo está en alerta por una enfermedad que está atacando los sembradíos de plátanos y que ha puesto en riesgo de extinción esta fruta.
Se le conoce como la “enfermedad de Panamá”, que se ha extendido desde Asia a diversos continentes; no ataca al fruto (que se puede comer incluso si el platanero está infectado), sino al árbol. Hasta ahora no hay pesticida que pueda acabar con la plaga que puede diseminarse fácilmente incluso en las suelas de los zapatos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ha advertido que de no actuar con rapidez, además de extinguirse el plátano Cavendish, los precios del fruto se incrementarían.
Actualmente, el Congreso Internacional sobre el Banano ya estudia qué medidas tomará al respecto y ya se realizan experimentos en China y Taiwán para encontrar una variedad de plátano más resistente.
En México, Tabasco, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Nayarit, Guerrero, Jalisco, Michoacán y Colima son los principales productores de plátano y el 95% de su producción se destina al mercado interno.
En serios problemas desde 1965
En la década de los sesenta, en el mundo comíamos mejores plátanos. Sabían mejor. Eran más suaves y cremosos. Duraban más. Se le conocía como plátano Gros Michel, pero en 1965 se declaró extinto debido a la enfermedad de Panamá, que empezó en Centroamérica y se esparció por todo el mundo, obligando a quemar las plantaciones del fruto.