Los mexicanos pagan por gasolina de una calidad que afecta su salud. A pesar de la versión del Gobierno federal, especialistas consultados sostuvieron que la empresa productiva al servicio del Estado Petróleos Mexicanos (Pemex), hasta ahora el principal distribuidor de gasolinas en el país, ha contribuido a las recientes crisis de contaminación ambiental en la Ciudad de México.
Alertaron que no sólo se estancó la productividad, sino también la calidad del combustible. Mientras en enero de 2014 Pemex Refinación produjo un promedio de 438 mil barriles diarios, dos años después el mismo mes reportó 375 mil barriles diarios.
«Cualitativamente sí hay diferencia entre la gasolina que se vende aquí y en otros países, la que se vende en Estados Unidos no tiene plomo, la nuestra sí», dijo Miriam Grustein, académica del Centro Rice University.
El aire en la Ciudad de México se ha visto impactado por la calidad de los combustibles que se usan, estimaron expertos de la organización civil El Poder del Consumidor (EPC).
«Definitivamente ha sido un factor. Si no tenemos diesel ultra bajo azufre no vamos a poder migrar una tecnología más eficiente en el control de emisiones. En esto vamos 22 años atrás con respecto a las mejores prácticas internacionales por la falta de este diesel», afirmó Stephan Brodziak, coordinador de calidad del aire y seguridad vehicular.
El experto aseguró que Pemex ha sido abandonado y esto impacta en la salud de los mexicanos, porque la capacidad de refinería no ha estado a la altura de procesar petróleos pesados.
«Se afecta principalmente de las vías respiratorias superiores, pero también entran al sistema cardiovascular por los pulmones. Estamos hablando que más del 90 por ciento de las partículas ultrafinas no las exhalamos, una que vez entran al cuerpo ahí se quedan», dijo Brodziak.
La empresa productiva al servicio del Estado se ha quedado sin capacidad para mejorar la eficiencia; lo que a su vez ha generado la necesidad de hacerle recortes presupuestales, explicó Grustein.
«La verdad es que no es bueno tener refinerías. Son contaminantes, grandes, riesgosas y caras. Australia no tiene refinerías, ellos importan su gasolina del sureste asiático», comparó la analista.