La verdad… sea dicha
Mis andanzas con el gran maestro Rubén Esparza
Llegué al moderno edificio acompañando a un extraordinario guitarrista, don Rubén Esparza, repertorista de los artistas más importantes de este país. El lugar era un exclusivo gimnasio de la colonia Polanco en la Ciudad de México. Subimos una escalera de madera muy elegante, para luego ser recibidos por una atenta señorita que nos indicó que Elizabeth nos atendería en un momento. Un día antes, en el modesto estudio del maestro, ubicado en Tepepan, muy cerca de Xochimilco, encantado apreciaba las fotos que colgaban de la pared, esto mientras el maestro Esparza disfrutaba de un rico desayunito, antes de recibirme; eran fotos en verdad interesantes, el maestro con José José, con Marco Antonio Muñiz, con Lola Beltrán, María de Lourdes; con María Félix, una imagen única donde la Doña mostraba su pose de diva, y el maestro Rubén aparece con su guitarra cantándole muy al oído, cuánto habrá disfrutado don Rubén ese encuentro con la gloria del cine nacional; lástima que el maestro es invidente y no gozó de la esplendida belleza de María, aunque seguramente el virtuoso de la guitarra conoció de la sensibilidad y la belleza del alma de la ya desaparecida actriz, un don que dicen, suelen desarrollar las personas que no pueden ver.
Me cité con el maestro Esparza para que me hiciera el favor de grabar una canción mía con el acompañamiento de su extraordinaria guitarra, para mi fortuna él aceptó inmediatamente. Luego de platicar un poco, ya en asuntos generales, me preguntó si no estaba interesado en conocer a Elizabeth Aguilar. Me quedé con el ojo cuadrado. Se refería a la Playmate mexicana, la primera mujer de nuestro país que se desnudó para la revista del conejito. -Vamos, le doy a ella la clase de canto y de pasada usted le muestra sus canciones- Me insistió. El Maestro Rubén Esparza es un hombre con un gran humanismo no sólo trabaja con los cantantes y artistas famosos, también lo hace con los jóvenes que empiezan una carrera artística; él dice que a los consagrados les cobra muy bien por sus clases, pero con los que empiezan a veces tiene que darles para los camiones; su sencillez es admirable, fue la primera guitarra de don Vicente Fernández, descubrió a Ana Barbará, y también a trabajado con don Eric del Castillo, con Viola Trigo, y por muchos años acompañó a Irma Serrano, de quien me platicó algunas anécdotas jocosas que algún día le contaré a detalle amigo lector. Estábamos instalados en unos cómodos sillones negros de piel, cuando hizo su aparición Elizabeth Aguilar, un portento de mujer, vestía unos mallones de licra que hacían lucir su esbelta figura, y una blusa sport escotada que dejaba apreciar sus atributos personales. Sin duda, en ese entonces, una mujer espectacular; alta, de piel morena clara, con unos ojos grandes, negros, muy expresivos; unos labios carnosos, y con una espalda que al remate del cuello dejaba lucir unos lunares sexis que invitaban a soñar. Para qué le digo más, Elizabeth era una diosa. Saludó al maestro Esparza, él me presentó con ella, le dio la clase, y descubrí que lo suyo no era el canto. Ni hablé de mis canciones. Elizabeth Aguilar, hizo una importante carrera como actriz en cine, en televisión, en teatro, incluso grabó algunos discos bajo la dirección del Maestro Rubén Esparza, bien por ella. Nos despedimos, y me quedé con un grato recuerdo de la escultural estrella.
El pintor José Luis Cuevas y su boda en Tepic
Cómo pasa el tiempo, hace doce años el gran pintor, escultor, dibujante y escritor José Luis Cuevas, se casó con Beatriz Bazán justamente aquí en Tepic, en un enlace matrimonial muy singular, un rito tradicional huichol efectuado en la explanada del Cerro de la Cruz; sí el mismo cerro que ahora las autoridades de Protección Civil han encontrado como un espacio peligroso para la ciudad y toda la gente que vive bajo sus faldas, pues hay el temor de que en cualquier momento pueda desmoronarse. Bueno, volviendo a la dichosa boda, resulta que a 300 metros de altura sobre el nivel de la ciudad de Nervo, don José Luis y su amada mujer ataviados con sus trajes huicholes decidieron sellar su amor, él como un wirràrrika y ella como una okari wirràrika; de aquel romántico acontecimiento han pasado muchos años, la vida de esta pareja no ha sido nada fácil, dicen que por la negatividad de las hijas del pintor, que no aceptan que su padre se haya vuelto a unir en matrimonio con una mujer. El escándalo de esta familia ha llegado a las primeras planas de los más importantes diarios del país y el mundo, porque según el pintor, sus hijas buscan el interés económico mediante la mentira y la difamación. Pero lo que es muy claro es que nada ha sido un obstáculo para que José Luis Cuevas a sus 81 años siga amando a su adorada Beatriz, muy a pesar de sus achaques, y el paso de los años que nos caen como una loza conforme vamos llegando a más edad. Y es que, en términos generales, hablando del matrimonio, la vida de pareja no es fácil para nadie, cuando uno se casa piensa que la felicidad es un ingrediente más que llega con las felicitaciones y los regalos del primer día de boda, vaya error, la felicidad es algo que se busca y que se cultiva con nuestras positivas acciones de todos los días; empezando por aceptar que la mujer o el hombre con quien amanecemos por primera vez es un ser humano con virtudes y defectos, que piensa y transita de manera independiente, que puede comulgar con muchas de nuestras ideas, pero que al final no somos esclavos el uno del otro; la libertad, como tal, nunca debe coartarse así sea en el casorio, es, dicen los viejos amantes, el principio del fin. Yo no sé todavía cuál sea la fórmula de una unión duradera, de un “hasta que la muerte nos separe”, unos amigos con 50 años de matrimonio me han dicho que la tolerancia y el amor verdadero es lo que da la longevidad en el matrimonio. Habrá que creerles. Para comentarios robleslaopinion@hotmail.com