“Eso me parecía un vacío en mi formación y de ahí mi afán por encontrar un algoritmo capaz de tomar una frase en wixárica y hacerla entendible en español”, dijo el joven universitario
Jesús Mager Hois tiene herencia alemana por vía materna y wixárica (o huichola) por la paterna, y aunque aprendió a hablar con fluidez el idioma de su madre, del de su padre sólo aprendió a decir pocas cosas, como hola o adiós. “Eso me parecía un vacío en mi formación y de ahí mi afán por encontrar un algoritmo capaz de tomar una frase en wixárica y hacerla entendible en español”.
El interés del joven fue tal que inició este proyecto a la par de su maestría con el cual obtuvo el grado en Ciencias de la Computación, además del mérito de ser el autor del primer traductor automático para una lengua de la familia yuto-azteca —que incluye al tarahumara o al náhuatl, entre otros—, lo que sienta un precedente para iniciativas similares en esta rama.
“Sin embargo, nunca me planteé ser pionero en el campo, lo hice porque siempre he creído que tender puentes entre diferentes formas de comunicarse permite acercar culturas, textos e ideas. Fue hasta que me adentré en el tema que vi que no había casi nada en cuanto a procesamiento de lenguaje natural en idiomas originarios, por lo que comencé a explorar las posibilidades y aplicaciones de esto”.
El resultado de sus esfuerzos es un traductor albergado en los servidores del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM que, por estar en la red, puede ser consultado por cualquiera en cualquier lugar, como han constatado en Zoquipan, un poblado enclavado en la sierra de Nayarit, donde cuatro quintas partes de sus habitantes son hablantes indígenas.
“Ahí tengo a mucha familia y amigos, quienes también han colaborado para ir perfeccionando mi trabajo, pues uno de los problemas que encontré es que hay poco material escrito en wixárika que pudiera servir como texto-ejemplo, por lo que sus aportes y observaciones han sido esenciales”, apuntó.
Aunque desarrollado mientras cursaba su maestría en la UAM Azcapotzalco la idea del traductor automático se remonta a los años en que Jesús estudiaba la carrera de Informática en la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM.
“Entonces me interesaba mucho determinar qué algoritmo era el más efectivo para encontrar el mejor camino entre dos nodos (o una trayectoria de costo mínimo, como dicen los teóricos), el A* —se lee A estrella— o el Fringe Search, y a esto dediqué toda una tesis”.
Con base en sus indagatorias de licenciatura, Jesús escogió el algoritmo A* como la mejor vía para tender un puente entre dos lenguas tan dispares como el castellano, que es indoeuropeo y polisintético, y el wixárika, de la familia yutonahua y aglutinante.
“Que sean tan diferentes en cuanto origen y estructura complicó el escenario pues como las discrepancias son muchas y las semejanzas pocas, se dificultaba trabajar a partir de reglas de construcción, por ello el doctor Meza me recomendó intentar traducción estadística, es decir, con textos-ejemplo a fin de determinar la mayor probabilidad de que una frase en castellano y otra en huichol se correspondan, pero como hay poco material en este último debimos probar rutas poco ortodoxas”.
Para Mager crear estas herramientas es una manera de democratizar tecnologías. “Parece que en este renglón hay lenguas de primera y de segunda y eso es excluyente: al operar un celular, por poner un ejemplo, requieres español o inglés, pero alguien de un pueblo originario que no habla ninguno, ¿qué puede hacer?”.
De ahí que este traductor automático haya sido acogido con entusiasmo tanto por los habitantes de Zoquipan, como por los de San Andrés (Jalisco), donde también ha sido probado a fin de optimizarlo, ya que el proyecto está aún en periodo de ajustes.
“De hecho, hemos invitado a la gente de estas comunidades a enriquecer nuestro conjunto de frases, pues tenemos variantes como la de Nayarit o la de Santa Catarina en las que es preciso ahondar. Afortunadamente los wixaritari han mostrado disposición y ven la utilidad de esto, en especial ahora que la legislación establece que los documentos oficiales deben estar en lenguas indígenas y que los juicios deben desarrollarse en idiomas originarios”.
Sobre la experiencia, Jesús dice que ha sido aleccionadora más allá de lo académico, pues lo llevó a conectarse más con sus raíces. “Antes visitaba Zoquiapan de vez en cuando y ahora lo hago dos o tres veces al año; además, de las pocas palabras en wixárica que sabía hasta hace poco hoy puedo armar frases complejas y comunicarme mejor. Eso ha sido un extra y un gran aprendizaje”.