Ahora el segundo debate

Véritas Liberabit Vos

Este pasado domingo 20 de mayo se cumplió el plazo propuesto por el Instituto Nacional Electoral (INE) para llevar a cabo el segundo debate de una serie de tres que los candidatos a la Presidencia de la República sostendrían para externar sus puntos de vista y propuestas de campaña; en esta ocasión en materia de México ante el Mundo con los temas de Política Exterior, Migración, Seguridad Fronteriza, Libre Comercio, debate realizado en Tijuana Baja California una ciudad donde estos temas son materia de consumo común cada día del año y de vivencias continuas en una relación directa con el país vecino, la fronteriza Tijuana, escenario de hechos y vidas importantes que al escudriñar se dejaba sentir aquel viento de inicio de primavera de 1994 donde en Lomas Taurinas se escribiera una de las páginas trágicas de la historia política contemporánea del país, ahora eran otros tiempos.

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Así como el primer debate fue con una dinámica distinta a los llevados a cabo en contiendas anteriores, el segundo volvió a añadírsele un rasgo diferente en su ejecución, esta vez dos moderadores y un auditorio en vivo con 42 ciudadanos radicados en dicha ciudad elegidos en forma aleatoria dentro del padrón electoral, con intención al voto pero aún sin haberse decidido formalmente por el candidato de su elección, de ellos habrá cuatro que harán de viva voz una pregunta a los candidatos la cual será manejada por los moderadores de acuerdo a la metodología establecida.

Igual a diferencia del primer debate el número de candidatos se veía disminuido, días atrás la candidata independiente Margarita Zavala había declinado y dejaba el escenario para que sin ninguna presencia femenina a excepción de la moderadora Yuridia Sierra el foro se le encontrara única y exclusivamente con cuatro candidatos varones que debatirían en una segunda oportunidad de dejar en claro ante el electorado las razones y motivos de peso que los hagan ser la mejor opción y el más viable  para ocupar la silla presidencial y convertirse en el nuevo Presidente de nuestro País.

Habiendo ya analizado el pasado debate donde claramente señalábamos que era lógica la estrategia utilizada por los candidatos que en ese momento no ocupaban en las encuestas el primer lugar  señalaba enfocar sus baterías hacia quien estaba a la cabeza y tratar a toda costa de anular y opacar sus conceptos o participaciones, ahora era el momento (mucho más con ya un candidato menos) de presentar en forma clara, precisa y puntual las propuestas a los temas tratados de una forma elocuente, dinámica y convincente alejado de las diatribas o discursos evasivos evitando  perder un tiempo valioso ante un auditorio que espera oír si realmente la postura de tal o cual candidato es la adecuada y demuestra la madera de que está hecho para aspirar a un cargo de tan ingente e insigne valor.

Aunque sabemos que un debate en sí, salvo casos en verdad excepcionales no son factor directo para ganar una elección o cambiar radicalmente la tendencia al voto, pero sí que estos pueden mostrar al candidato de una manera más humana mejorando en muchos casos la percepción del mismo o singularmente hacer perder votos si se llegara a caer en un drástico y garrafal error o pifia, por ello un debate debe considerarse para el equipo de campaña de un candidato como un logro de corte cualitativo más que cuantitativo, para capitalizar lo ganado en ese ejercicio y que después sea consolidado en la campaña  convertirlo en fortaleza y por ende en votos útiles, de lo contrario esto se dejaría a ser solamente  impulsos de vida efímera, pompas de jabón al aire, lo que los estrategas políticos llaman convention boost, confeti en el aire  que puede quedar fijo en algún lugar o solamente dejarse llevar por el viento sin algún destino claro.

Esta vez volvió a ganarles a los candidatos la desesperación de atacar más que de hablar específicamente sobre sus propuestas, hubo momentos donde hasta ridículo se vio a los participantes que realmente parecía un show del programa El Privilegio de Mandar, donde un López Obrador evadía nuevamente respuestas fingiendo que se cuidaba su cartera de la presencia de Anaya, o el Bronco como animador de un talk show promoviendo abrazos entre los contendientes, a la sazón de ataques ya más rayando en la ofensa como lo expresado por el candidato de Morena hacia el nombre del candidato de la Coalición por México al Frente.

Ante el nerviosismo que fue evidente de los asistentes que les correspondió hacer una pregunta y que se notaba la presión que había en ellos, los moderadores se dejaron sentir en un protagonismo que en algún momento se llegó a extremos de exigencia o de interrupción a los candidatos más cercano a los últimos programas donde a cada contendiente se le ha colocado como en una silla de juicio.

Nuevamente la retórica cansina de un López Obrador que todo arremete hacia la corrupción y que cual sofista envuelve en un halo de dialéctica heracliana para de nuevo volver a dar respuestas sin compromiso que delatan un poco dominio de los temas de política exterior así como de la congruencia o efectividad de sus propuestas.

Meade se vio  más suelto, más seguro, con una mejor imagen de un político actual, pero  tal vez lo que en el pasado debate no pudo contestar, hoy su respuesta de desligarse del Gobierno actual no se dio como se podía pensar que lo haría; Anaya continuó su buen paso con sus cifras documentadas y sus participaciones basadas en fuentes que señala al auditorio, su oratoria  que refuerza lo que expresa y le da un mayor contacto con la realidad, El Bronco siempre en el extremo de la polémica y la ocurrencia, que no deja patente dentro de esa tal franqueza lo viable de las mismas, se encargó de señalar mientras los otros se increpaban.

La realidad es que este debate no creo que haya movido drásticamente voluntades, tal vez capitalizar los votos de Zavala para alguno de ellos, pero no más, queda la tercera parte y este cierre debe ser a todo vapor porque el tiempo se agota y México necesita al mejor.

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