Qué tal, amigo lector; dicen por ahí que las personas más talentosas, inteligentes y sabias, suelen ser también los individuos más sencillos y nobles; tal vez por la tranquilidad que les da el saberse seguros de su personalidad. En bastantes ocasiones he tenido la oportunidad de conversar y amistar con estas personas que a los ojos de los demás son seres especiales, a veces, como dicen por ahí, tocados de la mano divina. Son algunos artistas, escritores, maestros, pintores, cantantes, grandes empresarios y personajes exitosos, quienes siempre muestran su real afabilidad ante los demás ciudadanos. Que sensación tan agradable toparse con estos seres humanos a los que con sólo conocerles ya se les aprende algo positivo.
Mire usted, amable lector; si me lo permite, le voy a platicar una curiosa anécdota que viví hace algunos años, cuando me dedicaba a buscar éxito en el ambiente artístico. En una ocasión fui a visitar al maestro compositor Armando Manzanero, al edificio de la Sociedad de Autores y Compositores de México; ya le había conocido en el Festival Nacional “México Lindo y Querido” celebrado en la ciudad de Guadalajara Jalisco, donde luego de intercambiar algunas palabras me invitó a que le visitara en la Ciudad de México para escuchar algunas de mis canciones; así que, ni tardo ni perezoso, un buen día me aparecí en su oficina. Recuerdo que llegué con su secretaria a pedir una cita.
Mi primera sorpresa fue que la atenta señorita me informó que con el maestro no se pedía cita, que bastaba con que el artista me viera en la recepción para que me pasara a su oficina, de tal modo que me instalé en uno de los cómodos sillones en espera del gran Armando Manzanero. Luego de algunos minutos divisé que por el pasillo venía el famoso compositor con un platito en la mano, comiéndose una quesadilla; vestía un sencillo pantalón gris oscuro, una camisa blanca y una chamarra negra que hacía juego con sus zapatos impecablemente boleados. Llegó a la puerta de su oficina, volteó, me vio, y me saludó como si fuéramos grandes amigos invitándome a pasar a su privado. Él que era una enorme personalidad del ambiente artístico se comportó de lo más sencillo; me dedicó todo el tiempo que fue necesario, creo que más de lo que yo esperaba como atención, y me despidió como si hubiera estado platicando con otra de las estrellas a las que estaba acostumbrado a tratar.
Ahí entendí que los seres humanos no tenemos que hacer alarde de superioridad, ni ver a los demás por abajo del hombro; si don Armando Manzanero que era tan famoso, millonario y ampliamente reconocido en su trayectoria artística fue tan sencillo y humano, no entiendo por qué muchas personas con menos talento y reconocimiento que él, se muestran prepotentes y altaneras tratando de hacer menos a los demás. En fin, de todo hay en la viña del Señor, pero nunca es tarde para recapacitar en que, a los ojos de Dios todos somos iguales, cada quien con sus virtudes, pero todos con capacidades que nos hacen especiales y dignos de ser respetados. Recordé esta anécdota como una muestra de mi admiración al gran maestro Armando Manzanero, quien recientemente dejó de existir tras contraer la enfermedad del coronavirus. Que cosas nos depara el destino, también Yoshio, el intérprete de mi canción en dicho festival, falleció hace algunos meses por el mismo mal. Dios nos proteja.
OIGA, USTED. Si por casualidad a usted el año que se terminó no le fue lo bien que esperaba, no se preocupe, no hay mal que por bien no venga; ahora sí, para este 2021 haga una seria reflexión, medite sobre las circunstancias que no le permitieron alcanzar sus objetivos de éxito; reacomode sus planes, analice sus probabilidades, sitúese en la realidad de sus proyectos, y esté consciente de lo que puede ganar; vaya pian pianito, paso a paso con sus objetivos; trabaje mucho, y recuerde que Roma no se hizo en un día. Pero por favor no decline en sus esfuerzos, ni se vuelva negativo antes de empezar el camino a la cúspide de sus sueños, insista y vuelva a insistir, la perseverancia es la clave del éxito en la vida.
CLARIDAD Y SENCILLEZ. Del literato español José Martínez Ruiz, mejor conocido con el seudónimo de Azorín; una reflexión donde el autor detalla lo importante de escribir con claridad y sencillez. “Estilo obscuro, pensamiento obscuro”: Todo debe ser sacrificado en la claridad. Otra cualquiera circunstancia o condición, como la pureza, la medida, la elevación, y la delicadeza, deben ceder a la claridad. ¿No es esto bastante? Pues para los puristas lo siguiente: “Más vale ser censurado de gramático, que no ser entendido”. Es verdad que toda afectación es vituperable; pero sin temor se puede afectar de ser claro. La única afectación excusable será la de la claridad. No basta hacerse entender; es necesario aspirar a no poder dejar de ser entendido. La sencillez la dificilísima sencillez, es una cuestión de método. Haced lo siguiente y habréis alcanzado el gran estilo: colocad una cosa después de otra, robleslaopinion@hotmail.com