El pasado lunes 18 de febrero una chica de 24 años escapó, por muy poco, de un secuestro a plena luz del día en la concurrida zona de Polanco, en la Ciudad de México.
Mary, empleada de una empresa nacional con oficinas en la calle Darwin, salió alrededor de las 4 de la tarde del trabajo y caminó hacia su casa. Avanzó unas calles y en la esquina de las avenidas Río Duero y Melchor Ocampo, Mary subió un puente peatonal. Y ahí ocurrió el ataque.
A punto de bajar, un hombre —cuyo único recuerdo es que usaba un chaleco azul— aprovechó que la copa frondosa de un árbol obstruye la visibilidad de último tramo del puente. La abrazó por la espalda y la cargó por unos segundos. «Ya valiste madres», le susurró al oído a la chica.
Mary había leído suficiente sobre la reciente ola de secuestros, especialmente contra mujeres, en Ciudad de México. Pese al estupor, logró recordar una cosa: si te atrapan, haz peso muerto y grita. Y eso hizo: se dejó caer al piso y lanzó un grito tan fuerte como pudo.
Afortunadamente, un par de señoras al otro lado de la calle Río Duero la vieron. Ellas también hicieron ruido. Una cadena de gritos se desencadenó por la zona que mantenía el ajetreo propio de Polanco en una tarde de inicio de semana. Gracias a eso, el hombre se supo reconocido, soltó a Mary y huyó ante el estupor de su víctima y testigos
«Es seguro que no la quería asaltar nada más, ya que el contacto no habría sido tan cercano», afirma Patricia Retana, diseñador, compañera de trabajo y amiga de Mary, quien después de llegar a casa hizo una denuncia por tentativa de secuestro ante la Fiscalía General de la República.
«Al platicar con Mary, y verla tan vulnerable e indefensa, aterrada, decidimos reunirnos como amigos de trabajo y apoyarla para devolverle la seguridad y paz que le robaron. Tiembla cuando nos narra lo sucedido. Incluso, hoy (ayer) la acompañamos a su casa para que descansara», cuenta Patricia Retana.
Así que sus amigos tomaron 10 cartulinas: en 8 escribieron mensajes de advertencia y agradecimiento a quienes ayudaron a Mary y en dos, exhortaron a los comercios de la zona para que estén atentos a cualquier señal de alarma. Y al día siguiente del intento de secuestro, las pegaron en aquel puente peatonal.
«La gente nos apoyó mucho. Nos detuvieron para felicitarnos por la iniciativa. Incluso, un vecino dijo que lleva cruzando ese puente por 15 años y hasta ahora se sintió responsable de la seguridad de las mujeres que pasan por el lugar», celebra Patricia Retana. «Creo que cualquier señal de alarma —mujer, hombre o quien sea— la debemos tomar en serio. Cuidando nuestra integridad podemos salvar una vida».
Este martes, todos los que ocuparon ese concurrido puente peatonal tuvieron una vista distinta de camino al trabajo: «Aquí intentaron secuestrarme».