Donald Trump prometió a sus seguidores que el miércoles sería un día “salvaje” y lo cumplió.
Una multitud de simpatizantes del presidente saliente de Estados Unidos irrumpió de manera violenta en el Capitolio para evitar que los legisladores certificaran la victoria electoral de Joe Biden. Por más de dos siglos, esta sesión conjunta del Congreso de EU había sido un mero trámite.
El asalto a la sede legislativa duró alrededor de cuatro horas y su único referente se remonta a 1814, cuando el Capitolio y la Casa Blanca fueron tomados e incendiados por británicos en el marco de la guerra anglo-estadunidense.
Tras realizar un mitin para insistir en el supuesto fraude electoral, protesta en la que participó Trump, la turba superó las barreras policiales y entró al Congreso rompiendo puertas, ventanas e incluso escalando muros.
Adentro, los legisladores ya revisaban los votos de la elección del 3 de noviembre cuando tuvieron que ponerse a resguardo ante la llegada de los inconformes. Éstos no se detuvieron pese a que algunos oficiales de seguridad desenfundaron sus armas y la policía les lanzó gas lacrimógeno. Marcharon por los pasillos para tomar oficinas y la tribuna, donde algunos de ellos se sentaron. Los legisladores y trabajadores del Capitolio fueron evacuados.
Ante la violencia, Washington DC decretó toque de queda desde las 18 horas de ayer hasta las 6 horas de este jueves, pero se mantendrá en estado de emergencia durante 15 días.
Líderes de todo el mundo condenaron la violencia en el Capitolio y llamaron a defender la democracia de Estados Unidos. El expresidente Barack Obama dijo que su país atraviesa por un momento de “gran deshonor y vergüenza”.
Tras el ataque, Joe Biden, el mandatario electo, denunció una insurrección y llamó a Donald Trump a detener la revuelta. El presidente de EU pidió a sus simpatizantes retirarse a casa y evitar la violencia, aunque insistió en que le robaron la elección. Facebook y Twitter suspendieron temporalmente las cuentas del republicano luego de que las usó para justificar los disturbios.
Autoridades reportaron cuatro muertos, entre ellos una mujer baleada por la policía del Congreso, y 52 detenidos. También se recuperaron al menos cinco armas.
SEGUIDORES DE TRUMP TOMAN CAPITOLIO
Una multitud de simpatizantes del presidente estadunidense, Donald Trump, irrumpió ayer en el Capitolio de Estados Unidos, en un intento de obligar al Congreso a desestimar la derrota electoral del republicano en los comicios del 3 de noviembre, causando la suspensión de la certificación de la victoria del demócrata Joe Biden.
Oficiales desenfundaron las armas mientras los legisladores, que ya revisaban los votos electorales, se ponían máscaras de gas y los manifestantes rompían ventanas del inmueble.
La policía lanzó gases lacrimógenos y ordenó la evacuación de varios edificios de oficinas después de que los manifestantes marcharon por los pasillos del Congreso hasta llegar a la tribuna.
La policía escoltó a los miembros de la Cámara de Representantes desde el sector donde habían estado debatiendo después de que los legisladores alineados con Trump desafiaron los resultados de las elecciones.
Agentes de la Guardia Nacional fueron movilizados en Washington y estados vecinos para intentar restablecer el orden.
El despliegue de refuerzos fue anunciado por la Casa Blanca y el Pentágono y confirmado por autoridades de Virginia y Maryland.
El Senado levantó la sesión abruptamente y el vicepresidente, Mike Pence, que había presidido una sesión conjunta del Congreso, así como la líder de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, fueron llevados a un cuarto de seguridad.
El martes, Trump prometió a sus seguidores que sería un día “salvaje”.
“No veo nada como esto desde que estuve desplegado en Irak”, dijo Mike Gallagher, un legislador republicano y veterano de guerra, a la cadena CNN.
Desde noviembre, Trump intenta revertir el resultado de las elecciones.
Inicialmente, trató de anular los resultados en tribunales y llegó hasta la Corte Suprema con afirmaciones argumentando un fraude.
Tras su fracaso en esta instancia, trató de que los funcionarios electorales locales “encontraran” votos adicionales a su favor, como pidió en una llamada a uno de ellos en Georgia.
Luego dijo al vicepresidente, Mike Pence, que encontrara la forma de anular la ceremonia de certificación, pero éste respondió que no tenía ninguna autorización constitucional para hacerlo.
Ayer, en minutos, la turba subió los escalones del Capitolio y pequeños grupos se enfrentaron con la policía.
Otros se subieron a los techos de los vehículos negros de los oficiales, estacionados frente al Congreso y abandonados por sus conductores.
“¡USA, USA, USA!”, gritaban los manifestantes cuando enfrentaban a los oficiales, tirando postes y arrojando escombros.
“No nos pueden detener a todos”, gritó un hombre en un megáfono, cuando urgía a la multitud a entrar al Capitolio.
Al ver una zona acordonada donde se congregaban los periodistas que intentaban cubrir las escenas fuera del Congreso, un grupo de unos 45 violentos partidarios de Trump lanzaron las cámaras al suelo y destruyeron sus equipos, gritándoles “traidores”.
Tras cuatro horas de caos, se replegó a la multitud.
Hasta la madrugada de este miércoles, al menos cinco armas habían sido recuperadas y 52 personas arrestadas, informó el jefe de policía de Washington DC, Robert Contee, que calificó el ataque como “un motín”.