El Barcelona, sin tiempo a relamerse las heridas tras la derrota en el Clásico, jugará este miércoles en Vallecas otro partido desesperado con los números, la historia y las sensaciones bajos mínimos.
El equipo con menos gol y con un balance de anotados y recibidos igualado desde hace 34 años, con más derrotas desde 2000, sin un líder claro en el césped desde 2002, con un entrenador señalado como no se recuerda desde la convulsa etapa de Serra Ferrer y el mismo ambiente crispado que encontró Laporta cuando accedió a la presidencia en su primera etapa en 2003.
A estas alturas de la pasada temporada, disputados los primeros doce partidos oficiales del curso, el Barça sumaba 28 goles, 12 más que ahora, acumulando nueve entre Leo Messi (6) y Antoine Griezmann (3).
El argentino terminó con 38 goles y 19 acumuló el francés, una estadística conjunta (57 dianas) que no se adivina, peor aún no se sospecha, quien pueda sustituir en la actualidad.
Más teniendo en cuenta que hasta hoy el equipo se ha quedado en cuatro partidos sin ver puerta (Bayern, Cádiz, Benfica y Atlético) y que, por contra, solo ha sido capaz de dejar en tres de ellos la portería a cero (Cádiz, Levnte y Dynamo).
Porque ese es otro de los dramas que soporta el peor Barça defensivo de los seis últimos años. Es su peor balance defensivo desde la temporada 2015-16, cuando jugados los primeros doce partidos oficiales del curso había encajado 20 goles… Aunque 12 de ellos se repartieron en tres partidos (cuatro anotados por Sevilla, Athletic y Celta).
Para ver números peores en cuestión defensiva habría que remontarse a la temporada 2012-13, cuando se habían encajado 17 goles… Pero por contra se habían anotado 33.
Siempre, o casi siempre, el Barcelona fue un equipo solvente en ataque para ocultar o dejar en segundo plano este déficit en cuestión defensiva porque no ocurría desde el comienzo de la temporada 1987-88 que disputados los primeros doce partidos oficiales del curso se hubieran marcado menos goles.
En aquel curso se sumaron 12… y se encajaron también 12, una igualdad, por lo malo, no vista otra vez hasta hoy. Y aquella temporada, en la que se conquistó la Copa del Rey, acabó con una crisis histórica a todos los niveles y una revolución nunca vista en la historia contemporánea del club.