Si alguna vez nos hemos topado con historias inspiradoras como las de Gandhi, Mandela, Hellen Keller o ha escuchado los antecedentes precarios de actuales empresarios multimillonarios es lógica la pregunta que nos viene a la mente, ¿cómo le hicieron?
Recientemente ha aumentado el interés por estudiar qué aspectos y características tienen las personas saludables y a partir de ahí recrear modelos y estándares de normalidad. De ahí el creciente interés por estudiar la resiliencia.
Pero, ¿de dónde viene el término “resiliencia”? Proviene del latín resilium, que significa “volver atrás”. En sus inicios, era un término utilizado en física de materiales, asignado especialmente a metales que tras ser estirados, doblados o comprimidos, “regresaban” a sus características iniciales. El constructo fue adaptado a las ciencias sociales y, particularmente, a la psiquiatría y la psicología.
Actualmente se usa para caracterizar a aquellas personas que, a pesar de nacer y/o vivir en situaciones de alto riesgo, trauma, estrés, maltrato o de privación, se desarrollan de una manera sana psicológicamente.
Las personas resilientes son capaces de salir de dichas situaciones fortalecidos o, incluso, transformados; capaces de recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva para sí y para la sociedad en la que viven.
Varios autores coinciden en que la resiliencia no es únicamente la suma de características psicológicas e individuales, sino un proceso dinámico en el que interactúan varios factores de protección y factores de riesgo, tanto individuales como del medio externo, los cuales, a su vez, pueden intercambiarse entre sí.
Por ejemplo, el divorcio de los padres puede ser experimentado como un factor de riesgo, una adversidad; no obstante, si se reúnen suficientes “factores protectores” (características del individuo o características del medio ambiente) que favorezcan la resiliencia, el divorcio puede experimentarse como una oportunidad para el crecimiento que puede generar que el niño resulte, inclusive, fortalecido por dicha circunstancia.
¿Eres una persona resilinte? Fíjate tienes estas características
Factores internos:
Autoestima: autoconfiaza, autoeficacia y autoimagen positiva
Autocontrol y autonomía
Asertividad, aproximación efectiva y proactiva ante los problemas sociales
Inteligencia promedio o superior, competencias cognitivas y habilidad de resolución de problemas
Flexibilidad, creatividad e ingenio
Sentido de optimismo
Adaptabilidad
Capacidad reflexiva
Capacidad de planeación
Autorregulación y expresión de los afectos
Actividad y energía
Sentido del humor
Conexión con la espiritualidad
Factores externos
Apego parental seguro: Relación emocional estable con al menos uno de los cuidadores primarios o con una persona significativa
Familias con sentido de cohesión, preocupación genuina por el bienestar de sus integrantes
Redes sociales de Apoyo, sentido de pertenencia e identidad social
Oportunidades de educación, una educación cálida, clara, y contenedora
Responsabilidades sociales y/o exigencias de logro
Relación de pareja estable
Experiencias Neutralizantes o libres de conflicto
Modelos positivos a seguir