Un grupo internacional de científicos basados en China ha diseñado una manera ecológica de convertir los desechos plásticos no biodegradables en una fuente de energía renovable.
El descubrimiento se produce tras una serie de experimentos de laboratorio que permitieron descomponer la basura plástica hasta obtener ácido fórmico: un compuesto químico que puede ser útil para generar electricidad en centrales térmicas y en automóviles. Por medio de un proceso «totalmente renovable» se pretende reducir tanto la contaminación de los océanos como las emisiones atmosféricas de dióxido de carbono.
Para hacer posible esta transformación, el equipo de investigación eligió el vanadio como catalizador. Según detalla un comunicado emitido el 11 de diciembre por la Universidad Tecnológica de Nanyang, este es un metal asequible que a menudo incluyen las aleaciones de acero y que no perjudica al medio ambiente.
El catalizador se disuelve en una solución que contiene el plástico triturado y juntos se exponen a la luz solar (artificial en condiciones de laboratorio). De esta manera se rompen los enlaces carbono-carbono dentro del plástico y comienza su conversión en ácido fórmico.
Según el director del proyecto, Soo Han Sen, su equipo ha elaborado «el primer proceso reportado que puede descomponer completamente un plástico no biodegradable, como es el polietileno, usando luz visible y un catalizador que no contiene metales pesados». El investigador admite que hasta ahora solo han podido convertir pequeñas cantidades de plástico en ácido fórmico y que reproducir el mismo proceso a gran escala todavía representa un gran desafío.
Remedio contra los vertederos llenos y la falta de energía
En Singapur, de donde Soo es originario, el plástico se incinera en un proceso que emite enormes cantidades de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Las cenizas sobrantes se llevan a un vertedero que se espera que esté lleno para el año 2035.
El artículo científico del equipo, publicado en la revista Advanced Science, explica que su método es una alternativa a la oxidación de los desechos plásticos con agua. Este se basa en «una oxigenación impulsada por la luz visible de los enlaces carbono-carbono para la transformación selectiva de 32 alcoholes inactivados, mediada por un fotocatalizador de vanadio en condiciones ambientales y atmosféricas».
La degradación se lleva a cabo en varias etapas, o «en cascada», bajo el efecto de la luz y no tiene precedentes, afirman los autores. En el proceso, «incluso el polietileno no biodegradable puede reutilizarse en combustibles y materias primas químicas, como el ácido fórmico y el formiato de metilo».
El porcentaje del plástico completamente reciclado en todo el mundo es mínimo, ya que su mayor parte termina en vertederos y una pequeña porción se quema. Este último método de destrucción requiere el uso adicional de combustibles fósiles que aún aumentan más las dañinas emisiones. Los investigadores subrayan que su tecnología no debería ser vista simplemente como una manera de deshacerse de la basura, sino también como una respuesta al previsible aumento de la demanda de energía eléctrica en casi un 20 % para el año 2030.