La representación que en la actualidad tienen las mujeres en el sector empresarial, sobre todo en los consejos directivos o de administración, sigue siendo escasa
En 2017, de acuerdo con la 5ª Edición del Estudio “Mujeres en los Consejos de Administración: Una perspectiva global”, elaborado por Deloitte, solo 15% de los puestos en estos órganos era ocupado por mujeres, cifra que representa un ligero avance respecto al 12% registrado en 2015.
En entrevista con Daniel Aguiñaga, Socio Líder de Gobierno Corporativo en Deloitte México, nos comentó que en México, la cifra es aún más alarmante, pues según los datos del mismo estudio, en el que se analizó la composición de los consejos de administración de las empresas públicas, la participación femenina llega únicamente al 6%.
Esta situación ha provocado que, no solo en nuestro país, sino en todo el mundo, se utilicen diferentes tipos de medidas para promover e impulsar la inclusión de las mujeres en este tipo de órganos empresariales.
Como primera estrategia, se comenzó por difundir los beneficios que esta apertura traería consigo a las compañías, como un mejor desempeño financiero, mayor rentabilidad o incluso, como señala la ONU Mujeres, desarrollar mejores esquemas de responsabilidad social corporativa y una mayor diversidad de trabajo filantrópico.
No obstante, parece ser que los argumentos que se han emitido a favor de la participación femenina, y de su inclusión en los puestos de alto nivel, no han sido suficientes para fomentar su intervención en el sector empresarial.
Por ello, en algunos países, sobre todo europeos, como en Italia, Francia, Noruega y Suecia, han decidido recurrir a las cuotas de paridad como una medida para no solo persuadir sino hacer que las empresas incluyan a más mujeres entre sus filas.
Las cuotas de género siempre han sido un tema polémico, con efectos que pueden ser considerados positivos y muy efectivos, sin embargo, no es la mejor forma de integrar a las mujeres a este sector.
Lo ideal sería que las compañías, primordialmente, lo hicieran por convicción, basándose en un perfil necesario, en donde la exigencia se haga por conocimientos, más allá de por una cuestión de género.
Las organizaciones deben tomar conciencia y entender que las mujeres tienen la capacidad para aportar el mismo valor que los hombres, y que si los mercados en los que trabajan son diversos, así también lo tienen que ser, a manera de reflejo, sus órganos de decisión.
Las limitantes
A nivel global, existen diversos factores que limitan la participación femenina en los consejos de administración. Uno de ellos, y el que consideramos más importante, es la cultura que actualmente permea en la mayor parte del sector empresarial.
Por ello, es importante que los consejos modifiquen ese ‘chip’ cultural y entiendan que requieren una diversidad de opinión y que la falta de capacidad ha dejado de ser ya una excusa válida para no integrar a las mujeres a esos órganos, pues el talento está ahí.
En ese sentido, es fundamental que todos, tanto empresas públicas como privadas, asesores, headhunters e incluso las mismas consejeras y directivas, trabajen en la formación de nuevas consejeras –a través, por ejemplo, de un banco nacional de consejeras– e impulsen su desarrollo, apoyándolas en la búsqueda de más y mejores oportunidades.
La situación en México
En nuestro país, la inclusión de las mujeres en el sector empresarial y en sus órganos de decisión puede ser vista desde dos puntos de vista.
Si nos comparamos contra el mundo, en donde la inclusión no ha avanzado mucho, México está aún muy retrasado. Por el contrario, si lo hacemos con respecto al crecimiento que ha tenido la inclusión femenina en el país en los últimos 15 años, cuando prácticamente no había mujeres en los consejos, entonces sí, definitivamente, hablamos de una mejora.
Es similar si analizamos al sector privado, en donde la participación femenina en los consejos pasó de un 43% a un 49%, de acuerdo con el 6° Estudio de Mejores Prácticas en Gobierno Corporativo, de Deloitte.
Sin duda, se trata de un progreso, no obstante, hay que tener en claro que, a nivel país, no estamos avanzando de la manera en la que deberíamos, pues la brecha que aún tenemos con el resto del mundo sigue siendo significativa.
¿Las mujeres trabajadoras en México tienen oportunidades de crecimiento?
Sin importar los niveles académicos o los puestos dentro de un organigrama que ocupen en el mundo empresarial, el entorno es el mismo para las mujeres: bajos salarios, discriminación laboral y muy pocas oportunidades de desarrollo.
Según OXFAM, las mujeres enfrentan más barreras que los hombres para mejorar su situación económica y mejorar así su calidad de vida, “y una de las causas es que sus condiciones laborales son más precarias”.
Con menores salarios a los que perciben los hombres realizando las mismas actividades o con responsabilidades similares, las mujeres tienen que enfrentar esto de manera generalizada y en un hecho que parece se ha enraizado en todos los ámbitos laborales del país.
Poca inclusión laboral y bajos salarios
Si bien los números oficiales hablan de que las mujeres han aumentado su participación en el mercado laboral, las condiciones que les ofrecen no les permiten acceder a una movilidad social constante ni aspirar a posiciones directivas de alto nivel.
De acuerdo a cifras de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), de los tres millones 600 mil empleos formales que se han generado en México en los últimos cinco años, 43 por ciento ha sido ocupado por mujeres”.
Sin embargo, “esta cifra, excluyendo a los países árabes, hace que México tenga uno de los porcentajes más bajos del mundo”, asegura el estudio Desigualdades en México 2018,realizado por el Colegio de México (COLMEX).
Pero además, “en la mayoría de los trabajos más precarios, las mujeres están sobre representadas. Por ejemplo, en maquilas suelen ser sectores muy feminizados, entonces atacar la parte de política laboral y el sistema en México, beneficiará especialmente a las mujeres que trabajan en estos sectores”, asegura OXFAM.
No importa escolaridad ni estudios
Y cuando pareciera que las mujeres que tienen estudios de nivel superior pueden encontrar mejores oportunidades laborales, los números echan por tierra esta afirmación y demuestran lo contrario.
En ese sentido, el estudio del COLMEX afirma que 87.8 por ciento de los hombres que tienen estudios universitarios “participan en la economía” de manera formal, pero en el caso de las mujeres este porcentaje se reduce hasta un 20 por ciento.
“La conclusión es preocupante”, dice este estudio, ya que “más de un millón mexicanas adultas que fueron a la universidad, no utiliza sus conocimientos en algún trabajo remunerado”.
Pero las condiciones son las mismas cuando se habla de ocupar cargos en puestos directivos. De acuerdo a cifras de la Asociación de Mujeres Consejeras (WCD, por sus siglas en inglés), en los consejos de administración de las empresas solo 6.1 por ciento es ocupado por mujeres, mientras que el 93.9 por ciento son de hombres.
Estos números colocan a México en la última posición en inclusión laboral de puestos directivos de toda América Latina; pero peor aún, ya que según la WCD “América Latina es la región más rezagada en esta materia” a nivel mundial.
Por todas estas situaciones, el informe Desigualdades en México 2018, califica a esta realidad como “potencial desperdiciado”, ya que con mejores condiciones laborales y de equidad para las mujeres, se “podrían incrementar de manera muy significativa su aporte al crecimiento económico y a la reducción de la pobreza” en el país.