De cuando celebrábamos el periodismo los días siete de junio

Le llamábamos “Día de la Libertad de Expresión” y lo celebrábamos el siete de junio. Era un día de fiesta para los periodistas de Nayarit. El gobierno respetaba esta actividad, aunque siempre habían existido las relaciones llamadas pomposamente “”Prensa- Gobierno”, a fin de crear convenios de publicidad. Los reporteros, los trabajadores de los medios, toda la gente relacionada a este oficio, incluyendo los voceadores, se involucraban en los festejos del siete de junio.

Cuando estuve viviendo en la ciudad de México en los setenta, y trabajé ocasionalmente de corrector en algunos periódicos de la calle de Bucareli, apenas me tocaba ver las primeras planas del día 8 de junio, en donde había sendos boletines y muchas gráficas de las reuniones de los directores de medios de comunicación con el presidente de la república en turno. Generalmente la información versaba sobre el respeto a la libertad de expresión y las garantías de libertad de prensa a los periodistas. Se veía muy ostentosa la situación, pero muy lejos de nosotros, los últimos trabajadores de los medios impresos. Los correctores trabajábamos a la sombra de la noche, nos pagaban a diario y no teníamos sindicato.

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Ya en Tepic

Ya radicado en mi tierra acá en Tepic, la primera ocasión de una fiesta de siete de junio fue en 1982, cuando integraba la planta de redactores del periódico Sigloveintiuno, que dirigía Francisco Cruz Angulo. Ese día se inició con un desayuno en el Hotel Corita, continuamos con una comida que se convirtió en pachanga en el Penthouse del Hotel Fray Junípero. Recibimos regalos y dinero. Terminábamos borrachos,  amanecidos, y con recursos para durar otros tres o cuatro días en las cantinas, (como era la tradición).

Así cada año. Cada siete de junio, una pachangona de días. Tanto éramos buenos para escribir, para reportear, para entrevistar, para opinar y para crear periodismo libre, como lo éramos para reunirnos cada día en los bares de nuestra predilección. Muchos compañeros han caído afectados por enfermedades derivadas del alcohol. La lista es larga, triste y nostálgica, pero eso lo veremos en otra crónica.

Me parece que la primera ocasión en que no asistió un gobernador al evento formal del Día de la Libertad de Expresión fue con Rigoberto Ochoa Zaragoza. Esa vez lo representó su secretario Sigfrido De la Torre. Se le criticó bastante, pero supo sortear los fuertes señalamientos porque era su último año.

Todavía hasta hace cuatro años seguíamos celebrando el siete de junio, cuando de pronto en este sexenio se dictaminó que la fecha se empatara con el Día Mundial de Prensa el 3 de mayo.

Siempre hubiéramos querido que el Día de la Libertad de Expresión ejerciéramos nuestro apoyo a las causas sociales, a las luchas populares, a las reivindicaciones de las clases olvidadas. Pero siempre terminábamos con rifas, regalos, chilaquiles y dinero para seguir borrachos otros dos o tres días después. No obstante, durante todo el año tratábamos de convencer a nuestros jefes en los periódicos o en la radio, de que ejerciéramos un equilibrio de oportunidades para darle voz a los más pobres, a los más golpeados, a los débiles. Lo hicimos, lo seguimos haciendo, pese a que socialmente no hemos conseguido gran cosa. Pero a los individuos que habíamos visto rogar por un espacio para una entrevista, para difundir una marcha, una protesta o una toma de oficinas, hoy ya no son esos amigos humildes y cercanos a sus representados. Están realmente acaudalados económicamente y no necesariamente que hubieran sido del partido oficial. Los hayamos en cualquier expresión política.

Y el periodista sigue ahí, en su lugar en donde inició, orgulloso de su oficio, sorteando las mismas precariedades de sus inicios. Sabiendo que nos vamos a morir de amar nuestra profesión, de ser esos que almuerzan con la gente importante, que los ves subirse a los más lujosos carros, te dan un abrazo, te conocen y te despiden por tu nombre, y tú buscas la primer parada de autobuses urbanos para regresar a casa pensando en la nota que vas a redactar.

Origen de la celebración

El Presidente Miguel Alemán Valdés, estableció el 7 de junio de 1951 como el Día de la Libertad de Expresión en México.

En 1976 el presidente Echeverría añade a esta celebración, la entrega del Premio Nacional de Periodismo a los más destacados miembros de la prensa escrita y electrónica por sus trabajos desarrollados durante el año anterior en los diversos géneros periodísticos.

Agresiones a periodistas

De acuerdo a la Federación Internacional de Periodistas (FIP), en 2016 se registraron 426 agresiones a la prensa, lo que hizo “el año más violento para los periodistas en México” y significó un aumento del 7% respecto a 2015.

En lo que va de este 2017, siete periodistas han sido asesinados en México por llevar a cabo su labor. Esto coloca al 2017, como el segundo año, junto con el 2015, en el que más periodistas han sido asesinados.

Derecho humano

La libertad de expresión contribuye a ejercer otros derechos y libertades fundamentales como la libertad de prensa, los derechos de reunión, de asociación, de petición y de participación política. Es un derecho humano básico, constitucional, fundamental: inherente y necesario a la naturaleza humana.

En México este día se remonta a los tiempos de Benito Juárez, quien legisló para que los mexicanos se expresen libremente. Posteriormente este derecho se vio reprimido durante la época del porfiriato. Aun cuando se restringía este derecho, muchos periodistas desde su trinchera lucharon por manifestar sus opiniones, tal es el caso de la tulancinguense María Luisa Ross Landa, quien fue la primera reportera mexicana que se hizo periodista justamente en el periodo revolucionario.

Lucha de todos

La lucha por la libertad de expresión nos corresponde a todos, ya que es la lucha por la libertad de expresar nuestro propio individualismo. Respetar la libertad de los demás a decir cualquier cosa, por más ofensiva que la consideremos, es respetar nuestra propia libertad de palabra. La libre manifestación de las ideas está consagrada en nuestra Carta Magna en los artículos 6º y 7º; por el gobierno del Presidente Miguel Alemán Valdés, estableció el 7 de junio de 1951 como el Día de la Libertad de Expresión en México.

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