LA VERDAD… SEA DICHA
Por Martín Elías Robles
Hoy, amable lector, le transcribo un pasaje del libro “Cartas a un joven periodista” del escritor Juan Luis Cebrián, un excelente comunicador español que fue director-fundador de El País; un hombre que ha sido muchas veces galardonado en su trayectoria intelectual y periodística. Este pasado fin de semana leí el interesante libro del que hoy le comparto un breve fragmento. De su epílogo para adolescentes, me interesó el tema ¿Periodismo o literatura? que tan bien expone en sus cartas a su amigo ficticio llamado Honorio, un personaje a quien contesta las preguntas que suelen hacer los jóvenes periodistas respecto al ejercicio del periodismo y la importancia de los medios de comunicación:
Amigo Honorio: “No dejes que la realidad te estropee un buen reportaje”. Bueno, al menos eso dice el refrán, pero yo estoy de acuerdo contigo, al final éste es el problema: literatura o periodismo, ficción o información. Claro que, si te pones así, yo escojo la literatura. Pero no es de mí de quien se trata sino de ti, Honorio. Por cierto, me alegra saber que por fin te matriculaste en las dos carreras, y que vas a compaginar los estudios de derecho con los de periodismo. Quizá el esfuerzo sea grande, pero estoy seguro de que lo verás recompensado. Decía, por eso, que se trata de ti, de tu afición a la pluma, de tu incipiente pasión de narrador, que descubro en esas cartas trémulas un poco avergonzadas, que me remites.
¿Periodismo o literatura? ¡Menuda pregunta! La historia está llena de grandes novelistas que se ganaron la vida como reporteros. Mark Twain, Chesterton, García Márquez, Hermingway, Vargas Llosa, Ilia Ehrenburg, son nombres que me vienen a la memoria sin esfuerzo, por citarte sólo algunos ejemplos memorables, Balzac, Salgari o Galdòs publicaron gran parte de sus obras como folletones en los diarios, e incluso hubo filósofos que recurrieron al mismo sistema con algunos de sus más importantes ensayos -no te voy a aburrir con el ejemplo de Ortega y Gasset y su Rebelión de las masas- O sea que periodismo y literatura han andado juntos durante mucho tiempo y no son pocos los que imaginan que el periodismo en sí es un género literario, quizá un subgénero o un minigénero, pero actuante, en fin, en el universo de las letras. Yo dejo estas cosas para los críticos, espécimen periodístico del que un día hablaremos con mayor dedicación. No me parece conveniente entrar en discusiones para las que no estoy preparado. Y, por cierto. Quizá sea ésta ocasión de ponerte de relieve cuán a menudo no entendemos una crónica, o una noticia, simplemente porque tampoco la comprende el que la redactó. En todos los libros de estilo de todos los diarios del mundo debería haber una máxima grabada a fuego en la primera página –y no digo a sangre y fuego por lo del chip antiviolencia -: “Un redactor no debe escribir de lo que no sabe”. Cosa, a primera vista, obvia, pero que de llevarse a cabo supondría de hecho una contribución notable a la mejora de la calidad de nuestros periódicos y al rigor informativo de los mismos.
Pero me estoy desviando más de lo debido. Periodismo o literatura, ficción o información. Caramba, el dilema no está sólo en eso. La ficción es información muchas veces. Aún más: únicamente a través de la ficción es posible en ocasiones contar algunos sucesos de nuestra realidad. Las noticias, los reportajes, no sólo tienen que ser verdaderos, quizá puedan no serlo, pero han de resultar creíbles. Las novelas no tienen por qué, aunque respondan a unos hechos ciertos y comprobados, (Yo estoy convencido, por ejemplo, de que el éxito de la Biblia, y de las religiones que de ella se nutren, reside entre otras cosas en su afición al apólogo y su expertísimo manejo de la leyenda. No sé si “la Biblia tenía razón”, como reza el famoso título de un libro, pero sí es obvio que la razón es lo menos interesante de ella. La Biblia es sobre todo una colección de novelas).
La cuestión no está en saber si un buen reportaje puede verse malogrado por la realidad, sino en la actitud diferente de quien lo escribe y de quien lo lee, tanto si se trata de una pieza informativa como si pretende ser una obra literaria. Algunos grandes reportajes -el famoso Relato de un náufrago de García Márquez- son también extraordinarias narraciones, auténticas obras maestras de la literatura universal. Y libros como El viajero y el mar no podrían haberse escrito, probablemente, sin la capacidad de observación y el amor al detalle que todo reportero y todo policía deben prodigar. Pero quizá estos ejemplos que te pongo, por lo evidentes, puedan arruinar la carrera de unos cuantos si de ellos se desprende, sin más, que periodismo y literatura viven en una especia de fusión amorosa no explicada en la que al cabo son indistinguibles sus perfiles individuales. Eso puede suceder en el caso de los genios, y de genios te vengo hablando, pero no en el del resto de los demás mortales, entre los que tú y yo nos encontramos por principio.
De modo que en mi opinión periodismo y literatura son dos carreras bien diferentes, aunque se puedan ejercer las dos a un tiempo, como tú mismo te dedicas a estudiar disciplinas distintas. Naturalmente tienen no poco que ver entre sí, sobre todo si atendemos al manejo de la escritura, pero hay algo que a mi ver las distancia, algo mucho más importante que el rigor de los datos que utilicen o el respeto a la verosimilitud de lo que cuenten. Me estoy refiriendo al sentido del tiempo en cada caso. El periodismo reposa en lo efímero, es su razón de ser. La literatura padece la atracción de lo eterno.
CONGRESO PRESENTA REFORMA PARA PROTEGER A TRABAJADORES DE SALUD. No obstante la alarmante situación sanitaria que se vive en México y en Nayarit, las agresiones al personal médico van en aumento; en la entidad se han registrado siete denuncias. Para frenar esto, la Trigésima Segunda Legislatura del Congreso del Estado inició el proceso parlamentario para sancionar de forma más severa estas faltas.
En Sesión Pública Ordinaria realizada de forma virtual con las diputadas y diputados de la Trigésima Segunda Legislatura, se dio a conocer que actualmente el Código Penal señala que al que cometa un delito en contra de un servidor público en el acto de ejercer sus funciones o con motivo de ellas, se le aplicará de tres a siete años de prisión, además de las sanciones que le corresponda por el delito o los delitos cometidos. Se propone que durante el periodo que comprenda la declaración de una emergencia o contingencia sanitaria se aumente hasta en una mitad la pena de prisión a quien agreda a cualquier médico, cirujano, personal de enfermería y similares y auxiliares o personal de salud del sector privado o público que presten sus servicios en el estado. Y si las agresiones se cometieran en contra de una mujer, la pena se incrementará hasta en una mitad adicional. Ni hablar, desde el Congreso local, se busca proteger a quienes todos los días arriesgan sus vidas para salvar a la ciudadanía. Qué bien…
DESESPERADOS. Ciertamente, ya todos andamos desesperados por salir y hacer la vida normal, eso es muy entendible, sobre todo la gente que ya no trae centavos y necesita trabajar y sacar adelante a su familia, pero, oiga amigo lector, bien vale la pena esperar un poco más, si ya aguantamos la contingencia sanitaria por tantos días, hacer el esfuerzo y quedarnos en casa con toda la familia se verá recompensado con la buena salud de todos. Hasta pronto. Para comentarios mi correo robleslaopinion@hotmail.com