Descubre San Pancho, la capital cultural de Nayarit

San Pancho es un lugar que lo tiene todo. Este rincón, ubicado entre la sierra Madre y el océano Pacifico ofrece todo lo que un viajero pueda desear

¿Por qué San Pancho lo tiene todo?

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San Pancho, un antiguo pueblo de pescadores en en Nayarit, se ha convertido en un lugar de ensueño para quienes buscan descanso mientras son testigos de lo que se puede lograr cuando se vive rodeado de bellezas naturales y se tienen ganas de hacer de un sencillo pueblo un lugar idílico, un semillero de cultura y emprendimiento para la creación de espacios que reúnen lo mejor de nuestro país y su gente.

En la década de los 70, el ex presidente Luis Echeverría visitó San Pancho y, enamorado de sus hermosas playas y de la tranquilidad del pueblo, decidió impulsar su desarrollo ordenando ahí la construcción de un centro agroindustrial conformado por varias bodegas donde se procesarían alimentos para la ahora desaparecida paraestatal Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo). Con el paso del tiempo, y tras la extinción de dicha empresa, las instalaciones quedaron abandonadas.

Hoy las bodegas siguen ahí, solo que en lugar de mermeladas y embutidos, de ellas brotan proyectos comunitarios increíbles: una escuela de circo, vestuarios alucinantes y obras de arte que han convertido a San Pancho en un lugar como ningún otro. La semilla de este gran sueño la plantó Nicole Swedlow, que empezó, literalmente, juntando libros en una esquina del pueblo con la intención, no solo de fomentar la lectura, sino de crear comunidad integrando a los niños locales con los hijos de los extranjeros que llegaban a establecerse al pueblo.

Este semilla, que ha florecido y dado hermosos frutos, es ahora un centro comunitario en plena forma que se llama Entre Amigos y se dedica a dotar a los habitantes de las habilidades y conocimientos para mejorar el mundo en el que habitan, empoderándolos y permitiéndoles sacar lo mejor de cada uno. Ahí cualquiera puede ir a leer, a aprender algún oficio y hasta a emprender su propio negocio todo con un absoluto respeto al medio ambiente y a la comunidad.

 

El “hijito” predilecto de Cirque Du Soleil

Entre los programas que de ahí surgieron, el más entrañable es quizá el Circo de los Niños de San Pancho, que inició en 2011 como un proyecto más que buscaba recaudar fondos para el Centro Comunitario. Fue así que el cofundador del Cirque Du Soleil, Gilles Ste-Croix, y su esposa, Monique Voyer, propusieron crear un espectáculo con el apoyo del programa Circo del Mundo de Cirque Du Soleil y muchísimos voluntarios locales e internacionales.

Este primer espectáculo se presentó en marzo de ese mismo año con el nombre “Cuando aún no existían los sueños”. Desde entonces, y dado el éxito de esta empresa, se decidió impulsar el entrenamiento de más niños hasta su establecimiento formal. Actualmente cuenta con su propio espacio, ha dado a luz a otras tres producciones de gran nivel y cuenta actualmente con más de 140 niños inscritos en el programa de formación en artes circenses. Resulta todo un deleite verlos brincar, descolgarse de telas desde alturas imposibles, balancearse en monociclos y, sobre todo, ver en sus caras esa seguridad y confianza que tienen aquellos que saben que se han superado a sí mismos.

 

Creadores de mundos inimaginables

El tercer fruto de las bodegas es el Colectivo San Pancho, una comunidad independiente que se dedica al desarrollo de las artes plásticas, y que tiene como propósito facilitar procesos artísticos para el desarrollo cultural y comunitario. Ahí el arte se vive desde su gestación en la mente de los creadores y en todas sus manifestaciones; incluso se fabrican ornamentos para las producciones circenses tanto del Circo de los Niños como del Cirque du Soleil (¿te hubieras imaginado que algunos de esos impresionantes aditamentos que usan los artistas en la grandes producciones se fabricaron en San Pancho?). Eso y más nace del corazón de este colectivo que ha encontrado también un lugar en el antiguo complejo industrial

 

Deleitar el alma y el cuerpo con conciencia

Pero no todo en San Pancho es cultura, este pueblito también ofrece alegría para el cuerpo, así que decidimos consentirnos con la mejor terapeuta de la región en Atma Body & Soul Massage, una escuela de terapias corporales en la que puedes recibir desde un masaje relajante o un tailandés hasta una terapia abdominal extraordinaria que verdaderamente puede cambiarte la vida. Busca a Mónica Orozco y ten la plena seguridad de que estás en las mejores manos ‒literalmente‒.

Por supuesto, no podrían faltar las escuelas de yoga como El Estar, donde tomamos una clase que nos abrió el apetito. Para no arruinar lo que a base de terapias abdominales y yoga habíamos conseguido, optamos por un nutritivo bowl en Oorgani-k, un discreto local situado en la Avenida Tercer Mundo, en donde preparan alimentos sanos y deliciosos. Para cerrar con broche de oro el culto al cuerpo pasamos a Mexicolate, una chocolatería única que rinde homenaje al cacao desde su origen. Fabrican bombones y bebidas que respetan los procesos ancestrales de preparación mientras ofrecen trabajo a la comunidad.

 

Observar, conocer y preservar la naturaleza

Nuestro último día estaría sin duda dedicado a la naturaleza, así que nos apuntamos a un tour de observación de aves con Luis Morales de Birding San Pancho, biólogo marino con una especialización en arrecifes de coral. Nos levantamos a las 5:00 y fuimos hasta el estero para poder observar cómo se marchaban las aves nocturnas y las diurnas empezaban sus actividades. Ver a jacanas norteñas, galleretas púrpuras, halcones enanos y colorines en su hábitat natural nos hizo apreciar lo que aún tenemos, pero que estamos en riesgo de perder si no adquirimos conciencia y lo cuidamos.

De regreso al pueblo, pasamos a las instalaciones de Alianza Jaguar, una organización que, como su nombre lo dice, se dedica preservación de esta especie, sobre todo a través de la educación, evitando que los pobladores los maten por temor a que se coman a sus animales. Es verdaderamente una labor titánica pero urgente, para que las futuras generaciones tengan también el privilegio de compartir su tierra con estos grandes felinos.

 

Un cierre muy chic

El lugar más inesperado es sin duda La Patrona Polo &; Equestrian Club, un oasis consagrado a las actividades ecuestres donde ‒además de clases de polo, equitación, doma clásica, salto, volteo y enganche‒ se hacen exhibiciones gastronómicas y deportivas. La arquitectura del lugar merece especial mención ya que es es moderna, imponente y aún así se funde hábilmente con su entorno. Aquí también se ofrece el servicio de equinoterapia a visitantes y residentes, haciendo honor a la vocación franciscana de siempre devolver algo a quien nos ha dado tanto, como este generoso pueblo nayarita que todos llamamos cariñosamente: San Pancho. Por eso, y muchas otras cosas más…

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