Aún sigue causando controversia la autoría de El Son de la Negra, por la reticencia de algunos historiadores a restarle méritos a la región mariachera de Nayarit.
He encontrado algunos estudios sobre la obra musical. Eduardo Mejía, en “El Universal” nos platica algunos pormenores de esa melodía y cito algunos párrafos:
“En 200 años de la historia de la música mexicana, de Jesús Flores y Escalante y Pablo Dueñas (Sony Music), aparte de otras rarezas, se incluye en el primero de los cuatro discos compactos, una pieza, “Mi Negra”, que con toda claridad dice “Negrita de mis amores, hoja de papel volando; a todos diles que sí, pero no les digas cuando; así me dijiste a mí, y hasta ahora vivo penando”. Si se le escucha más veces parece que se arrastra una s tímida: “hojas de papel volando”.
Hace unas semanas disentí de Gabriel Zaid; aseguré que la letra dice, como lo cantan todos los mariachis, “ojos de papel volando”; Zaid en su artículo de Letras Libres de noviembre de 2010 asegura que la letra original decía “hoja de papel volando”; así lo asegura además un descendiente de uno de los dos autores de “El son de La Negra”, Fidencio y Alberto Lomelí Gutiérrez, quienes la compusieron en 1926
“Algunas páginas de internet intentan explicar que se trata de las hojas de papel que vuelan al paso veloz de la locomotora, es decir, que están tiradas cerca de las vías y que cuando pasa la locomotora vuelan sin destino. Pero resulta que la imagen de la locomotora no es tan gráfica en esta versión de los Trovadores Tamaulipecos, donde resalta un violín, interpretado por Ricardo Bell, hijo del cirquero del mismo nombre. En la versión de los mariachis sí semeja a la aceleración de la locomotora, pero eso es un efecto producido por las trompetas, que fueron incorporadas a los mariachis tan recientemente como 1941.”
Otra versión que surgió en aquellas épocas de los años treinta, era de que don Ricardo Bell, empresario del Circo Hermanos Bells” que hacían temporada en Tepic, y que era de familia de músicos, llevó el Son de la Negra al centro del país y allá lo conocieron los maestros compositores y arreglistas.
“Se contradicen, -nos dice Eduardo Mejía-, o cuando menos son inconsistentes; dicen que fue grabada “durante” 1928 con un arreglo del folclorista Francisco Domínguez”.
Algunos cronistas refieren que al general Álvaro Obregón le gustaba mucho El Son de la Negra y que lo estaría escuchando en 1928; “ya sabemos que era de sus favoritas y que la estaba escuchando cuando lo asesinó José de León Toral (entre otros, según se sigue presumiendo).”
Surgen preguntas sobre ‘El Son de la Negra’
“a) ¿Quién es el verdadero autor de la pieza: Salvador Flores, Baltazar Orozco –a quien se lo atribuyen en el disco Música tradicional nayarita–, los hermanos Lomelí Gutiérrez o Francisco Domínguez?
b) ¿Cuáles son los versos originales, “Negrita de mis amores” o “Negrita de mis pesares”? Tampoco el final es el mismo: “Por eso vivo penando” o “Hasta ahora vivo penando”. Hay que considerar que la versión incluida en el libro de Flores y Escalante y Dueñas consigna un orden diferente, porque comienza con “¿Cuándo me traes a mi negra…?” e incluye otras coplas que no están en las versiones conocidas.
c) ¿Qué tienen que ver los pliegos sueltos con la coquetería de La Negra? No es verosímil que se defina la belleza o el comportamiento de una mujer a la que se le echan los perros con un género literario, a menos que sea muy culta: “tus ojos son como un madrigal de Zetina”, más o menos, pero decirle, “¿Cómo estás, soneto alejandrino?”; no lo entendería ni siquiera una mujer que se llame Alejandra. Todavía si se le dice “hoja de papel volando” podría significar que es impredecible, pero ¿hojas? Y más si se considera que los pliegos sueltos difundían más noticias de crímenes o de asonadas militares; aunque esta última posibilidad significaría que la mujer es tormentosa, casquivana y que provoca bajas pasiones.
d) Si los autores fueran los hermanos Lomelí Gutiérrez y se acercaron a Silvestre Vargas, a cuyo mariachi se integraron, ¿cómo permitieron que Vargas cambiara la letra y su sentido? ¿Cómo es que los descendientes permitieron que Rubén Fuentes y Silvestre Vargas firmen como los autores, en algunos discos, y como arreglistas en otros, si es que fueron integrantes del Mariachi Vargas de Tecalitán? Es cierto que los propios compositores y los cantantes cambian la letra de sus canciones con cierta frecuencia; por ejemplo, en “La noche y tú”, la letra original dice “anoche soné contigo, soñé y soñaba, que te tenía aquí en mi pecho, que me arrojaba en tu pecho” (Gran cancionero mexicano, tomo I, recopilación de Ramón Córdoba), pero Miguel Aceves Mejía canta “que te tenía aquí en mi lecho, que me apretaba en tu pecho”; Aída Cuevas canta “que te tenía aquí en mi lecho, que me apretaba en mi pecho”; los Hermanos Silva: “que te abrazaba en mi pecho”. Más grave aún: en “La verdolaga”, la letra original dice “los amores más bonitos son como la verdolaga, nomás le pones tantito y crece como una plaga”; Pedro Infante canta “nomás les pones tantito y crecen como una plaga”. Aunque la letra de la primera es de Rafael Cárdenas y la segunda de Alberto Cervantes, la música de ambas es del muy cuidadoso Rubén Fuentes; y Fuentes fue quien produjo cuando menos las versiones de Aceves Mejía y de Infante; ¿por qué permitió que le cambiaran la letra? Sólo que porque oiría que la mejoraban. Si los hermanos Lomelí Gutiérrez oyeron a Silvestre Vargas que corregía las hojas de papel volando fue porque pensaron que sí, se oía y se entendía mejor.”
En fin, siempre habrá contradicciones y controversias de autoría.