La Verdad… Sea dicha
Allá por el año 2007 mucho se habló de que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) vendría a sancionar a todos los que estaban contaminando el río, cosa que nunca sucedió; pero al fervor de la noticia, el entonces titular de la Comisión Estatal del Agua, el polémico don Héctor González Curiel, señaló que para rescatar el río se requerían más de 300 millones de pesos para instalar una eficiente planta de tratamiento residual que realmente diera solución al añejo problema. También, años atrás, en 1997, se elaboró un proyecto de Saneamiento del Río Mololoa, con la intención de mejorar la calidad del agua mediante obras de eliminación de descargas residuales directas, limpieza y desazolve, un encargo técnico realizado por el Centro de Estudios para la Preparación y Evaluación Social de Proyectos (CEPEP) y la Universidad Autónoma de Nayarit. En la finalidad del mencionado proyecto también estaba aumentar la plusvalía de los terrenos que son aledaños al río, la mejora en imagen de la ciudad, y evitar en el caso del agua contaminada, que la sociedad fuera presa de enfermedades hídricas. Por lo visto el estudio resultó un bonito trabajo de investigación, pero de ahí no pasó.
El asunto no tiene vuelta de hoja
El diagnóstico insistentemente señalado por profesionales interesados en el tema, es categórico: “el Río Mololoa desde hace años recibe descargas de aguas residuales y su cauce ha sido invadido por la mancha urbana, lo que ha provocado su azolve y una sensible degradación del entorno”. Ante esta realidad caótica de nuestro singular río, no está de más señalar que la Ley en materia de protección ambiental prohíbe las descargas de aguas negras a los cauces de ríos, lagos, manantiales y mares, por lo que los desechos industriales, de centros comerciales, y de hogares en el caso de los drenajes, no deben ser enviados a estos lugares porque se afecta la flora y la fauna de manera irresponsable. Lo lamentable del caso es que en Tepic al reglamento se lo pasan por el arco del triunfo, pues se siguen cometiendo estas anomalías. Tal vez éste sea un tiempo preciso para que los señores legisladores en el Congreso del Estado de Nayarit promuevan alguna iniciativa de Ley para fortalecer el marco jurídico en asuntos relacionados con el correcto tratamiento de aguas residuales, a fin de que también sea sancionado de manera efectiva todo aquel individuo que descargue en los ríos desechos tóxicos o productos industriales, o basura que contamine estos espacios naturales sin tomar la debida responsabilidad para el saneamiento de la zona afectada.
Según me he enterado, hay proyectos importantes que podrían detonar en una gran ayuda para conservar, embellecer y limpiar este río que cruza la ciudad de Tepic; ojalá de todo ello surja algo significativo para bien de quienes vivimos cerca del emblemático lugar, que es historia y a la vez inspiración de fantásticas leyendas; como aquella genial donde se cuenta que antes de que los conquistadores españoles llegaran a la tierra Cora, una muy hermosa princesa hija de un Rey llamado Trigomil, se enamoró de un joven apuesto de nombre Tèpetl, con quien tuvo un romance que duró poco, pues en su relación se entrometió un guerrero malo llamado Sangangüey que entusiasmado por la belleza de Mololoa un día la raptó; entonces cuando Tèpetl se enteró fue en busca de su amada y se enfrentó al temible raptor. La princesa Mololoa logró huir mientras los guerreros forcejeaban. Dicen que la furia de Sangangüey era tanta que arrojaba humo por los ojos y fuego por la boca, pero Tèpetl poco a poco lo fue venciendo cubriéndolo con muchas piedras que se derritieron quedando prisionero y transformándose en lo que ahora es un volcán en el Valle de Matatipac. Mientras Tèpetl buscaba ansioso a su amada, en un último intento por separarlos Sangangüey lanzó una bocanada de fuego, fundiendo y convirtiendo a Tèpetl en lo que hoy conocemos como cerro de San Juan. La princesa Mololoa al percatarse de la tragedia lloró tanto hasta convertirse en un río de agua cristalina que cruzó del Valle de Matatipac hasta desembocar en el Río Santiago, según leí alguna vez en la narración de un entrañable amigo. En fin, volviendo a la actualidad, hace falta la real conciencia ciudadana y la participación enérgica de las autoridades para hacer del Río Mololoa un lugar limpio del que nos sintamos orgullosos todos los nayaritas. Hasta pronto. Para comentarios robleslaopinion@hotmail.com