EL DÌA QUE LA LIBERTAD MURIÒ

Por Daniel Aceves Rodríguez

Fue un doce de agosto cuando en los albores de la década de los sesentas, las ocho columnas de los diarios y la radio mundial informaba sobre un hecho inusitado y poco pensado en la mente de los ciudadanos que habían vivido los horrores de la guerra y la destrucción masiva con las bombas atómicas aunado a los horrores de los pogromos y purgas estalinianas; la información señalaba que la populosa capital alemana quedaba dividida por una barrera física que cortaba de tajo uno de los dones más preciados del ser humano: La Libertad.

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Nos referimos a la construcción del muro de Berlín consecuencia física posterior  de aquellos acuerdos de Yalta y Potsdam que pusieron fin a la segunda guerra mundial,  y que dieron por resultado que el mapa de Europa quedara modificado al término del año de 1945, donde las principales potencias aliadas beligerantes como eran Inglaterra, Estados Unidos, URSS y Francia tomaron decisiones para conservar la paz en esa ya devastada zona europea después de los casi seis años de guerra.

Por ese motivo la capital de la antigua Alemania, Berlín,  germen del otrora poderoso Tercer Reich quedó dividida en cuatro sectores de ocupación, el soviético, el estadounidense, el galo y el inglés para así de acuerdo a esta idea salvaguardar al mundo de un posible renacimiento de un neo nazismo que pudiera envolver al mundo en otra ola de fuego y sangre, sin embargo no se contaba con que los deseos de expansión y de poder de parte del camarada general José Stalin provocaría una pugna mayor en el lado oriente de Berlín, los intentos por llevar a su terreno el mayor control y beneficios provocó que en 1949 Alemania quedara dividida políticamente en dos nuevos países la República Federal Alemana (RFA) bajo el apoyo de occidente y la República Democrática Alemana (RDA) perteneciente a la órbita socialista, cada una con su tipo de gobierno su leyes y principios. Así se empezaron a sentir los estragos de la llamada guerra fría aquel enfrentamiento de los dos grandes polos en que quedó dividido el mundo de la postguerra oriente contra occidente en una carrera feroz por el armamentismo, el control político y económico.

La ciudad de Berlín no podía ser la excepción múltiples problemas existían al ser una ciudad bajo un control cuatripartita, pero un día el 12 de agosto de 1961 el lado soviético de esta ciudad empezó a levantar un muro provisional cerrando 69 puntos de control, separando de un día para otro a familias, trabajos, escuelas, este muro provisional se convertiría en poco tiempo en el muro de la ignominia, una fortaleza de 155 kilómetros de largo con una altura cercana a los cuatro metros terminada en una superficie semiesférica con interior de acero, con un foso conocido como la franja de la muerte, con alambrada y vigilancia permanente de vehículos militares, sistema de alarmas, torres de vigilancia, perros entrenados para ataques. Un duro golpe a las esperanzas de libertad y de paz que se esperaban con la culminación de la guerra, el mundo volvía a vivir la angustia de ver separadas a personas y coartada su libertad de acción, a sentir en carne propia la violencia de un régimen totalitario que imponía su decisión a capricho y sentenciaba el futuro de los habitantes de esos países.

Este muro que por casi 28 años fue un símbolo del odio y anti humanismo causo miles de arrestos y golpizas y centenares de muertes la última un 5 de febrero de 1989, de todos aquellos que desesperadamente intentaban cruzar este monumento de odio. Bien podemos encontrar una vasta cantidad de películas de aquellos tiempos que nos narran las vicisitudes unas verídicas otras imaginarias de ese tiempo (El espía que surgió del frío, Funeral en Berlín, Cortina Rasgada, Octopussy, El cielo sobre Berlín, El niño y el Muro,  Good bye Lenin entre otras) que hacían ver las atrocidades de este producto de la Guerra Fría.

Fueron muchos los intentos para que este muro cayera, histórico fue aquel discurso emitido por el Presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan un 12 de junio de 1987 justo en el lado occidental del muro de Berlín ante su homólogo Mijaíl Gorbachov donde sentenció la lapidaria frase “ yo lo invito a que venga a este lugar, a que abra esa puerta, a que derribe ese muro” sonaban ya las campanas de las políticas dentro de la Unión Soviética el Glasnot y la Perestroika eran vías de acción para intentar mejorar la ya para entonces decaída economía y modelo social del bloque socialista, así llegó el 9 de noviembre de 1989 que quedará marcado por la historia como la caída de ese estigma contra la libertad, el mundo vio hace 35 años como se abría una puerta luminosa a la libertad y se cerraba otra que ojalá solo sea ya solo un triste recuerdo y sus partes un caro suvenir para las nuevas generaciones, esa histórica noche en que los marros, los picos y las palas de una población frenética hacías boquetes en la estructura de un muro que representaba una de las mayores afrentas contra la libertad del hombre, los trozos de concreto y el polvo que se desprendía anquilosaba recuerdos dolorosos y episodios de sangre y muerte, así como ahogados gritos guardados en cada una de esas piedras y granito de una generación que vivió en carne propia las consecuencias de luchas ideológicas que marcaron una parte importante del siglo pasado.

Por cierto los avatares de estos acontecimientos nos trae a la mente al renombrado agente 007 que con autorización de su majestad la Reina y con ayuda de los Estados Unidos fue protagonista  de enfrentamientos contra enemigos originarios de La cortina de hierro, justo en los vaivenes más álgidos de una guerra fría, y después, como tema en los rescoldos de la misma; así como aquel álbum de Pink Floyd “The Wall”  pero esa será otra historia…

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