El intento de envenenar a Fray Junípero Serra, antes de su paso por Tepic y San Blas

La vida del padre Junípero, (ahora  San Junípero), fue de aventuras constantes, como lo ha sido la experiencia misionera en el mundo a través de los tiempos.

Su fama de hombre bueno y mejor pastor la había adquirido desde su iniciación en el sacerdocio en Mallorca, en España, de donde era originario.

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De aquel entonces parte su cercana amistad con otro monje franciscano, el padre Francisco Palou, quien finalmente escribe abundantes datos biográficos del célebre Fray Junípero Serra, recién canonizado por el papa Francisco.

Junípero viaja a la Nueva España atraído por los relatos viajeros de los misioneros hispanos que ya habían predicado en América.

Ya estando en lo que hoy es México, incursiona por Veracruz eligiendo caminar sin ayuda de recuas. Sufre para siempre de una pierna adelgazada por, quizá, una picadura de animal ponzoñoso. Arrastró su caminar toda la vida, y aun así escribe otros treinta y tantos años de servicio religioso.

Su mayor ejercicio de bautizos y predicación entre indígenas ‘pames’, lo realizó en la Sierra Gorda del hoy estado de Querétaro. Pero los vaivenes del gobierno español lo movilizan constantemente.

Quizá Fray Junípero hubiera ido a la colonización del norte de la Nueva España por el camino de Chihuahua y Texas, pero las dificultades entre las órdenes cristianas lo apuntalan al mar pacífico norte y las californias, tras de que los jesuitas fueron expulsados de la conquista.

Así es que el franciscano Serra sufre un atentado contra su vida en una de sus misiones por el estado de Oaxaca.

Lo narra el padre Palou en su “Relación Histórica de la vida y apostólicas tareas del venerable padre Fray Junípero Serra”:

“En uno de los dichos pueblos en que hizo Misión el  Padre Serra, celebrando Misa el Siervo de Dios, le pareció que al tiempo de consumir el Sanguis (vino) le había caído en el estómago un gran peso como si fuese plomo, en términos que lo inmutó todo, y en parte lo trabó: no obstante puso el vino para la purificación; pero lo mismo fue tomarlo que quedar totalmente trabado, y si no ha estado tan pronto uno de los que asistían a la Misa, hubiera caído en tierra el V. Padre: lleváronlo luego a la Sacristía, y desnudándole los ornamentos lo pusieron en cama, creyendo todos (luego que supieron el caso) que le habían puesto veneno en la vinagrera del vino para quitarle la vida”.

Luego que lo supo un Caballero Asturiano del mismo Pueblo, muy afecto a los Religiosos, ocurrió al Convento con una bebida eficaz contra veneno, diciéndole que la bebiese, pues era muy propia para el intento. Miróla el V, Padre Serra que la traían en un vaso de cristal, y tras una primera negativa, se decidió a sorber el remedio que “no le causó basca alguna el azeite, ni vomitó; pero sí sanó, bien fuese por virtud del medicamento, como defienden algunos que la tiene, embotando los ácidos corrosivos del veneno, o por la fe del V. Paciente. Lo cierto es, que aquella misma mañana fue a la Iglesia á confesar, como si tal cosa le hubiera sucedido.”

Viaje de Junípero a las Californias pasando por Tepic y San Blas

(Con algunos datos de Palou y de la Fundación Serra)

Carlos III, Rey de España, ordenaba perentoriamente en junio de 1767 la expulsión de la Compañía de Jesús de todos sus dominios. Las misiones jesuíticas de la península de California fueron asignadas el colegio de San Fernando, que llamó inmediatamente a Fray Junípero, ocupado a la sazón en la región de Mezquital. Con él de superior, 14 fernandinos se dirigieron al nuevo destino el 16 de julio de 1767.

A sus 54 años, la obediencia le destinaba a la magnífica empresa de su existencia: implantar Fe y civilización en las tierras inéditas de la Alta California.

Los frailes desembarcaron en Loreto, Baja California, el 1 de abril de 1768. Ocupaban los dos tercios superiores del territorio indios Cochimíes, dejando el tercio meridional para gentes de habla Guaicurán; según cálculos acertados de los Jesuitas, que estuvieron 60 años entre ellos, llegaban a 50,000 habitantes.

El virreinato de Nueva España veíase amenazado por aquella época desde las posesiones francesas de Luisiana; ante las costas septentrionales americanas del Pacífico podría presentarse la potencia naval inglesa; y sobre todo tramperos y colonos rusos descendían ya desde Alaska.

Para conjugar tal situación, el Visitador General José de Gálvez debía promover la ocupación preventiva de Alta California. Entre el 31 de octubre de 1768 y el 10 de enero siguiente, Gálvez y Serra sopesaron con minuciosidad todos los aspectos de las cuatro expediciones proyectadas hacia lo desconocido.

La despedida al misionero Serra y a su séquito de religiosos franciscanos, fue realmente emotiva. Salieron rumbo al noroccidente el 16 de julio de 1767.

Un Santo en el Tepic virreynal

Dice Palou:

“Duró la caminata hasta el Pueblo de Tepic treinta y nueve días, con los pocos que tuvimos de descanso en las Ciudades de Querétaro y Guadalajara: supimos por el lllmo. Señor Obispo, de que no tenía Clérigos para la California, y que no estaba ninguna de las Misiones en disposición de ser administrada por otros Sacerdotes que los Misioneros, y que así lo había visto ya al Exmo, Señor

Virrey.  En vista de esto, dio cuenta de ello nuestro V, Padre Presidente al R. Padre Guardián, suplicándole se esforzase enviar más Religiosos. Así lo realizó hasta completar el número de diez y seis, que todos nos juntamos en el Hospicio de la Santa Cruz de Zacate, que eh el citado Pueblo de Tepic tiene la Provincia de Xalisco de la Regular Observancia de N. S. P. San Francisco.

Habiendo llegado allí el V, P, Presidente Fray Junípero Serra  el día 21 de Agosto. Se supo por el Coronel Comandan te de la Tropa que estaba acuartelado con el destino de ir parte de ella a la

California y Sonora, de que aún no estaba lista la salida, por lo muy atrasados que se hallaban los dos Paquebotes, que con el fin de transportarnos a todos para la California y Sonora se estaban construyendo; nos vimos precisados a detenernos en el citado Pueblo de Tepic, manteniéndonos el Rey de su cuenta.”

Se pusieron a predicar casi ocho meses en esta región

“El fervoroso celo del V. Padre Junípero no le permitió el que tantos Religiosos como allí estábamos ociosos por detenidos, perdiésemos el tiempo que se podía emplear en la conversión de muchas almas; y así luego que descansamos de aquel largo viaje, dispuso el que hiciésemos Misión en las cercanías del Puerto de San Blas, repartiendo a todos por los Pueblos expresados en el Capítulo antecedente, quedándose S. R. en el expresado Pueblo de Tepic, con otros Compañeros haciendo Misión allí, eh cuyo ejercicio  nos ocupamos hasta principios de Marzo del año de 1768, en que nos embarcamos a Loreto, (hoy Baja California sur).” (Francisco Palou, biógrafo de Serra)

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