EL LEGADO DE LINCOLN

Por Daniel Aceves Rodríguez

La guerra había terminado, el nueve de abril de 1865 la pugna fratricida entre los Confederados y la Unión culminaba  después de casi cinco años de sangrienta lucha que había dejado una cauda de dolor y muerte en aquél país que de nuevo hacía ondear la bandera de las barras y las estrellas representante  orgulloso de la unidad de Estados Americanos en una sola y gran Nación.

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Su presidente Abraham Lincoln iniciaba su segundo período de gobierno habiendo sido un baluarte fundamental para que durante aquel conflicto el país hubiera soportado un enfrentamiento de esas proporciones y  paliando en la menor medida los estragos que lógicamente se podrían haber tenido en una situación de esta magnitud.

Ahora el panorama era de ir hacia arriba, de trabajar en pro de cerrar las heridas y caminar juntos a la reconstrucción de esa Nación de un destino manifiesto, por esta razón sus baterías  estaban encaminadas al resurgimiento de los Estados Unidos, su cercanía con el General Grant ganador de la contienda impulsaban la reorganización militar y castrense.

La afición por el Teatro y las obras de escenario era algo conocido en el Presidente, por eso aquella noche del 14 de abril era obligada su visita al Teatro Ford de la capital del país para presenciar el montaje de la comedia musical “Our American Cousin” su palco lo esperaba. Su compañera de vida Mary Todd iba con él junto a sus invitados el oficial  Henry Rathbone y su prometida Clara Harris, ya que el General Grant y otros militares de alto rango declinaron la invitación de la primera dama; de acuerdo a las crónicas el Presidente ante ya una situación franca y no bélica dio anuencia a su guardaespaldas de ir a comprar algunos pastelillos por lo que no ingresó con ellos al recinto de honor.

Hasta ese lugar llegó furtivamente uno de los actores de aquella obra, de claras ideas confederadas imbuido del odio reflejado en los perdedores de aquella guerra, y sin ninguna restricción o impedimento pudo utilizar su revólver y disparar certeramente en la cabeza del Presidente, no pudo seguir porque Rathbone se abalanzó sobre él cayendo desde el balcón al escenario, y ante el estupor del público pudo expresar ¡Sic Semper tyrannis! (así siempre a los tiranos) huyendo del lugar de los hechos, este personaje era John Wilkes Booth que horas más tarde se convertiría en el primer magnicida de los Estados Unidos ya que el mandatario Lincoln fallecería nueve horas después el 15 de abril de 1865.

Se cortaba así el mandato de un hombre que había luchado por la libertad, la paz y la defensa de los derechos de los ciudadanos, un presidente que preservó la unión ante un conflicto atroz que cundió en las entrañas ideológicas y desangró la conciencia de un país, que pudo modernizar la economía fortaleciendo el sistema bancario, el control  de impuestos y las comunicaciones por medio de los ferrocarriles, pieza clave para dar forma a lo que actualmente es el Partido Republicano con sus bases y fundamentos que lo han consolidado en la plataforma electoral.

Pero la mayor contribución por la que la figura de Abraham Lincoln es reconocida a nivel mundial es por su oposición a la esclavitud, postura que en aquel siglo era una premisa de debate en Estados Unidos y principal detonador de aquella cruenta Guerra de Secesión (1851 – 1865).

Su Proclama de emancipación y la Decimotercera enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América dictadas en 1863 y ratificadas en 1865, donde se prohíbe cualquier tipo de esclavitud y de servilismo, dándole así a este personaje la categoría de prócer benefactor de los derechos y la igualdad de todos los ciudadanos no importando el color de piel, origen o nivel social.

Lincoln a su vez es reconocido en nuestro país ya que siendo congresista en 1846 no fue simpatizante de la intervención estadounidense en México, y ya siendo Presidente denostó la formación de la alianza tripartita que en 1862 se abatió  sobre nuestro país, expresando que “Ningún gobierno monárquico que pudiera formarse en México, en presencia de ejércitos y de armadas extranjeras en las aguas y sobre el territorio de México, tendrá ninguna probabilidad de seguridad o permanencia”.

Es claro que durante el Segundo Imperio el país vecino se debatía en la Guerra Civil, razón que favoreció el desembarco e invasión francesa, no porque se pudiera esperar una defensa impensable de los Estados Unidos, pero sí un dique que contuviera los impulsos e ideas extraterritoriales de las huestes napoleónicas, fundamental fue este conflicto para que el Congreso estadounidense no ratificara el Tratado Mac Lane – Ocampo firmado en diciembre de 1859 porque este daría mayor fuerza a los Confederados sureños.

Nacía así la figura de Abraham Lincoln considerado uno de los mejores Presidentes de los Estados Unidos y que junto a Mc Kinley, Garfield y Kennedy forman el grupo de mandataros acribillados en uso del poder, aquél que pugnaba por un Gobierno del Pueblo, por el Pueblo y para el Pueblo.

Por cierto aquel oficial que defendió a Lincoln el día del ataque, resultó gravemente herido, continuó su carrera militar pero se dice que nunca se pudo recuperar de ese golpe emocional y se fue deteriorando su salud mental, se casó con Clara Harris, ocupo algunos cargos, pero su fortaleza emocional era precaria, fue enviado a Alemania y un día en un arranque de locura atacó a su esposa matándola con una daga, pero esta será otra historia…

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