EL LIBRO DE TEXTO GRATUITO; UNA AZAROSA BATALLA

Por Daniel Aceves Rodríguez

“Oso, ese oso, se asea así, si se asea, así es su oso…” muchos de nosotros identificaremos esas singulares líneas y tal vez a nuestra mente lleguen recuerdos de la infancia escolar, de pupitres, olor a goma de borrar y puntas de lápices, de emoción y deseos de aprender a leer y escribir; pues bien este juego de palabras del “oso que se asea así” corresponden a uno de los íconos de los libros de texto gratuitos que llegaron a las manos de no pocas generaciones de mexicanos y que en este día se conmemoran los 63 años de haberse instituido.

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Tal vez para las generaciones presentes el recibir año con año una edición más de los Libros de Texto pudiera parecer una situación de mero trámite burocrático o común, pero difícilmente podremos comprender que para llegar a este momento tuvo que transcurrir una aventura por demás histórica que proviene desde los años de 1833 cuando Valentín Gómez Farías entonces vicepresidente de México sustituyendo a un Antonio López de Santa Anna creaba la Dirección General de Instrucción Pública para el Distrito y territorios de la Federación conteniendo ella un artículo donde ya se hablaba de que esta dependencia se encargaría de designar los libros que gratuitamente se harían llegar para la enseñanza pública; sueño no cristalizado en un México turbulento que pasó por avatares de La Reforma, el Segundo Imperio, la República Restaurada, El Porfiriato, La Revolución, el Movimiento Cristero, los gobiernos de la postrevolución, hasta llegar al sexenio de Adolfo López Mateos quien decreta el 13 de febrero de 1959, mediante publicación en el Diario Oficial de la Federación, la fundación de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg), que desde ese momento se ponen arduamente a trabajar para que casi un año después, el 16 de enero de 1960, el Secretario de Educación Jaime Torres Bodet junto con el Gobernador de San Luis Potosí en una escuelita rural llamada Cuauhtémoc de la localidad El Saucito, hicieran entrega a la niña María Isabel del primer libro de texto y cuaderno de trabajo producido por la Secretaría de Educación; podría parecer sencillo, pero fue una logro que duró más de 125 años en concretarse, tal como lo diría el Maestro Torres Bodet parafraseando al Fausto de Goethe “Realizar en la madurez un sueño de juventud”.

Este pequeño pero significativo hecho, que se repite al inicio de cada ciclo escolar en todas las escuelas del país,  viene a reconstruir la historia azarosa de uno de los proyectos más importantes que ha generado el sistema educativo mexicano, englobando en ello una valiosa parte de la esencia del artículo tercero constitucional donde nos habla de puntos fundamentales como la gratuidad educativa, la soberanía y el amor a la patria, la exaltación de nuestra raíces y el orgullo de ser mexicanos dentro de la inclusión, equidad, espíritu de democracia que debe imperar en la formación en la educación de calidad plasmada en cada uno de los textos que llegan a las manos de la niñez estudiosa de nuestra patria.

Aquellos libros con la imagen de una mujer mestiza enarbolando el lábaro patrio que ondeaba majestuoso, remarcado con una cornucopia de donde emanaban muchas de las riquezas que nuestro abundante territorio es pródigo, generaban en el escolapio un inherente sentimiento de respeto y sensación de amor y sentido de pertenencia al terruño, sus cuentos, lecciones y contenidos nos guiaban junto a la imagen del maestro o maestra a ese mundo del saber que se abría ante nuestros ojos y nos centraba en ese macrocosmos inmenso que es la Educación .

Este sueño anhelado pudo concretarse a pesar de muchas adversidades y señalamientos del posible fracaso, inutilidad, gasto, o el  peligro en el tipo de contenidos que el libro pudiera llevar, recordemos que eran los años posteriores a la segunda guerra mundial, donde los dos polos de poder generaban un cuasi control del mundo y los avances del comunismo ya pisaban territorio continental con Cuba y un Fidel Castro recién ascendido y la posible influencia que esa corriente de pensamiento pudiera tener en nuestro suelo. 

Dentro de la pléyade de personajes que pudieron hacer realidad esta hazaña, destacaremos claro en primer término la figura del presidente Adolfo López Mateos (1958 1964),  que nunca cejó en su intento de llevar a cabo este importante y trascendente logro, su frase “Demos a la niñez de nuestro pueblo las aulas y los maestros que necesitan, esta será la mejor manera de dar un alma lúcida y vigilante al progreso de la nación”, para lograr este propósito contó con el apoyo de un personaje formado en lides vasconcelistas donde abrevó los ideales de aquel Ateneo de la Juventud que tantos hombres preclaros generó y que aportaron grandes cosas a la educación del México del siglo XX, me refiero a Jaime Torres Bodet quien por segunda vez ocupaba el cargo de Secretario de Educación y que a los 58 años se echó a cuestas esa obra titánica, su ilusión contagió a un personaje del cual en su momento la opinión pública puso en duda y denostó su labor al conocer que él encabezaría la Conaliteg, la presencia de Martín Luis Guzmán aquel autor de la controvertida y censurada novela “A la sombra del Caudillo”, fue el operador práctico e intelectual de este lanzamiento a la cabeza de la dependencia creada por indicación presidencial

Con todos los contratiempos, avatares y opiniones encontradas la Conaliteg pudo poner en menos de un año los primeros libros de texto gratuitos en el escritorio del presidente para de ahí llegar hasta los lugares más recónditos del país, cumpliendo con su labor de llevar a las aulas este contenido del saber no importando crisis, cambios de gobierno o cualquier otra circunstancia.

Podemos hacer una reflexión final,  pareciera que el libro de texto gratuito con su fiel deseo de ayudar en la educación, siempre hubiera estado ahí, sin embargo esto no fue así, ni fue una tarea fácil,  fue el producto de uno de los más consistentes y nobles esfuerzos para responder a una de las necesidades fundamentales del ser humano y hoy es una realidad que durante sesenta y tres años ha colaborado y seguirá constante cada momento siendo un recurso fundamental en  la formación educativa de nuestra patria.

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