Véritas Liberabit Vos
Varios países se disputan ser la tierra de origen natal de este gran personaje, siendo la acepción más generalizada el que nació en Génova, su amor por el mar y el deseo febril de navegar lo llevaron a fortalecer la idea de que la tierra era esférica y por lo tanto se podían tener rutas diferentes para poder llegar a las Indias, y potencializar así todo ese comercio marítimo que era una de las bases principales de la economía de las grandes potencias, quién dominaba el mar, tenía pleno poder sobre otras naciones.
Con esta idea y proyecto se presenta con Portugal con el Rey Juan II donde es desechada su dad propuesta y considerada de una ingenuidad y falta de consistencia, por esta razón vuelve sus ojos hacia la Corona de España dirigida por la pareja de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla los conocidos Reyes Católicos, quienes en aquellos años luchaban afanosamente por lograr la expulsión de su territorio de los moros después de ya más de siete siglos de dominación. Esta situación hace que por más de cinco años la propuesta de Colón quede en la mesa como un proyecto, importante sí, pero no decisivo como lo era la otra situación.
Los apoyos del fraile Antonio de Marchena, el duque Luis de Medinacheli, algunos otros miembros de la corte y las victorias sobre los moriscos en Granada, hacen que sus propuestas sean escuchadas, siendo la Reina Isabel quién apoya y financia su primer viaje; no sabiendo que con ello estaba abriendo las puertas al descubrimiento del Nuevo Mundo, acontecimiento por demás decisivo en la Historia Mundial.
El gran navegante genovés nunca supo realmente a donde había llegado, jamás en vida logró percatarse de la magnitud y trascendencia de su legado, murió un 20 de mayo de 1506 a los 54 años de edad consciente de haber abierto un nuevo camino a las Indias.
Fue el cartógrafo florentino ya radicado en España Américo Vespucio quién realizó varios viajes así como unas cartas o planisferios que serían tomados desde el año 1499 en el Nuevo Tratado Cosmographiae Introductio, que sirvió de versión latina a la Geografía de Claudio Tolomeo, ahí se establecía que los territorios señalados no pertenecías al Continente asiático, sino que eran parte de uno nuevo, el cual llevaría el nombre de América en honor a Américo Vespucio autor principal de esta propuesta cartográfica, tal como lo estableció el cartógrafo alemán Walddseemuller.
Esta es la razón por la cual nuestro Continente no lleva el nombre de Colombia sino el de América que ha quedado registrado en los anales y se reconoce la fecha del 11 de mayo como el día que se celebra el bautizo de esta bella tierra en que está enclavado México.
Dejo en boca de un historiador famoso la crónica sobre la dilucidación del nombre y su descubrimiento:
“La Reina Isabel decidió financiar el viaje de Colón. Y éste, en efecto, encontró tierra, más o menos donde él esperaba, y murió convencido de que los hechos le habían dado la razón y había llegado a “las Indias”. Poco tiempo después, un astuto florentino, Américo Vespucio comprendería lo ocurrido: las carabelas castellanas se habían topado con un continente, desconocido para los europeos, que se erguía en medio de los océanos. Y, como lo habían dejado sin bautizar, le dio su nombre; en versión, eso sí, castellana y, como correspondía a un continente, en femenino: América. Si el famoso aventurero genovés no hubiera sido tan obcecado, el continente se llamaría ahora Colombia.” (Álvarez Junco, José: Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX. Madrid: Taurus, 2001, p. 47)
Independientemente de que lleve su nombre o no, la egregia imagen de Cristóbal Colón, quedará en la mente de todos nosotros quiénes desde la edad de escolapios lo reconocemos como el audaz navegante genovés que ante todas las adversidades se lanzó a la mar y descubrió como lo nombra el vate Rubén Darío en su poema Salutación del Optimista:
“Ínclitas razas ubérrimas”
La latina estirpe verá la gran alba futura,
en un trueno de música gloriosa, millones de labios
saludarán la espléndida luz que vendrá del Oriente,
Oriente augusto en donde todo lo cambia y renueva
la eternidad de Dios, la actividad infinita.
Y así sea Esperanza la visión permanente en nosotros,
¡Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda!