El pecado de la soberbia

Caldero Político

De acuerdo con el analista político Orlando Caballero Díaz, el séptimo pecado capital político es la “Soberbia Política”;  según el Diccionario de la Real Académica proviene del latín superb” a que significa: “Altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros. Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás”.

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Además, los proverbios en la Biblia indican que: “La soberbia del hombre le acarrea humillación, pero al humilde de espíritu lo sustenta la honra” Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu. Mejor es humillar el espíritu con los humildes que repartir despojos con los soberbios”.

San Agustín sentenció que: “La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano”.

En cambio Fernando Savater considera que: “La soberbia es el valor antidemocrático por excelencia. Los griegos condenaban al ostracismo a aquellos que se destacaban y empezaban a imponerse a los demás. Creían que así evitaban la desigualdad entre los ciudadanos. Pensaban: Usted, aunque efectivamente sea el mejor, tiene que irse porque no podemos convivir con un tipo de superioridad que va a romper el equilibrio social”.

Entonces, amigos, el pecado capital político de “Soberbia Política” se explica desde la psiquiatría como una de formación de la percepción de la realidad de uno mismo por exceso.

Se trata ni más ni menos de un actor político afectado por el “Síndrome Hybris” presentado a la comunidad científica por David Owen, quien plantea que fue detectado tempranamente en Grecia en aquellos “héroes” que, alienados por el éxito y el poder, se comportaban como déspotas genuinos, cuando no lo hacían estando convencidos que eran dioses.

El pecado capital político de “Soberbia Política”, para Owen en su obra: En la enfermedad y en el poder, el actor político se convierte en un abusador de sus congéneres a quienes considera están por debajo de él. Esta patología se instaura como una especie de actitud megalómana y puede terminar en una paranoia acentuada.

Amigos: la “Soberbia Política” es muy fácilmente diagnosticable toda vez que el actor político presenta los siguientes síntomas y signos, chequen: es egocéntrico; presenta una confianza desmedida en sí mismo; es impulsivo e imprudente; se siente superior a los demás; le otorga una desmedida importancia a su imagen; ostenta sus lujos; es excéntrico; se preocupa porque sus rivales sean vencidos a costa de cualquier cosa; no escucha a los demás; es monotemático; se siente iluminado y aunque falle, no lo reconoce.

Podemos afirmar, de esta manera,  que el pecado capital político de “Soberbia Política” conlleva el convencimiento interno del actor político de creerse infalible e insustituible, no aceptar perdida alguna, ser fácilmente proclives al fraude o a la manipulación de los hechos, e importarle nada el daño que le infringe a su opositor  o al conglomerado social.

Usted juzgue y haga comparaciones.

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