Lo que encontré fue un artículo del historiador tepicense Manuel Olimón Nolasco, miembro de la Academia de la Historia y quien tiene ya una gran suma de escritos históricos de diversos temas, los cuales generosamente nos los comparte en su página de internet.
En este caso, el maestro Olimón nos regala un artículo sobre algunos de los contenidos del periódico Lucifer, que aquí transcribo:
Tepic en líneas impresas en 1895.
–ASOMO A ALGUNAS PÁGINAS DEL BISEMANARIO “LUCIFER”–
“La aduana marítima de San Blas recaudó en enero (de 1895): $12,161.09 y en febrero: $7,709.032”. Se anunció el auge del algodón en Santiago Ixcuintla, después de tiempos de penurias: “Esta vez se logró la cosecha de este fantástico vegetal que tan amargas penas y tan completas ruinas ofrece por lo general a sus cultivadores. La alegría reina en la costa; la abundancia y el bienestar asoman en lontananza y las fiestas estarán sin duda animadísimas”. Además quedó escrita una noticia todavía por confirmarse: “Don José María Menchaca compró una fábrica de hilados a don Adolfo Kindt en las inmediaciones de Santiago”. Y con amplitud se dio a conocer, “de parte de corresponsales de periódicos de la Ciudad de México” el éxito que las muestras de café llevadas del territorio de Tepic a la “Exposición Agrícola Mexicana en Nueva York” tuvieron allá. Leemos: “Después de hacer un ensayo en pequeño de las muestras, fue [éste] muy satisfactorio debido a la calidad sui generis de su grano, su buen gusto, uniformidad en el tostado y aroma exquisito. La casa de los señores B. Fischer y Cía. han hecho un pedido de 10,000 libras a los Sres. J. A. Aguirre de Tepic, expositores de ese grano.
Si las notas anteriores nos permiten formarnos una idea somera de ciertas condiciones sociales y económicas del territorio tepicense, los anuncios comerciales apuntan a poder reproducir el perfil de los lectores, dominantemente varones de cierta edad y sin duda pertenecientes a la “burguesía” cosmopolita de ese pequeño mundo pues la región, todavía incomunicada por vías terrestres tenía comercio próspero (y contrabando no menos) gracias al puerto de San Blas y a los consulados cuyos titulares parecían gozar de “patentes de corso” como los ingleses de los tiempos del Imperio Español en el Atlántico. Los apellidos extranjeros (alemanes, ingleses y franceses) están presentes junto con los españoles Menchaca y Aguirre.
La minería era todavía una realidad viva. E. Lonergan, secretario de la Casa Barron, Forbes y Cía. convocó al reparto de utilidades de los accionistas de las minas “La Castellana”, “San Ramón” y anexas. En San Blas “el dueño, Carlos Boutker” anunció su hotel “Casa Blanca” con las siguientes características: “Cada persona con una cama, comida y baños. 10 reales[o] $1.25 por cada día. Desayuno: té, café, chocolate y dos platillos. Almuerzo o comida: 6 platillos, postre, café o té. Cena: 3 platillos, café, té o chocolate”. Federico Beyer anunciaba la venta en su almacén de corbatas, cachemiras [“tejido de pelo de cabra mezclado a veces con lana” define el Diccionario de la Real Academia] negras y de color…Tápalos de merino10 [y] de burato. Perfumería fina, chaquetas y blusas de punto…” Y el anuncio subraya la “oportunidad”: “Acaban de llegar directamente de Europa y todas las personas de buen gusto deben aprovechar la oportunidad de comprar efectos excelentes a bajos precios”. Genaro Carreras, Calle de Lerdo 95, Portal de Andrade, (Este portal hoy se conoce como Portal Fray Junípero), anuncia: “papelería y objetos de escritorio, libros en blanco, agencia de libros, periódicos y toda clase de publicaciones”. Una innovación tecnológica de la época es la máquina de coser, objeto del deseo alrededor del cual Agustín Yáñez tejió su novela Las tierras flacas. La Casa Delius y Cía. anunció la “máquina de coser de White” y por ahí en diversos números del periódico se anunciaron otras marcas patentadas. Profesionistas ofrecen también sus servicios: “Carlos Pesquera, abogado…Toda clase de negocios relativos a su profesión. Calle de Puebla núm. 132”. “G.H. Riggen. Cirujano dentista. Calle de Juárez núm. 36”. A propósito del doctor Fénelon, más conocido por la casa que lleva su nombre en la calle de Lerdo en la que se instaló la Escuela Preparatoria del Instituto de Ciencias y Letras de Nayarit en 1964, se dijo en marzo de 1895: “El Dr. Fénelon saldrá pronto de esta ciudad por unos cuantos días. Que regrese sin novedad ese excelente amigo que va a acompañar a sus estimables hermana y sobrina.
Otra deliciosa charla de Olimón Nolasco
Sobre las campañas políticas en Nayarit en 2014 escribí: La devaluación de la palabra. Puede consultarse en mi página electrónica: http://www.olimon.org/manuel/ponencias/devaluacion.pdf
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Si lo aquí presentado nos refleja, como en espejo un tanto opaco, esa sociedad aparentemente tranquila que vivía ya después de los sustos de los lozadeños y bajo la mano firme pero suave del general Romano y los silenciosos negocios del también general Manuel González el “compadre” de don Porfirio, terrateniente que competía con los Aguirre y los Delius casi sin hacerse sentir y magnate de los ferrocarriles en construcción por todas partes, es conveniente, a modo de reflexión sobre la profesión periodística y la vocación del periódico como medio de difusión y, por qué no, de construcción de convivencia democrática, citar y comentar, desde la tristísima condición del actual periodismo nayarita, la convicción, el ideario y la ética profesional que don Antonio Zaragoza señaló como divisa de su bisemanario. El 15 de junio de 1890, a propósito de una real o fingida solicitud de la Prensa Asociada, escribió bajo el título: “Autobiografía. Mi vida y milagros”: “Si es cierto que son felices los que no tienen historia, yo debo considerarme muy dichoso, pues en verdad no recuerdo que éste mi humilde periódico haya hecho resonar con sus proezas las trompetas de la fama…Aparezco con gusto; no tengo ninguna misión; no me anima la esperanza de la gloria ni el deseo del lucro…Nada valgo y, empero, abrigo una vanidad o, por mejor decir, un orgullo. Si no ilustro, no pervierto, ni insulto, ni miento, ni calumnio ni exploto. Permítaseme ese rango de justicia…si no puedo, bajo ningún aspecto pertenecer a la gran prensa, sí me jacto de pertenecer a la prensa honrada y decente”.
Mi niñez, adolescencia y primera juventud las viví en el Tepic de Prensa Libre, El Nayar y El Sol de Tepic. No faltaba en esos periódicos la valentía y el deseo de encontrar caminos constructivos; los “logros” de los gobiernos tenían abundante espacio pero sin las exageraciones actuales como la fantasía del “Puerto Nayarit”, abierta y costosa distracción preelectoral en el pasado 2014.
Podíamos regocijarnos con las puntadas de María Concepción Delgado (“Concha Moños”) y con la especial redacción de las “Pichicosas” de la “Pichi” Ortiz, hermana menor de doña Emilia la artista del pincel exquisito y a la vez desafiante, con la seriedad de don Zenón Altamirano o Raúl Romero Gallardo y la frivolidad soportable de “Richard”, Ricardo Silva Delgado, en su “Martini Dulce” de “El Sol De Tepic”. En este último diario escribí, de 1969 a 1977 una columna titulada Umbral que restauré en el periódico mensual de la diócesis de Tepic “La Senda de Fray Junípero” a partir de 2010, impreso ahora desaparecido o eufemísticamente “trasformado a la forma electrónica”. El periodismo nayarita formaba opinión y tenía escritores con independencia mental y cabalidad moral si bien ni todos ni siempre, pero esas cualidades existían. Ojalá el periodismo del futuro entre nosotros se rija por los conceptos memorables impresos en Lucifer por el licenciado Zaragoza en el ya remoto pero no ajeno año de 1890 en esta misma ciudad de Tepic: “Si no ilustro, no pervierto, ni insulto, ni calumnio, ni exploto”.