El estrés laboral y la falta de sueño están relacionados con un riesgo tres veces mayor de muerte cardiovascular en los empleados con hipertensión. Ese es el hallazgo de una investigación que se publica este domingo ‘European Journal of Preventive Cardiology’, una revista de la Sociedad Europea de Cardiología.
El autor del estudio, el profesor Karl-Heinz Ladwig, del Centro Alemán de Investigación para la Salud Ambiental y la Facultad de Medicina de la Universidad Técnica de Munich, en Alemania, dice: «Dormir debería ser un momento para recrearse, relajarse y restaurar los niveles de energía. Si tiene estrés en el trabajo, el sueño ayuda a recuperarse. Desafortunadamente, la falta de sueño y el estrés laboral suelen ir de la mano, y cuando se combina con la hipertensión, el efecto es aún más tóxico».
Un tercio de la población activa tiene hipertensión (presión arterial alta). Investigaciones anteriores han demostrado que los factores psicosociales tienen un mayor efecto perjudicial en personas con riesgos cardiovasculares preexistentes que en personas sanas. Este fue el primer estudio que examinó los efectos combinados del estrés laboral y la falta de sueño en la muerte por enfermedad cardiovascular en trabajadores hipertensos.
El estudio incluyó a mil 959 trabajadores hipertensos de 25 a 65 años de edad, sin enfermedad cardiovascular ni diabetes. En comparación con las personas sin estrés laboral y con un buen sueño, las personas con ambos factores de riesgo presentaban una probabilidad tres veces mayor de muerte por enfermedad cardiovascular. Las personas con estrés laboral solo registraban un riesgo 1.6 veces más alto, mientras que aquellas que solo dormían mal tenían un riesgo 1.8 veces mayor.
INCREMENTO GRADUAL DEL RIESGO DE MUERTE CARDIOVASCULAR CON CADA AFECCIÓN
Durante un seguimiento promedio de casi 18 años, el riesgo absoluto de muerte cardiovascular en el personal hipertenso aumentó de manera gradual con cada afección adicional. Los empleados con estrés laboral y falta de sueño registraban un riesgo absoluto de 7.13 por mil personas/año en comparación con los 3.05 por mil personas/año en aquellos sin estrés y con sueño saludable. Los riesgos absolutos de solo estrés laboral o de sueño deficiente fueron 4.99 y 5.95 por mil personas/año, respectivamente.
En el estudio, el estrés laboral se definió como trabajos con alta demanda y bajo control, por ejemplo, cuando un empleador quiere resultados, pero se niega a tener autoridad para tomar decisiones. «Si tiene altas demandas, pero también un alto control, en otras palabras, puedes tomar decisiones, esto incluso puede ser positivo para la salud –dice el profesor Ladwig–. Pero estar atrapado en una situación de presión que no tiene poder para cambiar es perjudicial».
El sueño deteriorado se definió como dificultades para conciliar el sueño y/o mantener el sueño. «Mantener el sueño es el problema más común en personas con trabajos estresantes –dice el profesor Ladwig–. Se despiertan a las 4 de la mañana para ir al baño y volver a la cama pensando en cómo lidiar con los problemas de trabajo».
“Estos son problemas insidiosos –señala el profesor Ladwig–. El riesgo es no tener un día difícil y no dormir. Es sufrir un trabajo estresante y dormir mal durante muchos años, lo que desvanece los recursos energéticos y puede llevar a una muerte temprana».
Los hallazgos son una señal de alerta para que los médicos pregunten a los pacientes con presión arterial alta sobre el sueño y la tensión laboral, dice el profesor Ladwig. «Cada afección es un factor de riesgo en sí misma y hay interferencias entre ellas, lo que significa que cada una aumenta el riesgo de la otra. La actividad física, comer de manera saludable y las estrategias de relajación son importantes, así como la medicación para reducir la presión arterial, si corresponde», añade.
Los empleadores deberían proporcionar control del estrés y tratamiento del sueño en el lugar de trabajo, subraya, especialmente para el personal con afecciones crónicas como la hipertensión.