No me considero en lo más mínimo un crítico de cine, ni tampoco un conocedor de técnicas del también llamado Séptimo Arte como puede ser la edición, iluminación, fotografía, adaptación en guion o cualquiera de las otras categorías que la Academia premia en sus entregas anuales, pero sí puedo decir que de mi madre tomé el gusto por disfrutar de una buena película y conocer un poco de los actores en boga en aquellos tiempos, tiempos donde las producciones cinematográficas no se gestaban con la variedad y parafernalia que en nuestros días, donde las cintas se volvían a repetir en las salas en forma periódica, donde existía la permanencia voluntaria, la exhibición de dos y hasta tres cintas con el pago de un solo boleto y eso sí el consabido intermedio para poder ir a la dulcería y dotarse de las godibles palomitas y otra caterva de golosinas o bebidas, imponentes eran algunas salas con su marquesina iluminada que invitaba con vehemencia al público y en su interior el enorme y elegante telón que se abría al unísono de la música que antecedía a la imagen o logotipo de los estudios cinematográficos que producían la cinta.
Así de su mano vi varias veces una de sus cintas preferidas: “Lo que el viento se llevó”, igualmente “La novicia rebelde”, “Los diez mandamientos”, “Desayuno en Tiffany´s”, “Casa Blanca” por mencionar solo algunas que de niño más recuerdo, igualmente los nombres de Clark Gable, Humphrey Bogart, Vivien Leigh, Marcelo Mastroianni, Anthony Quinn, Audrey Hepburn y varios actores más de los que se reconocía su capacidad histriónica y su dominio de la escena, mención aparte era la de Directores como Alfred Hitchcock y sus películas como Psicosis, Los Pájaros, Vértigo que tal vez vi hasta el ídem del nombre de esta cinta, recuerdo que tal vez las últimas películas que alcancé a ver con ella en un cine fue la de Bugsy sobre la fundación de las Vegas con Warren Beatty (otrora galán en su época) y la de Tiempos Violentos o “Pulp Fiction” obra que dio fama a Quentin Tarantino y que revivió en 1992 a un John Travolta que se había quedado atorado en los finales de los setentas con sus musicales Fiebre de Sábado por la Noche y su “Grease” muy diferentes a la trama de sangre y violencia de “Pulp Fiction”.
Ya adolescente después de la película era interesante y divertido que yo pudiera darle una opinión ya más centrada sobre la trama, actuación o congruencia de la cinta, lo que me hacía estar más atento para poder dar un concepto más centrado y menos intrascendente a lo que pudiera ser su opinión, claro esto me hacía merecedor de una pantagruélica cena de aquellos antojitos que para ese tiempo eran una vianda y llenaban de felicidad, eso si cada película era calificada y anotada como relevante o no.
Aparte de la calificación de los actores o la película mención aparte eran aquellas cintas que lejos de la comercialización, la ternura, la acción o el romance entraban en un apartado especial de mostrar la conducta humana y de ir más allá de la simple superficialidad del ser, sino que se adentraban en la psique y el accionar provenía de una motivación generada por la in fluencia del entorno o por las situaciones de vivencia que muchas veces la trama no mencionaba o solo las insinuaba.
Así en esta lista figuraban películas como: Rebeca y Psicosis de Alfred Hitchcock, Taxi Driver (Robert de Niro), Atrapado sin Salida (Jack Nicholson), Naranja Mecánica (Stanley Kubrick), La Sociedad de los Poetas Muertos, El Silencio de los Inocentes entre otras más y para mí El Padrino (aunque ella me dijo que era más comercial y de buena actuación, no le discutí).
Ya en estos tiempos cuando no hay permanencia voluntaria, ni salas con telones de lujo ni marquesinas de foquitos, intermedio, funciones de dos películas y estas raramente se vuelven a repetir en las salas porque la tecnología nos hace ya tener a nuestra disposición a cualquier momento las cintas de estreno así como una diversidad comercial que cada mes da por lo menos dos estrenos de relumbrón con sus consabidas sagas, secuelas y pre cuelas, es difícil hallar una película que integre no solo una actuación excepcional (que puede haber muchas) sino una que se viaje al interior del ser humano y nos muestre una realidad tal vez cruda, ácida, dura, palmaria de los avatares que generan una conducta social de resentimiento, odio y su contumaz resultado de violencia extrema.
La película Gasón recién estrenada nos muestra con crudeza esta fatalidad del ser dentro de su mayor indigencia humana, víctima del vituperio, la insensibilidad ante lo que puede ser diferente y no es de acuerdo a los prototipos o estándares establecidos, el hedor de la violencia hacia los niños, la permisividad de los excesos y la presión social hacia los discapacitados o desvalidos.
El dolor, la furia, la tristeza oculta bajo una máscara del clásico “clown” Garric del Reír Llorando, que al verse impotente y atacado externa su odio y rencor contra esa sociedad en una vorágine de sangre y muerte. No es una película simple, bajo una actuación que trasluce en su exterior la podredumbre de su interior el actor nos lleva a un mundo de risa y dolor que mueve las fibras más sensibles y nos convierte en cómplices de la perversidad.
Guasón no es una película del villano de un superhéroe, es la realidad interna de muchos seres que viven consigo mismo una batalla más allá de su voluntad y su inteligencia, más allá de su dolor y su alegría, una cinta para reflexionar y para analizarla no como crítico de cine, sino como humano consciente de la realidad del mundo que vivimos.
Tal vez terminando la película hubiera coincidido con mi madre en anotarla en aquella listita de películas que guardaba ella en una cajita que no sé dónde quedó pero que guardo en el corazón junto a toda su enseñanza, porque sé que de seguro me hubiera invitado después a un sencillo lugar a degustar algo (que curiosamente me gustaba a mi) para compartir la interesante trama.
“A 24 años de la partida de Doña Ade”