Véritas Liberabit Vos
Por eso es que cuando hablábamos sobre nuestro Himno Nacional, es justamente Santa Anna quién en 1853 dio a conocer la convocatoria para invitar a un doble concurso cuyo fin y orden era seleccionar la letra y la música de lo que sería a la postre el Himno Nacional, como ya es sabido el triunfo de este concurso recayó en Francisco González Bocanegra y Jaime Nunó respectivamente, de cuya inspiración brotó este bello canto bélico y marcial que forma orgullosamente parte de nuestros Símbolos Patrios, el resultado fue publicado un 4 de febrero de 1854.
Este Himno fue presentado integrado por diez estrofas, siendo la cuarta de ellas una loa firme y directa a la imagen del Presidente de ese momento y que al calce decía:
“Del guerrero inmortal de Zempoala
Te defiende la espada terrible
Y sostiene su brazo invencible
Tu sagrado pendón tricolor
El será del feliz mexicano
En la paz y en la guerra el caudillo
Porque él supo sus armas de brillo
Circundar en los campos de honor”
Estrofa que a los pocos años fue borrada y cancelada ante la imagen degradada del otrora héroe nacional.
Hablar de Santa Anna es hablar de una etapa dolorosa de nuestro nacer como país independiente ya que en menos de treinta años habíamos perdidoya más de la mitad de nuestro territorio, iniciando primero por Texas, La Mesilla, siguiéndole una serie de Estados más que hoy conforman la Unión Americana y en todos estos escenarios la participación de Santa Anna es fundamental para que sus decisiones marquen un rumbo definitivo en esa parte triste de nuestra Historia.
Santa Anna surge en un periodo turbulento que se da a la caída del gobierno de Vicente Guerrero que es destituido y posteriormente asesinado, quedando como Presidente Anastasio Bustamante conservador que llega bajo el Plan de Jalapa, su postura conservadora no es bien visto por las fuerzas opositoras que instan a la sublevación encabezada por Santa Anna quién combate por los liberales derrocando a Bustamante y dejando en 1833 la Presidencia a Manuel Gómez Pedraza aquél quién iba a sustituir a Guadalupe Victoria, pero que un cuartelazo impuso a Vicente Guerrero.
A los pocos meses Gómez Pedraza entrega el gobierno a Santa Anna iniciando así un periplo de entradas y salidas que culminarán hasta su caída en 1855 producida por el levantamiento del liberal Juan Álvarez enarbolando el Plan de Ayutla que tenía como objetivo derrocar a Santa Anna y promulgar una nueva constitución.
Fueron veintidós años de vertiginosos cambios y de contradictorias situaciones que hacen de esta época una de las más difíciles de comprender si es que no recurrimos a las causas no externas que manejaban la política nacional, la intensa lucha de liberales y conservadores enconados entre sí, las miras cortas de percibir solamente el momento y no considerar las consecuencias del entorno nos llevó a ese caos reinante que fue vivamente aprovechado por el país del Destino Manifiesto.
Queda pues la figura de un Santa Anna que pasó de ser magnánimo, villano, cruel, traidor, irresponsable, valiente, que al igual se alió con conservadores o con liberales, que apoyo al liberalismo y al centralismo según fueran los vientos dominantes, aunque derrotó varias veces a las tropas texanas, se le recuerda por su fracaso militar en la decisiva batalla de San Jacinto cuya consecuencia fue la pérdida de Texas.
La personalidad de Santa Anna refleja la confusión, desorden, y falta de verdaderos líderes que prevaleció en las primeras décadas de nuestra vida independiente, porque lo que viene a continuación, será otra historia.