En el año 2015, Gary Webb, un habitante de la localidad escocesa Gatehouse of Fleet, pasó una noche bajo custodia policial y posteriormente otras tres en prisión. Solo después de ello, los agentes de la policía se dieron cuenta de que habían arrestado a un inocente y le pusieron en libertad, según The Sunday Post.
Webb, una persona sin antecedentes penales, fue arrestado en su casa por agentes que tenían una orden de arresto para una persona diferente. Webb, exgerente de un aserradero, afirmó que trató de demostrar que se trataba de un caso de identidad equivocada al mostrar a los oficiales su pasaporte, licencia de conducir y fotografías de su casa, pero fue en vano.
Tras su liberación, Webb interpuso una queja formal por arresto improcedente pero la investigación interna rechazó la reclamación y la calificó como un asunto de «calidad del servicio». Entonces contactó con el Comisionado de Investigaciones y Revisiones de la Policía (PIRC, por sus siglas en inglés), el órgano de control de la Policía, institución que ordenó el arresto de cinco agentes y los denunció a la fiscalía (Crown Office) por dejación de funciones y obstrucción a la justicia.
Sin embargo, en el curso de una investigación que duró dos años se decidió que ninguno de los involucrados sería procesado. Tres de estos policías ahora se han jubilado y no está claro si alguno ha enfrentado, o enfrentará, una acción disciplinaria.
Webb afirmó que tuvo que dejar su trabajo después de que su salud mental se deteriorara como resultado del arresto.
Casi cinco años después de la detención, la Policía de Escocia ha otorgado a Webb una compensación de 100.000 libras (unos 130.000 dólares), sin embargo el ‘beneficiario’ afirma que su vida «ha sido destrozada después de esto [el arresto]. Completamente destrozada (…)».