En la conclusión del Sínodo de la Familia se determinó integrar a los fieles en esa situación
El Sínodo de la Familia, convocado por el Papa Francisco y al que asistieron los obispos de todo el mundo, aprobó al término de tres semanas de debates “la integración” de los divorciados que se vuelven a casar y la evaluación caso por caso de su situación.
Los 270 “padres sinodales”, entre obispos y cardenales, en representación de los obispos de todo el mundo, votaron con una amplia mayoría un documento final con 94 párrafos, incluidos los más controvertidos que se refieren a la prohibición de acceder a la comunión a los divorciados que se vuelven a casar.
Todos los puntos fueron votados y superaron los dos tercios requeridos de los votos (177).
Tres párrafos obtuvieron un consenso menor, en particular los números 85 y 86, aprobados con 178 en favor y 80 en contra, y se refieren a los divorciados que se vuelven a casar, un fenómeno que ha aumentado en numerosos países y que ha distanciado a muchas familias de la Iglesia.
El documento fue entregado al Papa Francisco, quien lo hizo público inmediatamente y lo empleará para integrarlo en una exhortación que elaborará en los próximos meses.
En los párrafos con menos consenso los obispos sinodales proponen que “los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente sean reintegrados en la comunidad cristiana en lo posible, evitando generar escándalo”, sin especificar si podrán acceder a la comunión.
Los obispos y cardenales insisten en que es necesario un “discernimiento”, un examen “caso por caso” para autorizar el acceso a los sacramentos, como la comunión y la confesión.
Al clausurar el Sínodo, el Papa elogió la libertad de expresión que reinó durante las tres semanas de labores y criticó abiertamente “los métodos no del todo benévolos” empleados, en una alusión a los ataques de los sectores conservadores a sus propuestas de reforma.