Véritas Liberabit Vos
Así tenemos casos como el de Ignacio Comonfort que siendo Presidente de la República y habiendo implementado y jurado en su gobierno la nueva Constitución de 1857, se une al General Félix María Zuloaga para decretar un golpe de Estado ¡contra él mismo! y desconocer esta Constitución, en lo que se conoció como el Plan de Tacubaya que generó el conflicto conocido como Guerra de los Tres años o Guerra de Reforma, enlutando nuevamente al país con mayor derramamiento de sangre.
El hecho de que un Presidente de la República haya ocupado once veces la silla presidencial, que se caracterizara este por haber sido la persona que bajo sus hombros caiga la loza nefanda de haber perdido la Guerra de Texas en 1836 y más de la mitad de nuestro territorio en la Guerra con los Estados Unidos en 1847 – 1848, y aun así se le conceda el título de Alteza Serenísima.
La situación de que un Presidente como lo fue Porfirio Díaz que a pesar de los pesares se reconozca como un gobernante sólido, que dio estabilidad al país, que genero desarrollo y avances importantes para México y que cuando percibió que su estrella se apagaba, decidió dejar su patria ante la asonada revolucionaria para que no se generara un conflicto mayor que trastornara a la sociedad, este personaje que murió en el exilio, sus restos aún reposan en territorio extranjero sin poder regresar al suelo que lo vio nacer.
En este orden de ideas en el mes de julio se enclavan dos fechas dignas del título de este artículo, fechas que para un lector externo pudiesen ser tal cual ironías históricas o hechos de leyenda donde no se percibe donde es la realidad y donde está lo fantasioso, pero para sorpresa mayor no hay tal fantasía, son hechos concretos atestiguados y marcados en nuestra historia donde sin comprenderlo así nos convertimos en la nación que llevó al paredón a los dos próceres decisivos en la Independencia de la Nación, uno venerado por la Historia, el otro poco recordado por ella, gracias a la inquina de intereses fuera del nacionalismo, me refiero a Don Miguel Hidalgo y Costilla “ El Padre de la Patria” y por otro lado Don Agustín de Iturbide “El libertador” uno fusilado el 30 de julio de 1811 en la Ciudad de Chihuahua y el otro el 19 de julio de 1824 en Padilla Tamaulipas, curiosamente también sus hazañas significativas se plasman en el mismo mes solo que ahora en septiembre, para Hidalgo el 16 de septiembre de 1810 con el Grito de Dolores, punto germinal del inicio del movimiento independentista, para Iturbide el 27 de septiembre pero de 1821 con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México fruto del Plan de Iguala y vector para la firma de los Tratados de Córdoba que reconocían la Independencia de México, ambas fechas importantísimas como parte de nuestro proceso a ser Nación libre.
Tal vez no lleguemos a dar la magnitud necesaria a estos dos acontecimientos, pero creo poco probable encontrar argumentos o buscar causales de fondo que hayan provocado estos actos que a la luz de la situación actual nos pudiesen parecer inauditos, igual que casi un siglo después se haya tenido el artero asesinato del Presidente Francisco I. Madero considerado el “apóstol de la Democracia” junto a su compañero de fórmula el Vicepresidente José María Pino Suárez en febrero de 1913 después de unos traidores arreglos secretos conocidos como “El Plan de la Embajada” y nos referimos a la embajada de los Estados Unidos encabezada por Henry Lane Wilson.
Situaciones para replantearnos y que pueden ser motivo más que suficiente para motivarnos a conocer la Historia de México, que es de verdad apasionante, trágica, dolorosa, irónica en ciertos casos pero llena de heroísmo y de enseñanzas que nos deben hacer amar aún más nuestro país y buscar cada día ser mejores en cada actividad que realizamos para engrandecer esta Patria nuestra cuya historia debe servir como basamento para un futuro mejor, ya lo dijo el escritor y politólogo cubano Andrés Oppenheimer en su libro “Basta de Historias” no es que la Historia no sea importante, es fundamental, sólo que no podemos vivir solo de historias, no podemos quedarnos atrás con ella, debemos escribir nuestra propia historia, y México tiene una fuente inaudita de valores de los que hay que resurgir para escribir nuestro futuro, en México se han construido muchas estatuas de hombres, corresponde ahora hacer hombres a esas estatuas y ver las dimensiones humanas sin idolatrías o denostaciones que lo único que conlleva es a una crítica o vanagloria que nos remite al mismo lugar.
Aprendamos de nuestra historia y empapémonos de todo lo grande que es nuestra nación y seamos cada día mejores mexicanos que con nuestro trabajo y ejemplo aportemos creatividad y desarrollo que tanto necesitamos; por cierto hablando de fechas, nuestro país es de los pocos países que en lugar de festejar nuestra fecha de nacimiento festejamos nuestra fecha de procreación, pero esa, esa, será otra historia…