Los pensamientos suicidas entre los jóvenes mexicanos han aumentado.
Datos preliminares de la segunda etapa del Proyecto Universitario para Alumnos Saludables (Puertas), que realiza la UAM, indican que 19% de los estudiantes de primer año de la Unidad Cuajimalpa ha deseado estar muerto o dormirse y no despertar; 12% pensó en quitarse la vida y 54% de ellos hizo un plan para concretar esta idea.
Con este proyecto a cuatro años, en el que colaboran 19 universidades de ocho países y es coordinado por la Universidad de Harvard, la UAM busca diagnosticar los problemas de salud mental de sus alumnos de primer ingreso, en alianza con el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.
La primera etapa del estudio, realizada cuando los jóvenes recién ingresaban a la UAM, reveló que 15.8% de ellos había presentado conductas suicidas en los 12 meses previos. También que 30.2% tenía signos de problemas de salud mental: 14.7%, déficit de atención e hiperactividad; 13.3%, depresión; 5.7%, trastorno de pánico; 5%, abuso de drogas, y 4.2%, dependencia al alcohol.
Para el doctor Álvaro Peláez, secretario de la Unidad Cuajimalpa, estos datos encienden muchas alarmas.
“Estamos hablando de un porcentaje no menor de estudiantes en torno a los 20 años que han tenido pensamientos negativos acerca de su existencia y la posibilidad de seguir vivos”, advirtió en entrevista con Excélsior.
Agregó que un porcentaje muy bajo de jóvenes solicita ayuda para estos problemas
“Son cosas que van arrastrando, probablemente surgen en la adolescencia y cuando llegan a la universidad presentan condiciones más severas”, refirió.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la mitad de las enfermedades mentales comienzan antes de los 14 años, pero la mayoría de los casos ni se detectan ni se tratan. El suicidio se ha convertido en la segunda causa de muerte entre los jóvenes 15 y 29 años.
“La sociedad tiene la obligación y las instituciones del Estado tienen la obligación de garantizar las condiciones bajo las cuales las personas puedan ser saludables, porque si yo tengo que viajar tres horas para venir a la escuela, a la universidad, y mi primera clase es a las 8 de la mañana, ésa es una condición que probablemente a la corta o a la larga afecte mi salud. Y dadas las condiciones en las que vivimos en este país, en donde puede variar de una cosa relativamente trivial, como puede ser el transporte público, a cosas mucho más graves, como la violencia endémica, en efecto la gente tiene miedo y el miedo es una emoción genuina, no es desdeñable e influye fuertemente en la salud emocional y mental”, explicó.
En contexto, consideró que es un deber moral de las universidades es crear ambientes saludables que impregnen la vida de los estudiantes y coadyuven a que su vida sea más plena.
Con información de Excélsior