Simples deducciones, por Juan Chávez
Julio es un joven de 27 años de edad con grandes logros personales, emprendedor y muy responsable, es para muchos una persona exitosa, siempre sonriendo y ayudando a su familia, amigos e incluso conocidos, pero detrás de su conducta social y sonrisa contagiosa se encuentra alguien cansado, ansioso y pese a que permanentemente está rodeado de personas, cada vez se siente más solo.
El padre de Julio tiene más de 6 años en Estados Unidos, al principio enviaba dinero de manera constante para apoyar los gastos de la familia pero desde hace un par de años lo hace muy esporádicamente, por lo que desde los 23 años, Julio absorbió la responsabilidad —junto a su madre—, de sacar adelante a sus dos hermanos y una hermana, quienes son más chicos que él.
“Mi mamá es lo máximo, se esfuerza a diario por mis hermanos, que ya no están tan pequeños pero tú sabes que el dinero nunca alcanza; además, los tres están estudiando así que puros gastos, yo la ayudo en todo, de hecho no me gusta que tenga que trabajar, ya le dije si Dios quiere más adelante ya no tendrá que hacerlo”.
“De mi papá pues nunca lo ha aceptado pero es como un secreto a voces, todos sabemos que seguramente tiene otra familia allá en Estados Unidos, aunque de vez en cuando me habla, pero son charlas muy así, cómo te diré, no nos contamos casi nada, ni cuando estaba aquí recuerdo que platicáramos mucho así que menos ahora, ya ni le digo que andamos gastados o cosas así”, me explica Julio.
Con esfuerzos propios y de su madre, y en su momento el apoyo económico de su papá, Julio terminó su ingeniería; después de batallar por un tiempo encontró trabajo relacionado a su profesión y posteriormente halló otro trabajo más, lo que le permitió ahorrar para comprar un coche sin dejar de dar cada quincena dinero a su mamá.
“Mi mamá se estresa porque dice que casi nunca estoy en la casa y que batalla con mis hermanos, pero pues mi obligación es ayudarle con los gastos, eso es lo que se necesita; yo trabajo todos los días, hasta los domingos y la verdad casi casi no tengo horario de salida pero mis hermanos están en la preparatoria y mi hermana en la secundaria y los pagos no se cubren solos”.
Junto con un amigo Julio intentó poner un negocio en Tepic, pero el crecimiento del mismo fue muy lento y el amigo se desesperó de no ver ganancias por lo que se retiró y pidió su parte de la inversión; hoy Julio está haciendo hasta lo imposible para no cerrar el negocio pero se está enfrentando a una realidad que le costaba reconocer.
Julio está en su límite, le cuesta mucho dormir, a veces no le da hambre y se la pasa pensando en todos sus compromisos, él quisiera ganar más y que su mamá no tuviera que trabajar lavando y planchando ajeno, le preocupa la conducta de sus hermanos y su futuro, los pendientes de su trabajo y negocio; por otro lado se encuentran sus aspiraciones personales, cambiar de coche, formar una familia, entre otras.
“Platiqué mucho con una amiga, es psicóloga, del trabajo, y creo que tiene razón, dice que estoy muy frustrado y que es por muchos factores, que mi soledad es porque no me apoyo ni comparto lo que siento con nadie, pero Juan, cómo compartir o que compartir, si yo no tengo tiempo para estar con cosas, además mi mamá y en la casa no estamos acostumbrados a platicar mucho, no pasamos del cómo estás y así pero pues yo pienso que si voy a buscar sacar cita con una psicóloga, mi amiga dijo que me iba a ayudar”.
Luego de charlar con Julio le comento mi admiración por todo su esfuerzo pero le reafirmo lo que le dijo su amiga, él tiene que aprender a controlar su ansiedad, a apoyarse en sus seres queridos, a disfrutar un poco más el día a día, es decir, debe darse un respiro y si no puede solo tiene que buscar la ayuda de un especialista o de lo contrario va a estallar y su salud emocional se verá muy afectada y eso es algo que nadie debe minimizar. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi correo juanfechavez@gmail.com