LA VERDAD… SEA DICHA
Por Martín Elías Robles
El coraje, el odio y el rencor son sentimientos que se experimentan cuando nos enteramos que alguien ha sido asesinado y vejado de la manera más cruel e inhumana. Quién tiene el derecho de acabar con una vida plena, con los sueños y las ilusiones, con las esperanzas y el futuro de un ser humano; es incomprensible que sucedan cosas aberrantes, que la barbarie siga manifestándose como una vergonzosa muestra de que en este mundo todavía hay gente sin principios, primitiva y alejada de Dios. Antier nos consternamos por el asesinato y violación de una joven aquí en la ciudad de Tepic, antes, la muerte y abuso a un niño en el Estado de México. Pero son tantos los actos inhumanos que se presentan todos los días en el mundo, que el alma se llena de una gran tristeza y una enorme desesperanza al ver que hay personas criminales que nunca debieron existir, si su destino era terminar con la existencia de seres indefensos.
DE LO VIRTUAL. Ciertamente, muchas personas en el mundo estamos fascinados de las nuevas tecnologías de comunicación, de la manera tan fácil y rápida en que el bendito Internet a través de las redes sociales nos enlaza con los amigos y familiares, con los que viven en la misma ciudad, y los que están a muchos miles de kilómetros de distancia.
Por ejemplo, somos felices manifestándonos en el Twitter, o en Facebook donde en imagen, con sonido, en video, o con un simple mensajito externamos nuestro real sentir; nos felicitamos, alabamos, y felicitamos a los seres queridos de una manera sencilla. Hacemos de la red nuestro confidente desnudando increíblemente nuestro estado de ánimo, el caparazón tan distintivo que nos protege; muchas veces revelando cosas personales que no debiéramos externar públicamente.
Cuando entramos a las redes sociales estamos abriendo una ventana desde donde podemos admirar un mundo virtual que va hasta el infinito, una ventana que también invita a que otras personas esculquen en nuestra intimidad; es el espacio universal donde la gente muestran una gama de sentimientos bonitos, humanos, pero también algunas veces lo inicuo y desagradable de la humanidad. Hay que tener mucho cuidado con lo que mostramos al mundo, pues lo que consideramos grandes momentos de nuestra vida, de repente también se puede volver una pesadilla cuando la información llega a las personas que no deseamos.
Serios escándalos se han dado a conocer por una publicación mal dirigida; una imagen, un video indiscreto en redes sociales; las infidelidades, los desaguisados de artistas y políticos, los desnudos impúdicos de las famosas estrellas, los actos de fraude, los robos, y las declaraciones de secretos celosamente guardados, todo ello, un mal o buen día, según sea el caso, se vuelve la sensación en redes.
Oiga, positivamente lo que realmente debe preocuparnos es lo que ocurre con los vecinos, con las familias cercanas a quienes las redes sociales deberían servirles para afianzar los lazos de amistad, y no como a veces pasa que la red es vehículo para mostrar los disgustos, las amargura, las fobias y los odios hacia los semejantes. Tan bonito que es un posteo agradable, positivo, social y ecuánime. Entrar al mundo de la modernidad cibernética implica ser responsable de lo que publicamos, vigilar lo que recibimos, y tener una mente muy abierta por lo que veamos, pero sobre todo, crear un círculo de amigos que vayan en sintonía con lo que nos gusta de la vida, incluyendo el respeto y la buena sociabilidad, claro en la medida de lo posible.
SI DE VALORES HUMANOS HABLAMOS. ¿Alguien sabe dónde han quedado los valores, la educación? En una buena parte de nuestros jóvenes los buenos modales y el respeto hacia los demás se han ido perdiendo. Es una tristeza escuchar a nuestros muchachos hablar puras sandeces, groserías, como si dijeran linduras. La educación de los hijos es un serio compromiso de los padres quienes deben fomentar los buenos modales, el respeto y el humanismo sin concesión alguna, para que los muchachos respeten la casa, la escuela y la calle, pues la educación de un pueblo se juzga ante todo, por la cortesía que se observar en la vía pública. Hasta pronto. robleslaopinion@hotmail.com