Simples Deducciones
Hay un sentimiento indescriptible en mi cuerpo, nostalgia, alegría, no sé, ver de nueva cuenta lo que fue mi hogar es un placer; muchos recuerdos, sobre todo la sensación de esperanza, el sabor de las ilusiones que tenía cuando aún era estudiante, de la juventud impetuosa de salir al mundo laboral. Después de casi 5 años de haber dejado de vivir en la Casa del Estudiante de la UAN, hoy regreso para ver su dignificación, y cómo sigue siendo el pilar para los sueños de decenas de familias nayaritas.
Todos soñábamos con terminar la carrera que cursábamos, sacar adelante a la familia que se quedó allá, a veces en ranchos muy lejanos y con buenas calificaciones, agradecerles el esfuerzo que estaban haciendo para apoyarnos. Recuerdo que cuando entré a esta casa, me sorprendí por los servicios que brindaban, ya me los habían explicado pero me sentía incrédulo.
80 pesos a la semana era lo que se pagaba, a cambio recibías las tres comidas del día, preparadas por cocineras del SETUAN, un techo donde dormir, áreas para hacer tarea, un mueble para guardar tus cosas bajo llave, y todos los servicios necesarios para vivir el día a día. En los inicios de la casa, quienes ahí vivían, les pagaban directamente a las cocineras, posteriormente pidieron apoyo a la universidad para subsidiar ese gasto y se fue evolucionando a favor.
Gustavo Alonso Pío Villaseñor, administrador general de la casa del Estudiante de la UAN, está al pendiente de que todo funcione correctamente, “los servicios que disfrutamos en la casa son los del cualquier hogar, alimentación de lunes a viernes, luz, agua potable, una habitación en donde conviven con otros 23, 24 jóvenes, baños y regaderas; zona para lavar su ropa y ahorita con la administración del rector Ignacio Peña se instaló una biblioteca donde también hay computadoras”.
Gustavo es maestro en la Universidad, no recibe un sueldo por administrar la casa y asegura que está contento, “ha sido y es el segundo hogar de muchísimos nayaritas que han pasado por las habitaciones de la casa para sacar su carrera; sirve para darle alojamiento, hospedaje y alimentación a jóvenes de escasos recursos que vienes de comunidades, de los diferentes municipios de la entidad o incluso se le ha dado el servicio a gente de otros estados”.
Añade que, “es una oportunidad que se le da a estos jóvenes para que no gasten tantos recursos ellos y sus familias y puedan terminar sus estudios y regresar algo a sus comunidades principalmente. La intención del rector Ignacio Peña es dar una buena acogida a los jóvenes, sabemos que son la esencia de la universidad y se ha trabajado en dignificar la casa, todavía seguimos mejorando poco a poco”.
Actualmente se pide una cuota de recuperación de 150 pesos, debido a la inflación y el aumento de los productos de la canasta básica, así como para subsidiar algunas mejoras en las instalaciones; la alimentación que se otorga se basa en las necesidades culturales de los jóvenes, ya que el 35 por ciento del total, son de lugares serranos, “nos enfocamos en la alimentación de calidad, no tanto en la cantidad, anteriormente había nutriólogos aquí, hoy la alimentación viene ya recomendada por parte de ellos, contemplando diferentes factores y el objetivo es que los alimentos satisfagan a los chavos y que les permitan desarrollarse durante todo el día”, me explica Pío.
Hoy en día hay 70 jóvenes en la casa, distribuidos en cuatro cuartos, pero todavía hay algunos espacios para nuevos integrantes; los requisitos para entrar a la casa es ser de escasos recursos (lo cual se verifica con un estudio socio económico), ser parte de la UAN, ya sea en educación media superior o superior; pueden ingresar de cualquier municipio de Nayarit, con excepción de Tepic o Xalisco, certificado médico, carta de no antecedentes penales y los requisitos básicos para demostrar tu identidad.
“Hay jóvenes que nos traen documentos firmados por los presidentes municipales o comisariados ejidales donde nos dicen que los padres del interesado en entrar son jornaleros y requieren el apoyo”, señala Pío, quien asegura ser feliz en el desarrollo de sus actividades, “no lo veo como un trabajo, al contrario, para mi estar aquí es una oportunidad de devolverle a la vida y a la casa del estudiante lo mucho que me ha dado, yo con gran orgullo te puedo decir que si no hubiera estado aquí en la casa no estuviera ahorita platicando contigo, estuviera haciendo ladrillos con mi padre en mi pueblo. Esto es ayudar a que más jóvenes tengan la oportunidad que yo tuve”.
Aquí hay muchos casos extraordinarios, de jóvenes que vienen desde muy lejos llenos de esperanzas pero sin recursos económicos, con poca ropa, zapatos o la ausencia total de una chamarra o suéter, aún así, la mayoría no se dan por vencidos, saben que la única y mejor forma de tener un destino distinto es estudiando y aquí, en esta casa ubicada por la calle Iturbide 91, entre Valparaiso y Tokio, en El Fraccionamiento Ciudad del Valle, encuentran el respaldo irrestricto a sus ambiciones.
Quienes deseen apoyar a los estudiantes de la Casa universitaria sólo basta llegar al domicilio ya mencionado, y aunque no haya campañas electorales, también se acepta que los políticos aporten algo a estos jóvenes, en cada uno, hay una historia de esfuerzo y dedicación. Hoy en día hay estudiantes de los municipios de Santiago Ixcuintla, Compostela, Santa María del Oro, de distintas comunidades serranas y de casi todos los municipios. Ayudarlos es apoyar el futuro estudiantil de Nayarit y México. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com