La charla y un café

La verdad… sea dicha

Hace días me comentaba un asiduo lector sobre una columna que escribí para recordar mis tiempos en la artisteada. Amablemente se interesó por saber un poco más sobre aquellas experiencias personales, y le prometí volver a comentar una remembranza que hoy también comparto con usted, amigo lector: Hace años cuando radiqué en México, la imponente ciudad de los palacios, recién llegado en compañía de mi hermano Mayo, pasamos algunos momentos realmente difíciles antes de poder incrustarnos en el mundo de la artisteada; un sueño que queríamos realizar, él como cantante, y su servidor como compositor. Luego de algunos meses de habernos instalado en la capital del país, conocimos entre muchas personalidades, a gente importante de la política, pues trabajamos en un conocido lugar a donde los funcionarios acudían para echarse la copa; aunque ahí nuestro trabajo no era constante, a veces nos contrataban y a veces no, así que el dinero escaseaba mucho, razón por la cual muy difícilmente dejábamos ir las oportunidades que se nos presentaban. En una ocasión a nuestro teléfono entró una llamada del entonces Jefe de Licencias de la Dirección de Tránsito del Distrito Federal, quien luego de escucharnos tocar en un evento decidió contratarnos para que le lleváramos serenata a su esposa, sólo que la presentación era en una zona muy alejada de donde nosotros vivíamos, y francamente nuestro enjuto capital no alcanzaba para pagar un taxi hasta la residencia del influyente personaje; entonces mi hermano se lo hizo saber, a lo que el cliente pensando que sólo se trataba de una simple excusa ofreció pagar el taxi a nuestra llegada, muy aparte de lo que le cobraríamos por la presentación.

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Yo tenía mis dudas para aceptar la invitación de trabajo, pero mi hermano me convenció asegurando que no habría ningún problema. El acuerdo fue que el funcionario estaría afuera de su casa esperándonos alrededor de la una de la mañana para dar la serenata. Así, tomamos el taxi y emprendimos la travesía que duró una hora. Al llegar, como no traíamos el dinero para pagarle al taxista, le pedí a mi hermano que bajara y hablara con el amigo funcionario, cosa que hizo sin reparo alguno. Luego de algunos minutos regresó muy acongojado pues el mentado funcionario nunca salió de su casa, y fue la esposa quien le indicó a Mayo que el hombre ya se había dormido completamente borracho, y que cualquier asunto que se tratara con él tendríamos que arreglarlo al siguiente día. No hubo manera de convencer a la cerrada señora. Entonces le dije al taxista lo que nos acontecía, él se quedó pensando, y para nuestra mala suerte en ese preciso momento una patrulla de policía se acercó preguntando si había algún problema; verdaderamente supuse que finalmente acabaríamos en la Delegación por no tener para pagar el taxi, pero el taxista confió en mi honestidad, y les dijo a los agentes que todo estaba bien. Ellos se retiraron. -¿Díganme cómo le vamos hacer? Nos cuestionó el buen hombre. Mire amigo, le contesté, si usted nos regresa a casa yo le entrego mi guitarra, es una Yamaha con un valor de cinco mil pesos, es nueva y vale mucho más de lo que le debemos. El taxista volteó, la vio, se dio cuenta de lo fino de mi guitarra, y me dijo: -Trato hecho, me la quedo, pero cuando ustedes tengan mi dinero me llaman, voy a su casa y les devuelvo su instrumento. Bendito Dios que tuvimos la suerte de encontrarnos un alma noble que nos sacó del apuro; jamás le volví  a llamar, pues aunque me pesó entregar la guitarra porque fue un regalo que me hizo un primo a quien aprecio mucho, consideré justo dejársela al amigo como un regalo a su nobleza y amabilidad.

Tiempo

Cómo pasa el tiempo, apenas está uno hablado del lunes cuando en un abrir y cerrar de ojos ya estamos a media semana, a fin de mes. Por eso la importancia de aprovechar el tiempo en lo que más nos gusta, en prepararnos, en crecer positivamente en todos los aspectos de la vida; bueno hasta en eso tan humano que se llama amor. Por cierto, hablando de tiempo, recordé aquel poema de Renato Leduc, que dice; “Sabia virtud de conocer el tiempo, a tiempo amar y desatarse a tiempo. Como dice el refrán; dar tiempo al tiempo, que de amor y dolor alivia el tiempo”, un bellísimo mensaje que según contó alguna vez el mismo Leduc; su poema resultó de una apuesta con un compañero cuando era estudiante de la Escuela Nacional Preparatoria, o en la Jurisprudencia; el reto era usar la misma palabra como sustantivo, calificativo y acción para construir un verso, así surgió Tiempo, que luego se musicalizó y ha sido interpretado por los artistas más famosos de México.

Con el talento se nace

Ayer caminaba por una de las céntricas calles de esta singular capital Tepic, cuando por mera casualidad en la esquina de Abasolo y Querétaro descubrí al buen amigo caricaturista Marco Antonio Rodríguez, estaba atendiendo en su local una bella faceta de su vida artística, la de pintor. Él se ha encargado por muchos años de dibujar el cartón humorístico y político de un conocido periódico local, también ha incursionado en el comercio de manera seria; primero con una tienda de abarrotes, y tiempo después con una cocina económica que atendió hasta los últimos días de su señora esposa, ahí en el mismo local donde lo encontré. Platicamos un buen rato, admiré sus cuadros al óleo, y entre pincelada y pincelada me comentó que no le había dedicado tanto tiempo a la pintura porque debía trabajar en otras cosas. Ya ve como son estos tiempos en que la vida es tan difícil en cuestiones económicas. Marcos es un hombre entrado en años que sagazmente toma la vida con completa sabiduría. A sus años ha tenido la magnífica idea y el acierto de regalarse la oportunidad para dedicarse de lleno a una de sus pasiones, donde su creatividad y el talento están  a la vista de todo mundo. Mire usted, amigo lector; le voy a describir la singular escena que aprecié ayer: Entro al estudio del maestro, ambientado por una agradable melodía, y lo primero que llama mi atención son los cuadros bellos que cuelgan de la pared; luego, inmediatamente volteo y saludo a Marcos que está sentado frente a su improvisado caballete, donde delinea inspirado lo que será su nueva obra de arte. De momento pensé que mi presencia le incomodaría, y lo primero que se me vino a la mente fue saludarle para retirarme lo más pronto posible; pero su afabilidad y sencillez me dieron la confianza para permanecer ahí unos minutos más, para robarle un poco de su mágico espacio, y reconocerle que aún con los sinsabores de la vida, siga teniendo las ganas y la enorme creatividad para plasmar en sus lienzos lo maravilloso de este mundo, para regalarnos de su inagotable talento.

La guanábana de Nayarit

En medio de estos días lluviosos, calurosos y enfadosos, como es costumbre en el mes de julio, si mal no recuerdo, por estos tiempos en la zona costera de Nayarit ya deben estar levantando la cosecha de guanábana, los árboles deben estar repletos de esta delicia que algunos señalan es medicinal y sirve para atacar enfermedades como el cáncer; muy aparte de sus mágicas propiedades, la verdad es que la guanábana es un fruto sabroso y dulce que a mucha gente encanta. robleslaopinion@hotmail.com

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