La convocatoria al Carnaval de Tepic en 1949, en serio y en broma

El año de 1949 es importante en la historia de Tepic, la capital del estado de Nayarit. Esa fecha marca la transformación urbana de la ciudad, debido a que las necesidades vehiculares obligan a ampliar las calles México, Allende, Mina, Herrera, Victoria y se construyen avenidas como la Calzada de la Loma y la Calzada de la Cruz, entre otras remodelaciones, también de parques, plazas y jardines.

Junto con la ciudad, los particulares empezaron a construir casas modernas, espaciosas, funcionales. La economía era boyante, basada en el comercio y algunas industrias como la de refrescos, jabón y cigarrillos. Los ingenios de caña de azúcar, Puga y El Molino también contribuían a la creación de empleos.

Publicidad

1949 en Tepic no se les olvida a quienes lo vivieron. A algunos les dolió que hayan derribado edificios y monumentos. Pero otros están conscientes de que la ciudad tenía que modernizarse. De manera que con todo y la división de opiniones, Tepic cambió su fisonomía y los ciudadanos perfeccionaron sus métodos de convivencia, desarrollando civismo y mucho amor propio, y a amor al terruño.

Entre las fiestas citadinas de Tepic, se celebraba el Carnaval en el mes de febrero. La tradición carnavalera era el vacile, la llevadera y la albureada. Se valía bromear al vecino, y se hacía escarnio de las particularidades físicas o características de los personajes famosos, pícaros  o de buena familia.

Había dos periódicos semanales en esa época dedicados exclusivamente al Carnaval. Eran “El DDT” y “La Poliomielitis”. Dichos periódicos no tenían la firma del director ni de los autores de los artículos que de verdad eran divertidísimos. Me imagino la gente leyendo las vaciladas en grupos ´por ahí en “el cuadro” (Plaza Principal”), o en los cafés de aquellos tiempos, ubicados varios en el Portal Vázquez.

Así las cosas, se convocaba a la “Elección a Reina del carnaval y Reina Infantil”, por parte del Comité de Carnaval, (a celebrarse en febrero de 1950), integrado el 29 de octubre de 1949, teniendo como presidente a don Joaquín Fernández Suárez. El vicepresidente era el doctor Ignacio Cuesta Barrios, el secretario don Zenón Altamirano, el prosecretario Alberto Ramos, el tesorero José Francisco Burgos, el protesorero don Ignacio Aguirre, y en la Comisión de Prensa y Propaganda estaban el licenciado Manuel Aceves Montenegro,  el teniente coronel Víctor Monroy Barrios, el señor José Reyes Medina y el señor Carlos Muñoz.

El Artículo I de dicha convocatoria señalaba: “Debe integrarse en el Reino de Tepic como máximo Cuatro partidos Pro-Reina del Carnaval, y Cuatro Pro-Reina Infantil”. Artículo II.- Los partidos deberán registrarse en la Secretaría General del Carnaval, quien a su vez otorgará la autorización necesaria para que verifiquen toda clase de actos públicos que tiendan a allegarse fondos para sus respectivas Candidatas.

Entre otras condicionantes, aparece también el artículo IV.- Los votos costarán $0.05. (Cinco centavos).

En el artículo VII se asienta: “La Candidata que obtenga el mayor número de votos será declarada Reina; las dos siguientes en número de votos, Princesas y la cuarta Dama de Honor”. En el escrito original  a las candidatas se les decía “Candidato” o “Candidatos” y el que esto escribe ha preferido corregir para que aparezca como hoy se usa: candidata o candidatas.

En el artículo X se determina que “El Comité de Carnaval tiene derecho a designar interventor en todas las fiestas, espectáculos o colectas que los partidos realicen”.

En el artículo XII y último se establece que “Considerando las molestias que ocasiona el juego de cascarones, así como lo perjudicial que resulta en materia de salud pública el uso de materias que puedan lesionar la integridad física de las personas, quedan prohibidos los CASCARONES, así como el empleo de todo objeto que por su naturaleza cause daños y molestias a quienes lo reciban”.

La guasa

Como les he dicho, de todo había un dicho serio y otro de vacilada, así que en un panfleto de imprenta se parodiaba la convocatoria al Carnaval y alguien escribió:

“YO, JOAQUÍN el alumbrador, inspirado por el Güero de Jala y conmigo todos los desocupados que integramos el Comité de Carnaval para 1950, y a pesar de que dentro de nuestra calavera no tenemos ni un miligramo de masa encefálica, nos reunimos en el Palacio Municipal, (antes de que lo derrumben), y con grandes dificultades logramos coordinar nuestras ideas y consideramos que: PRIMO: No es justo que estos pobres y hastiados habitantes del Reino de Tepic, persistan en la modorra en que se encuentran, sino que, por el contrario, recuerden los inolvidables tiempos de las SATURNALES Y BACANALES que con gran pompa se celebraban en estas fechas, y en las cuales todos los tranquilos y pacíficos habitantes de esta ciudad, se dedicaban a la noble y siempre grata tarea del desorden. SEGUNDO: No es justo que porque Chuy Lizárraga, tolera que los “azules” y “relicarios” nos aplasten por estas calles, (ahora amplias y asfaltadas), se nos prive del legítimo derecho que nos asiste para que antes de decir adiós a este mundo, hagamos escándalos mayúsculos, en las mismas barbas del Jefe del Departamento de Tránsito”. TERCERO: Así tampoco no es justo que porque devaluamos nuestros humildes “Morelos” y por el ende el dollar se nos subió al pescuezo, dejemos esos grandes días de borracheras y escándalo, únicas medicinas efectivas para olvidar todas las preocupaciones, no se nos dé oportunidad para arrojar al arroyo cuanto mugroso pápiro (sic), podamos escamotear del siempre tiránico gasto hogareño. CUARTO: Finalmente tampoco es justo que los maridos oprimidos, no tengan siquiera por unos días, su en otra hora bendita libertad, y como nada de esto es justo, hemos decidido que haya CARNAVAL, y como no puede haber carnaval sin una preciosidad que con el carácter de reina lo gobierne, y como tampoco sería justo que la jacarandosa muchachería no tenga también su Reinecita a quien rendirle pleitesía, CONVOCAMOS a:

Y los vaciladores reproducen la Convocatoria del Comité del Carnaval que se cita al principio de esta crónica y cuyo comité presidía el señor Joaquín Fernández Suárez.

Publicidad