Véritas Liberabit Vos
Para nadie es desconocido que después de los padres, es el maestro quien más ascendencia tiene sobre el niño y el joven, porque se sabe que su ejemplo marcara para siempre la conducta y la buena voluntad de sus alumnos.
Por esto la profesión de maestro es un verdadero apostolado de enseñanza donde desde un inicio se fincan todas las esperanzas que uno haya podido obtener en las aulas con los ejemplos de sus profesores, sabedores de que el educar es algo así como sacar de la nada; es punto menos que crear, cuando no es sacar del sueño y del sopor las facultades aun dormidas, es en concreto: Dar vida a la existencia todavía imperfecta.
Conforme el maestro va desarrollando su actividad, se va dando cuenta que la tarea no es ligera, que en ocasiones la ingratitud hace tambalear, el desánimo y la desesperación se abrazan cual acoso desorientador, pero al igual surge siempre una fuerza superior que lo impulsa a seguir adelante, esta fuerza no es otra cosa que la Fe en la misión que Dios le ha dado.
Su dedicación siempre estará orientada a llenar ese vacío intelectual que todos poseemos, transmitirá los conceptos rectos sobre las cosas y la vida, con una voluntad siempre orientada a la consecución del fin último de nuestro ser generando así en el alma de sus educandos las semillas del bien, con raíces aferradas a una personalidad integral, humana y solidaria.
La labor del docente ha transitado por diversos caminos y adaptaciones hoy se lucha contra tendencias que van en detrimento de la autoridad, el respeto, la obediencia, donde la tecnología pareciese que intenta desplazar la figura del maestro del aula de clase, es ahí donde el maestro tiene un reto más mantener su férrea decisión de encaminar a sus alumnos hacia los valores trascendentes y perenes, en convertir la tecnología en un instrumento que favorezca la pedagogía como herramienta que agilice y facilite su tarea, pero no para sustituir a aquel que tiene sueños y aspira a dar a sus alumnos una formación cabal que los enliste en las filas de aquellos que desean hacer algo grande por su patria.
Que hermoso es contemplar a un maestro que ha culminado su misión, después de toda una vida de entrega ininterrumpida, cuando se da cuenta al volver su cabeza que todo el camino andado con esfuerzo y dedicación no fue en vano, porque en él ha quedado plasmado el sello de su experiencia.
Verà que sus tristezas se pagaron con un mayor número de alegrías, que las ingratitudes o terquedades se borraron con aquel alumno que en forma sincera se despidió, o lo vuelve a encontrar con un cálido: ¡Gracias Maestro!
Grandes hombres y mujeres son todos aquellos que han visto pasar generaciones con un dejo de nostalgia por los que se han ido, y que han recibido con los mismos sueños y energías a las nuevas generaciones que llegan a sus aulas.
Por eso hoy sabemos que la Educación de Nayarit puede tomar un rumbo diferente con el compromiso de todos los docentes que día a día siembran en sus alumnos la semilla del saber y que con constancia y trabajo los frutos se distinguirán.